viernes, 29 de octubre de 2010

HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE (Escrita y Dirigida por Eliseo Subiela)

Hombre mirando al sudeste es una película argentina escrita y dirigida por Eliseo Subiela en 1986, con la cual se consolidaría en la realización cinematográfica.

miércoles, 27 de octubre de 2010

A quien tu decidiste amar...

Te prometo no vuelvo a llorar Sé lo felices que están y cuiden Lo que yo soñé, siempre quise para mí Si tuviera una oportunidad Le cambiaria el final a todo Pero no podría porque La verdad me da gusto que estás Conmigo en la eternidad y entiendo No eras para mí pero te querré siempre...

martes, 26 de octubre de 2010

“Hace pocos días murió un bebé en Pailaviri porque no tenía qué comer”

“Hace pocos días murió un bebé en Pailaviri porque no tenía qué comer”

Los mineritos olvidados de Bolivia

Abigaíl Canaviri, de 14 años, entra todas las noches en las galerías del Cerro Rico de Potosí, una de las minas más deterioradas y peligrosas del mundo. Allí empuja vagonetas cargadas de rocas durante doce horas, a cambio de dos euros. Como ella, unos 13.000 niños bolivianos arrancan rocas, muelen el mineral, lo tratan con ácidos y lo acarrean sobre sus hombros

Día 24/10/2010 - 06.42h
Hacia las seis de la tarde, la montaña empieza a escupir hombres azules. Salen de las bocaminas, rebozados de polvo de estaño, levantan la cara hacia la luz y enseguida la agachan, deslumbrados. Caminan cabizbajos, sin quitarse el casco, arrastrando las botas por la gravilla, en silencio. Diez mil mineros bajan como hormigas por las laderas del Cerro Rico hacia la ciudad de Potosí.
En un pedregal a 4.300 metros de altitud, en la caseta de adobe donde vive con su familia, Abigaíl Canaviri Canaviri se calza el casco, la lámpara frontal y las botas de goma. Esta niña de 14 años espera a que salgan los mineros para entrar a trabajar toda la noche bajo tierra.
El Cerro Rico es un montañón despellejado, destripado y desmochado. Esta pirámide rosácea, de la que manan hemorragias minerales por seiscientas heridas, alcanzaba los 5.200 metros de altitud cuando llegaron los colonos españoles y ha menguado hasta los 4.700. Durante cinco siglos la han perforado, socavado, dinamitado y triturado, le han roído noventa kilómetros de túneles, pozos y ramificaciones en las entrañas, quizá doscientos, quizá quinientos kilómetros. Le arrancaron quince mil toneladas de plata pura, quizá treinta, quizá cincuenta mil toneladas; hoy le siguen sacando tres millones de kilos de rocas al día para obtener estaño, cinc y plata. La montaña es un cascarón mineral cada vez más hueco, las laderas se derrumban aquí y allá, y los potosinos temen el día del colapso final, el hundimiento apocalíptico que culmine la historia del Cerro Rico: en sus entrañas yacen los huesos, o el polvo de los huesos, de docenas de miles de mineros. La montaña que devora hombres, la llaman.
Los supervivientes de hoy bajan caminando o apiñados en camiones a la ciudad, extendida en una meseta a 4.000 metros, con las iglesias alzando torres barrocas en medio de un oleaje de luz blanca, del mar de destellos que el sol arranca a los tejados de calamina del cinturón de chabolas, del esplendor de la miseria que inunda Potosí al atardecer.
Y a las ocho, cuando ya van saliendo los últimos hombres azules, Abigaíl entra por una bocamina angosta. Da pasos cortos, siempre pisando los raíles de las vagonetas para no hundirse en el fango anaranjado, en ese puré de metales y aguas fétidas, estirando el brazo derecho para palpar metro a metro la roca viva, agachándose cada poco para no golpearse con las vigas podridas que todavía apuntalan la galería pero ya resquebrajan el ánimo. Así camina por los bronquios del Cerro Rico, respirando un miasma caliente, pegajoso, saturado de sílice, asbesto y arsénico, abriendo en la oscuridad una cuña de luz con la lámpara de su casco.
Avanzar “como lagarto”
En el fondo del túnel, a 1.500 metros de la superficie, le esperan las rocas arrancadas por los mineros durante el día. A veces con la ayuda de su madre, casi siempre ella sola, amontona las piedras en una vagoneta y la empuja por los raíles hacia el exterior. La carga ronda los trescientos o los cuatrocientos kilos. “Cuando empecé con 12 años, se me hacía muy pesado”, explica. “Ahora ya me voy acostumbrando. Pero siempre es muy cansado. Hace calor. Y a veces tengo miedo”.
Abigaíl tiene miedo de que se le voltee el carro, cuando se lanza en los tramos cuesta abajo y ella intenta retenerlo. Tiene miedo de los lugares tan estrechos en los que apenas hay sitio para la vagoneta y ella tiene que agacharse, empujar y avanzar “como lagarto”. Miedo de los dolores en la espalda y los brazos. De la silicosis: un médico le dijo que debe dejar la mina para que no le ocurra como a su papá, que por la noches reventaba en un terremoto de toses, un derrumbe de alveolos, una sacudida de costillas que lo doblaba en dos. Su papá escupía pedazos de pulmón sanguinolentos. Y murió ahogado cuando ella tenía 8 años. Abigaíl también teme que algún minero borracho la viole: dos amigas suyas de 12 y 13 años ya han tenido bebés por este motivo. Pero le empuja otro miedo mayor: el miedo al hambre. “Hace pocos días murió un bebé en Pailaviri porque no tenía qué comer”, dice. Y piensa en su hermano de cuatro años.
Durante el día, entre los trabajadores de este submundo también pueden verse adolescentes: golpean la peña con mazo y cincel, horadan la galería con barrenas, insertan cartuchos de dinamita, incluso ayudan a los perforistas, que taladran la pared con martillos neumáticos en medio de un zumbido atronador y una polvareda tóxica que ciega y asfixia. Los chavales más pequeños reptan por túneles minúsculos, donde no cabe un adulto. Meten la cabeza en el hoyo, pasan los hombros y se tumban con el pecho sobre la roca. Reptan apoyándose sobre los antebrazos, arrastrando la perforadora con la mano, acercándose metro a metro hacia una cavidad ardiente. La temperatura suele superar los sesenta o setenta grados. Tienen diez minutos para excavar un poco más el hueco, enroscarse sobre sí mismos, girar y regresar arrastrándose al encuentro de sus compañeros y del aire fresco.
Durante la noche, la mina está desierta. En la oscuridad sólo resuena el chapoteo de las botas de Abigaíl. Puede que en alguna galería lejana un juku rasque rocas. Los jukus (búhos, en quechua) son ladronzuelos nocturnos, casi siempre jóvenes, que excavan túneles clandestinos para llegar a las vetas y robar mineral. Si los atrapan los mineros adultos, es probable que salgan con la cara hinchada, algún diente de menos y varios huesos rotos.
Abigaíl tarda dos horas en caminar hasta el fondo de la galería y sacar una vagoneta cargada. Repite la operación seis o siete veces. Comienza a las ocho de la noche y no suele terminar hasta las ocho o diez de la mañana. Por ese trabajo de doce o catorce horas nocturnas, la cooperativa de mineros le pagaba veinte pesos diarios (dos euros), cuatro veces menos de lo que cobra un adulto por la misma tarea. Pero desde hace varios meses Abigaíl trabaja gratis. Sus minúsculas ganancias se las restan a la deuda de 2.000 euros que le cargaron a su madre viuda.
La historia de doña Margarita, la madre de Abigaíl, es la de tantas viudas de mineros: al morir el marido y quedarse sin ingresos, tuvo que abandonar su vivienda y subir con los cuatro hijos a una caseta de adobe en la ladera pelada del Cerro Rico, a 4.300 metros, junto a la bocamina. La caseta es un refugio de seis metros por dos y medio, un cuartucho lóbrego, sin ventanas, cubierto por una chapa de cinc agujereada. Los vendavales del Cerro silban en las rendijas de las paredes, apenas tapadas por cartones y plásticos. Las goteras suelen embarrar el suelo de tierra, donde se aprietan los sacos con la ropa de la familia, una mesita con una cocina de gas y la cama donde duermen Abigaíl, su hermano y su madre, menos apretados desde que los dos hermanos mayores emigraron a Porco y Oruro para buscarse la vida. En esta casa comen maíz hervido, papas y arroz. Y acarrean el agua potable desde una cisterna cercana. En eso están mejor que otras familias, todavía acostumbradas a usar las aguas cargadas de metales que fluyen por la ladera.
Viven aquí, en la canchamina, porque sólo aquí pueden rascar algún sustento. Doña Margarita trabaja de palliri, partiendo rocas con un mazo para seleccionar los bloques más valiosos, barre el polvo de la mina para obtener algunas pizcas de estaño y ejerce de guarda, custodiando las herramientas y la maquinaria de los mineros en un anexo de su caseta. Entre una cosa y otra, gana unos 400 pesos mensuales (40 euros). Pero adquiere un compromiso: se hace absolutamente responsable del material guardado en la caseta, apenas cerrada por una plancha metálica que no encaja en el quicio.
Un domingo de diciembre del 2008, cuando doña Margarita y Abigaíl regresaban a casa cargando un bidón de agua potable, vieron que alguien había arrancado la puerta. Y que les habían robado tres máquinas de los mineros, valoradas en unos 700 euros cada una. Desde entonces, ambas trabajan gratis para la cooperativa, hasta satisfacer la deuda.
Para sobrevivir, Abigaíl escamotea algunos pedazos de mineral y los vende a los turistas de Potosí a cambio de unos pesitos.
Peor que hace cien años
Abigaíl es el eslabón más débil y machacado de un sistema perverso. En Bolivia, alrededor de 5.000 mineros trabajan para la empresa estatal Comibol, otros 9.000 lo hacen para compañías privadas, pero la gran mayoría, unos 45.000, se buscan la vida -y a menudo la muerte- por su cuenta y riesgo.
El caos empezó en 1985, cuando Comibol, ahogada por las deudas, la ineficacia y la corrupción, despidió a 23.000 mineros y dejó muchos yacimientos sin control. Modesto Pérez es minero viejo, una categoría improbable en Bolivia: “Cuando se quedaron sin empleo, muchos saquearon las instalaciones para vender el material”, recuerda. “Se llevaron los raíles, las tuberías de ventilación, los cables, las máquinas; hasta el último fierro y el último perno se llevaron”. Los mineros despedidos se organizaron en unas mal llamadas cooperativas: cuadrillas de unos pocos socios que arrendan un yacimiento, lo explotan de manera artesanal y sin medidas de seguridad, y obtienen un rendimiento exiguo. Si las cosas van bien, ofrecen trabajo a otros mineros para seguir con la explotación: sin contratos, sin seguros, sin cotizaciones, con jornales que alcanzan para sobrevivir y poco más.
Y trabajan en peores condiciones que hace cien años, como explica Pérez: “Desde los saqueos, en muchas galerías no hay vagonetas ni raíles; tenemos que cargar los sacos de mineral al hombro y llevarlos andando tres o cuatro kilómetros hasta el exterior. Acá en el socavón de Cancañiri al menos funciona un generador, pero la electricidad falla a menudo, así que nos quedamos sin jaula [el ascensor que desciende a las galerías inferiores] y bajamos y subimos por las escalas, cuarenta o sesenta metros en vertical, cargados con las perforadoras o con los sacos. Es muy riesgoso. Un resbalón y adiós”. La falta de planificación también mata: “Ya no hay ingenieros ni técnicos. Antes se prohibían las zonas peligrosas, las que se podían derrumbar. Ahora cada cuadrilla taladra por donde quiere, arriba, abajo, en diagonal, sin plan. Harta gente muere porque excava sin saber lo que hay encima y se le derrumba la galería. Ayer mismo murió un compañero, Miguel Characayo, aplastado. Como no volvió a casa, bajaron a buscarlo hasta el nivel -250 y allá encontraron un derrumbe. Entre las piedras sacaron su cadáver”. El apuntalamiento de las galerías da escalofríos: el peso de la montaña descansa sobre vigas combadas, roídas, puestas hace demasiados años. “Ya no se cambian”, dice Pérez, “porque ganamos lo justito para sobrevivir y nadie puede gastar dinero en medidas de seguridad. Tampoco podemos reconstruir el sistema de ventilación. Algunos compañeros trabajan en pozos muy estrechos, donde sólo pueden entrar arrastrándose, y como ya no hay bombeo de oxígeno, encuentran una bolsa de gas y se ahogan allá dentro”. A los 59 años, a Pérez no le queda ningún compañero de su edad. Todos murieron aplastados por derrumbes o asfixiados por la silicosis.
Es difícil que un minero viva más de 35 o 40 años. Cuando muere el padre, la viuda y los hijos quedan al borde de la miseria, se instalan en las casetas de la bocamina y los adolescentes como Abigaíl empiezan a trabajar en las galerías. O en los ingenios exteriores, donde muelen el mineral con enormes quimbaletes manuales (corren el riesgo de aplastarse las manos o los pies, se les hinchan las articulaciones, sufren artritis y tendinitis), concentran el estaño utilizando aguas saturadas de ácidos y xantato (y por las noches sienten clavos incandescentes atravesándoles la cabeza) o acarrean el mineral hasta los almacenes (y quedan doblados por los dolores de espalda). Las autoridades calculan que unos 3.800 niños y adolescentes trabajan en las minas bolivianas, pero según la ONG local Cepromin (Centro de Promoción Minera), los buenos precios actuales del estaño atraen a los adolescentes que quieren hacer dinero y la cifra real de mineritos ronda los 13.000.
Cómo salir de la mina
Cepromin intenta sacar a los niños del subsuelo. Los acoge en sus centros al pie de mina, donde los pequeños trabajadores tienen asegurado un desayuno, una comida, un baño de agua caliente y un entorno amable, a salvo del alcoholismo y la violencia que azotan muchas casas. Cuentan con profesoras de apoyo, que ayudan a los niños con las tareas para evitar que se retrasen mucho en la escuela y abandonen los estudios. Los adolescentes reciben formación profesional y algunas familias obtienen microcréditos para poner en marcha pequeños negocios (panadería, mecánica, electricidad, costura, zapatería…). En la ciudad de Llallagua, donde 175 niños trabajaban en la minería, las ayudas de Cepromin consiguieron que casi todos abandonaran esas actividades y siguieran con sus estudios o los compaginaran con empleos más suaves.
A uno de esos centros acude Abigaíl muchas mañanas. Su empeño es asombroso: cuando sale de la mina, después de trabajar toda la noche, no se mete en la cama sino que acude al centro de Cepromin para desayunar y hacer las tareas del colegio, al que asiste algunas tardes. “Tengo que estudiar para tener una profesión. Es la única manera de sacar a mi mamá y a mi hermanito de la mina”, explica, mientras sorbe un puré de verduras. Con sus manos de minera, curtidas, agrietadas y teñidas por el polvo de estaño, hojea libros ilustrados de Disney y detiene la mirada en los vestidos de Cenicienta o la Bella Durmiente. Le quedan por delante cuatro cursos para sacarse el bachillerato. Suspira: “Pero la escuela se me hace difícil. A veces me quedo dormida”.
Los jóvenes como Abigaíl no se resignan. Muchos de ellos, con 12, 14 o 16 años, se reúnen en asambleas, debaten sobre los derechos de los menores y las leyes bolivianas, redactan informes con sus peticiones y las envían a las autoridades locales para reclamar su atención. Son los grupos nats (“niños y adolescentes trabajadores”), organizaciones dirigidas y gestionadas por los propios jóvenes, que convocan congresos con grupos de toda Bolivia y luchan por mejorar las condiciones de los mineritos, los vendedores callejeros, los empleados del hogar, los lustrabotas…
Fernando Pérez tiene 18 años y por eso cumple sus últimos días como presidente de los nats en la región minera de Llallagua y Uncía. Nos muestra la casita que han construido con ayuda de Cepromin y varias instituciones extranjeras y que los propios jóvenes administran: comedor, sala de reuniones, dormitorios… También cuentan con un horno de pan y tres pequeños invernaderos, cuya producción sirve para financiar los gastos. Fernando está organizando un encuentro de nats de toda Bolivia, que se ha retrasado varios meses porque falta parte del dinero: “Es importante que nos juntemos”, dice, “para conocernos, compartir nuestros problemas y plantearlos a los políticos”.
Fernando empezó a trabajar en la minería con 13 años, en una tarea típica de los adolescentes: se dedicaba a filtrar las aguas sobrantes que vierten los ingenios, aguas cargadas de ácidos que corren por una quebrada pestilente, alfombrada de basuras y cadáveres de animales putrefactos, donde los niños rescatan las últimas arenillas de estaño. Trabajando ocho horas diarias en ese arroyo tóxico, su hermano Ricardo y él sacaban veinte sacos de treinta o cuarenta kilos que luego acarreaban hasta los almacenes compradores de mineral. Ganaban dos o tres euros cada uno, a cambio de quemarse la piel de los brazos, machacarse la espalda, sufrir dolores de cabeza y tener dificultades para respirar.
“Entonces éramos changuitos y aquello era bien duro”, cuenta Fernando. “Después descargamos camiones y trabajamos en la construcción. Mi hermano entró a la mina pero yo nunca quise. Es muy riesgoso. Hace mucho calor, se respira mal, se clavan piedritas filosas en los ojos y hartos mueren por los derrumbes. Una vez a mi hermano se le hundió el suelo bajo los pies. Salió trepando, corrió por el socavón y unos segundos después se derrumbó toda la zona”.
Fernando tiene muy claro lo que no quiere. Y lo que quiere: marcharse a Sucre para matricularse en Bioquímica y ser farmacéutico. Abigaíl también sueña con estudiar Medicina “para darles medicinas a los niños pobres y curarlos gratis”. Ambos pertenecen a esa nueva generación de mineritos que no se resignan a un futuro acorralado por derrumbes y enfermedades. Ambos pelean por salir del subsuelo.

A la espera del presidente

lunes, 25 de octubre de 2010

viernes, 22 de octubre de 2010

Inquisición literaria en la Bolivia de Evo por Emilio Martinez

Inquisición literaria en la Bolivia de Evo
Emilio Martínez*

EMILIOROUGEETNOIR thumb Inquisición literaria en la Bolivia de Evo Era cuestión de tiempo antes de que comenzara el intento de un control totalitario sobre la cultura en el nuevo “Estado Plurinacional”. Desde que los asesores de Evo Morales bautizaron su gobierno como “Revolución Democrática y Cultural”, sabíamos que el símil con la Revolución Cultural de Mao era algo más que un mero parecido gramatical.

Ahora, las declaraciones del viceministro de descolonización, Félix Cárdenas, confirman esas previsiones. El funcionario acaba de anunciar la eliminación de una serie de libros de la malla curricular educativa en todos los niveles: primario, secundario y superior. Se trata nada menos que de textos clásicos de la literatura boliviana, como Raza de Bronce de Alcides Arguedas y La niña de sus ojos de Antonio Díaz Villamil.

¿La excusa? La aplicación de la Ley 045, supuestamente destinada a combatir el racismo según la versión gubernamental, y considerada una “ley mordaza” por la gran mayoría de los periodistas. En la interpretación que el viceministro hace de la norma, los libros mencionados y muchos otros deben ser purgados por ser ideológicamente incorrectos, debido a su presunto contenido “racista y colonial”.

Un disparate mayúsculo, sobre todo teniendo en cuenta que Raza de Bronce es en realidad una denuncia sobre la trágica condición del pueblo aymara. Por supuesto que varios aspectos de la obra de Arguedas pueden y deben ser debatidos, sobre todo en las aulas, pero para eso hace falta, precisamente, que los textos sean leídos y comentados por los estudiantes.

Aspectos como, por ejemplo, su adscripción a la sociología positivista de la época, demasiado anclada en el materialismo geográfico y biológico, en contraposición con otras facetas de su pensamiento, absolutamente vigentes en la Bolivia de hoy, como su crítica radical del caudillismo. ¡Triste destino el de Arguedas, abofeteado por un dictador militar y ahora excluido por un régimen de fachada democrática!

Desde las quemas de la biblioteca de Alejandría por Roma y Omar, hasta las purgas de los clásicos del confucianismo en la China maoísta, pasando por las hogueras de Goebbels que devoraron obras de Sigmund Freud, Arthur Schnitzler y los hermanos Mann, la condena de libros es un síntoma evidente de autoritarismo e intolerancia.

*Escritor y periodista

jueves, 21 de octubre de 2010

El Club de la Pelea

"Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas.La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados".
Brad Pitt (El club de la lucha)

miércoles, 20 de octubre de 2010

En busca de la Felicidad

"No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo. Si tienes un sueño, debes conservarlo. Si quieres algo, sal a buscarlo, y punto. ¿Sabes?, la gente que no logra conseguir sus sueños suele decirles a los demás que tampoco cumplirán los suyos".
Will Smith (En busca de la felicidad)

martes, 19 de octubre de 2010

En un lugar Solitario

"Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó". Humphrey Bogart (En un lugar solitario)

lunes, 18 de octubre de 2010

Ante el anuncio del Viceministro de Descolonizacion Felix Cardenas el escritor HOMERO CARVALHO lo invita a un DEBATE PÚBLICO sobre el Index librorum prohibitorum et expurgatorum

DEBATE PÚBLICO sobre el Index librorum prohibitorum et expurgatorum. Ante el anuncio de Félix Cárdenas, Viceministro de Descolonización, de prohibir la lectura de ciertos libros, supuestamente considerados de contenidos racistas, como “Raza de bronce”, “La niña sus ojos”, y otros que ya son patrimonio literario de Bolivia...
Santa Cruz de la Sierra, 18 de octubre de 2010
 
Señor:
Félix Cárdenas
VICEMINISTRO DE DESCOLONIZACIÓN
La Paz
Ref.- Debate público sobre Índice de libros prohibidos

Ante el anuncio público de prohibir la lectura de ciertos libros, supuestamente considerados de contenidos racistas, hecho por su persona, como por ejemplo “Raza de bronce”, de Alcides Arguedas y “La niña sus ojos”, de Antonio Díaz Villamil y otros que ya son patrimonio literario de Bolivia, y por la trascendencia de esta medida para el desarrollo humano de nuestro país, creo imprescindible que se realice un DEBATE PÚBLICO sobre la pertinencia de tal disposición, que considero un atentando a los Derechos Humanos y la libertad de expresión y de lectura.
En tal sentido, lo invitó a debatir sus argumentos y justificaciones en un foro debate en el que participemos con ideas, conceptos, historia y proyecciones de la importancia de la lectura en una sociedad moderna. En su calidad de autoridad nacional le corresponde aceptar y definir día, hora y lugar para tal evento.
Sin otro particular me despido de usted muy cordialmente,

Homero Carvalho Oliva
CI: 2068962

jueves, 14 de octubre de 2010

No mires atras antes de irte Tienes decisiones que tomar, Sueños que realizar.

No mires atras antes de irte
Tienes decisiones que tomar,
Sueños que realizar.
No mires atras antes de irte
Conoce la verdad,
Aprende a vivir
No mires atras antes de irte
Antes de dejarme.

Star Wars: Episode I

lunes, 11 de octubre de 2010

viernes, 8 de octubre de 2010

Liu Xiaobo Premio Nobel de la Paz 2010

"En las últimas dos décadas, Liu Xiaobo ha sido un gran portavoz a favor de la aplicación de los derechos humanos fundamentales en China", agregó la institución, que recordó su participación en la protesta democrática de Tiananmen de 1989.

 Liu ha participado además en la elaboración de diversos manifiestos de artistas y activistas a favor de los derechos humanos en China, algo que le ha valido once años de cárcel y dos más de privación de derechos civiles.


 Liu sucede en la nómina de los Nobel de la Paz al presidente de EEUU, Barack Obama, quien recibió en 2009 el premio en medio de una fuerte controversia, puesto que no llevaba ni un año en ejercicio.

jueves, 7 de octubre de 2010

SIN LIBERTAD DE EXPRESION NO HAY DEMOCRACIA


Como la vida misma
Editorial Nuevo Sur Tarija

Nunca antes los diarios bolivianos habían dejado una página en blanco alertando de los riesgos que se ciernen sobre la libertad de expresión…

De manera inédita, los medios que pertenecen a la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) publican en su edición de ayer su portada en blanco con un mensaje que advierte que “Sin libertad de expresión, no hay democracia”.

Es la más vehemente protesta del periodismo boliviano contra la inminente aprobación de la Ley de Lucha Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación porque incluye dos artículos que vulneran la libertad de expresión: el 16, que sostiene que “el medio de comunicación que autorizare y publicare ideas racistas y discriminatorias será pasible de sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento, sujeto a reglamentación”, y el 23, que impone penas de cárcel de uno a cinco años para un trabajador o trabajadora de un medio de comunicación social o propietario de éste, sin que pueda alegar inmunidad o fuero alguno.

La medida fue adoptada por la Asamblea Extraordinaria y de Emergencia convocada por nuestra institución, después de haberse desestimado y rechazado diversas gestiones y propuestas realizadas ante el Gobierno para que en nuestro país se preserve la libertad de expresión y de prensa como un elemento indivisible e irrenunciable de la vida en democracia de los pueblos.

Han sido reiteradas las ocasiones en las que la ANP expresó públicamente su plena adhesión a la lucha contra el racismo y la discriminación, por considerar que es necesaria una ley que busque eliminar esas prácticas condenables. Sin embargo, hizo notar que los dos artículos antes mencionados incluidos en el proyecto de ley violan flagrantemente la libertad de expresión y de prensa, ensombreciendo el propósito de la implementación de aquel instrumento en el nuevo ordenamiento jurídico del país.

En las últimas horas, los principales dirigentes de la ANP hicieron los máximos esfuerzos, recurriendo incluso al Presidente de Bolivia, para evitar que esta violación a la Constitución Política del Estado y a las convenciones internacionales quedara consumada. En el encuentro con el presidente Evo Morales pareció encenderse una fugaz luz de esperanza que se apagó muy pronto, cuando el propio Mandatario ratificó su determinación de que de ese proyecto de ley no se movería “ni una coma”.

Fue así que la Comisión de Constitución y Derechos Humanos del Senado, de manera un tanto apresurada, aprobó en grande y detalle el cuestionado proyecto, sin la mínima modificación, y lo remitió al Senado para su consideración final, haciendo oídos sordos a las diferentes organizaciones periodísticas que solicitamos en forma insistente un diálogo previo de consenso.

Que se recuerde, nunca antes los diarios bolivianos habían decidido dejar una página en blanco, como lo hacen hoy, alertando a los ciudadanos acerca de los riesgos que se ciernen sobre la libertad de expresión que es la piedra angular en la que se sostiene toda democracia.

Pero es frente a estos avatares de los actuales tiempos que nuestro espíritu adquiere mayor templanza y hace mucho más firme la determinación de defender este derecho inalienable e imprescriptible. Un derecho, como el de la libertad de expresión, que es tan importante como la vida misma.

El Autor de La Ciudad y Los Perros es el nuevo Premio Nobel de Literatura 2010

Cuando su mujer se acercó de madrugada con el teléfono en la mano, el escritor Mario Vargas Llosa no pensó en el premio Nobel de literatura que recibió, sino en una "mala noticia" y después en "una broma".

 "Eran las cinco y media de la mañana, yo estaba leyendo, porque yo me levanto y trabajo desde muy temprano. Estaba preparando mi clase del próximo lunes, porque estoy de profesor en Princeton por un semestre", relató a la prensa en Nueva York el escritor de 74 años.  El novelista contó que "estaba leyendo un libro maravilloso, que recomiendo efusivamente a quienes no lo hayan leído: es 'El Reino de Este Mundo' de Alejo Carpentier. Es un libro pequeño de páginas pero maravillosamente escrito".

 "De pronto, vi que se acercaba mi mujer con el teléfono en la mano. La primera reacción fue la angustia, porque esas noticias suelen ser malas, las que llegan al amanecer", agregó.

 "Después de que el señor me dijo: 'Soy el secretario general de la Academia sueca, le hemos dado el premio Nobel', me acordé de una broma pesada que le hicieron a Alberto Moravia. Alguien lo llamó, le dijo que era de la Academia sueca y que le habían dado el premio. Moravia empezó a celebrarlo y resulta que era una broma".
 "Le dije a mi mujer: 'Patricia, ¿y si esto es una broma? Mejor no llamemos a mis hijos todavía, hasta que se confirme". Un cuarto de hora después la noticia recorría el mundo. "Felizmente se confirmó", comentó Vargas Llosa, "pero la verdad, es que fue una sorpresa".
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, un cronista de las luchas del pueblo contra la autoridad en América Latina, ganó el jueves el premio Nobel de Literatura 2010, el primero para un latinoamericano en dos décadas y celebrado como un reconocimiento a la literatura hispana.
El comité que entrega el galardón dijo en un comunicado que Vargas Llosa recibió el premio "por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota".
Vargas Llosa, de 74 años y quien debutó internacionalmente en 1966 con su novela "La ciudad y los perros", es el primer latinoamericano ganador del Nobel de Literatura desde que el mexicano Octavio Paz lo recibió en 1990.
El escritor recibió el llamado con la noticia en Nueva York mientras preparaba una de las clases que imparte en la Universidad de Princeton.
"Es el reconocimiento a una de las lenguas más importantes en el mundo de hoy, uno de los grandes vehículos de la comunicación, de la creación cultural, literaria, artística", dijo Vargas Llosa en una conferencia de prensa en Nueva York.
Su obra se construye sobre sus experiencias de vida en Perú a fines de la década de 1940 y 1950. Vargas Llosa se presentó como candidato a la presidencia de Perú en 1990, pero perdió frente a Alberto Fujimori, quien ahora está preso por abusos a los derechos humanos en su Gobierno entre 1990 y el 2000.
Peter Englund, secretario permanente del comité del Nobel, dijo que telefoneó a Vargas Llosa para darle la noticia.
"Me dio un poco de vergüenza llamarlo tan temprano. Pero estaba levantado desde las 5 de la mañana preparando una clase (...) Estaba eufórico. Estaba muy, muy emocionado", agregó.
Junto al máximo galardón literario, el peruano recibirá 10 millones de coronas suecas (1,5 millones de dólares).
LATINOAMERICA FESTEJA
Actualmente, Vargas Llosa alista la publicación antes de fin de año de su próximo libro: "El sueño del celta". La obra trata, entre otras cosas, de la vida de un irlandés en la época del "boom" de la industria del caucho, dijo el escritor.
En sus primeras reacciones tras la noticia, Vargas Llosa expresó sorpresa y hasta dijo pensó que le jugaban una broma.
"Esta mañana creí que podría ser una broma la llamada de ese señor que me dijo que era el secretario general" de la Academia Sueca, relató en la conferencia de prensa.
En Perú, la reacción a la noticia fue casi inmediata y el presidente Alan García, con quien tuvo enfrentamientos por diferencias políticas, catalogó el premio como un "acto de justicia" a sus 50 años de trabajo.
"El mundo reconoce la inteligencia y la voluntad libertaria y democrática de Vargas Llosa y es un acto de justicia enorme que en verdad esperábamos desde nuestra juventud", afirmó.
En Chile, el presidente Sebastián Piñera, y en México, el mandatario Felipe Calderón, felicitaron al literato vía Twitter, describiéndolo como un "orgullo latinoamericano".
Vargas Llosa fue de joven un idealista de izquierda, pero renegó de la revolución comunista cubana de Fidel Castro, a quien apoyaba, luego de que el Gobierno de la isla obligara al poeta Heberto Padilla a hacer una autocrítica.
Ahora es considerado un conservador y fustiga al presidente venezolano, Hugo Chávez, líder latinoamericano que ha influido en el reforzamiento de la izquierda en algunos países de la región.
"Creo que es un premio literario y espero que me lo hayan dado por mi obra más que por mis opiniones políticas. Ahora si mis opiniones políticas en defensa de la democracia, en defensa de la libertad, en contra de las dictaduras han sido tomadas en cuenta pues en buena hora", dijo Vargas Llosa en Nueva York.
Poco después, al ser consultado sobre Cuba y Venezuela, exhortó a Chávez y a Castro a que "dejen el gobierno" por ser un "enorme estorbo para el progreso de sus países".
"Mi solidaridad va totalmente hacia los cubanos y hacia los venezolanos que luchan por la libertad, por la democracia, por cambiar el rumbo que desgraciadamente tiene en estos momentos la vida política de esos países", afirmó en declaraciones a CNN en Español.
LA POLITICA Y LOS GOLPES
Además de las letras, Vargas Llosa ha dedicado parte de su vida a la política y la defensa de los derechos humanos, especialmente en Perú, asolado en las décadas de 1980 y 1990 por los ataques de la guerrilla Sendero Luminoso.
El escritor se nacionalizó español en 1993, tres años después de perder la elección presidencial, en una decisión que fue criticada en ese entonces en el país sudamericano.
Según sus críticos, el escritor se había decepcionado de la política, a la que ingresó en 1987 cuando lideró una protesta contra el primer Gobierno del presidente García, quien quería en ese momento nacionalizar la banca peruana en medio de la peor crisis económica del país andino.
En septiembre, el escritor volvió a criticar duramente a García por aprobar una polémica ley que podría liberar de juicios a militares acusados de abusos a los derechos humanos.
García derogó poco después la polémica ley.
El peruano fue protagonista de una de las rivalidades más famosas en el mundo literario. En 1976, golpeó en público a su amigo y colega colombiano Gabriel García Márquez.
Dejaron de hablarse y el motivo de la pelea fue un misterio durante décadas. Un fotógrafo que tomó una foto al colombiano -con el ojo negro- escribió sobre el incidente en el 2007 y sugirió que estaba relacionado con la esposa de Vargas Llosa.
El escritor peruano fue uno de los protagonistas del llamado "boom latinoamericano" de la literatura junto a grandes figuras como García Márquez, el argentino Julio Cortázar o los mexicanos Carlos Fuentes y Juan Rulfo.
Vargas Llosa era el eterno candidato para ganar el Nobel. Pero los favoritos de este año eran el novelista estadounidense Cormac McCarthy y el autor keniata Ngugi wa Thiong'o, según la corredora de apuestas británica Ladbrokes.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Fragmento de Casablanca

- Donde estabas esta mañana?
- No recuerdo, hace demasiado tiempo.
- Que harás esta noche?
- Nunca hago planes con tanta antelación"
Fragmento de Casablanca

domingo, 3 de octubre de 2010

Conoces a Joe Black

"No merece la pena llegar a viejo sin que te hayas enamorado de alguien" ¿Conoces a Joe Black?

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