jueves, 25 de febrero de 2010

El Entierro de Caín en el Paraíso (Fragmento) Novela Escrita por José Luis Claros López

Rodrigo llego como acostumbraba a las nueve con cinco; el Profe se apresuraba por abrir el billar desde las nueve pero nadie llegaba hasta las diez, en ese momento Rodrigo sin embargo no pensaba más que en su reina Isabel, imaginaba como su mano jugaría con aquel caprichoso mechón que cuando se besaban resbalaba delicadamente hasta cubrir su mejilla pero cuando abrió los ojos para dejar de soñar y seguir limpiando sintió un primer golpe, otro militar sujeto sus manos, luego llegaría esa noche con rumbo a un lugar desconocido para él un lugar donde su camino se cruzaría con el camino trazado por una bala y nunca más besaría la boca de esa mujer que conoció tres años antes; Rodrigo murió durante un patrullaje en la zona de la Mula Muerta antes de navidad y solo escribió una carta que años después luego de ser leída por la nieta de Isabel el tiempo se encargaría de borrar cada letra hasta desaparecer toda evidencia de aquel amor y de su propia existencia sobre la tierra transformando en realidad aquella verdad de que aquello que no esta escrito jamás sucedió como dijo en una ocasión el Profe antes de ser el Profe. Nuestro amor es sincero querida Isabel decía la carta y luego continuaba; aquí la situación no esta bien y quizás no logremos volver a encontrarnos en este mundo, mi regreso depende de mi buena estrella y ya ves que parece que a veces se olvida de que existo y terminaba diciéndole que lo importante era el saber que nuestro amor es sincero. Así con esas palabras comenzaba y terminaba aquella carta escrita sobre un papel que luego el tiempo le daría el color de las cartas escritas y recibidas con amor, que se guardan como el tesoro más valioso de un cariño transformado en palabras sobre el papel y que en algunos casos llega a perdurar hasta sobrevivir a su autor como esperando ser leídas una ultima vez para luego desaparecer igual que sucedió con esta carta que un día luego de ser leída en silencio por la nieta de Isabel simplemente comenzó a desaparecer hasta no dejar sobre la tierra ninguna evidencia de aquel amor.
Aquella carta comenzó a buscarla hasta alcanzar las manos de Isabel el 3 de febrero, sin embargo quince días antes apareció su nombre en la lista de caídos; era Domingo y alguien nunca se pudo saber exactamente quien aviso la triste noticia a Filemon quien luego se lo contó al padre Joaquín cuando este se preparaba para empezar la misa, luego durante años algunos testigos incluso ya ancianos contarían sin temor a equivocarse que se escuchó como si se rompiera un jarrón y el padre comenzó a llorar por la pena y nadie se atrevió a preguntar porque lloraba ya que todos sabían que era por la muerte del primer niño que bautizo al llegar a Yacuiba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores