lunes, 23 de diciembre de 2013

La Columna de Jose: La navidad de María


La navidad de María

Esta es la historia de María, que durante 22 años vivió y construyo su casa con el esfuerzo de su trabajo como empleada domestica, lavandera y otros múltiples oficios que también le permitieron que sus hijos concluyeran sus estudios.

Todos los vecinos del Barrio “El Carmen” en Yacuiba; son testigos de que María siempre vivió en ese terreno donde levanto los cimientos de su hogar. Consiguió cada mes pagar los costos de la luz y el agua de su vivienda, hasta que les cortaron los servicios básicos con el fin de apurar su desalojo en los comienzos de un proceso largo en el cual la justicia falló en su contra en todas las etapas, la justicia es ciega no puede ver el dolor y el drama humano que significa sacar de su hogar a una humilde familia que perdió un proceso de usucapión contra una persona que jamás vivió en el inmueble que por fuerza de la ley ahora le pertenece, hay quienes dirán que quizás eso sea una injusticia que no puede ser posible que una persona le arrebate a una familia las paredes y el techo que construyeron en su pobreza.

Pero hay también quienes dirán con ironía que la razón por la que sucedió esta historia fue porque María no tenía el dinero para contratar un buen abogado, pero también habrán otros que dirán simplemente: Que las cosas funcionan así, que deberíamos olvidar, mirar a otro lado, seguir viviendo y es que para muchos la historia de una mujer llamada María que pasará la noche de navidad contemplando el árbol que sus hijos más pequeños armaron, con la esperanza que suceda un milagro; no es algo importante.

María, con el cabello canoso y los surcos en el rostro y la frente por el paso de los años duerme desde aquel día cuando la policía cumplió con la orden judicial de desalojarla; todas las noches de los últimos 4 meses junto a su familia en el interior de una carpa cobijándose del frío con el calor de sus hijos, soportando la lluvia con la fuerza de la bondad que habita en su corazón que se resiste a pesar de todo el dolor, de todo el sufrimiento a darse por vencida y esta resistencia le permite soñar que pronto llegará ese día cuando su clamor de justicia sea escuchado. María recibió el abrazo de sus vecinos para contener su dolor y no faltaron extraños que lloraron por su desgracia junto a ella y luego le limpiaron sus lágrimas de impotencia.
La calle ahora es su refugió, aún así a pesar de los problemas ella sigue trabajando, sigue creyendo que llegará ese día que pueda volver a entrar a esa humilde vivienda que pudo construir durante dos décadas y que la justicia decidió arrebatársela. Esta historia ha sucedido en un lugar llamado Yacuiba. Y desde aquella mañana del 17 de septiembre de 2013 María Cruz solo pide justicia. Al día siguiente que María junto con su familia fueron desalojados; uno de sus vecinos escribió en una cartulina la siguiente pregunta: “¿Por qué, los que tienen más quieren más quitándoles todo a los que menos tienen?” pero en aquel momento la respuesta era quizás tan complicada como la vida misma.

Como María Cruz; hay muchas otras mujeres que deben sentarse a la orilla de la vereda y llorar hasta quedar sin lagrimas y luego ponerse de pie para continuar con la dignidad intacta, con la esperanza aún en el corazón, por eso a pesar de todo para María esta sí será una feliz navidad porque le habrán arrebatado su casa, pero su familia la rodeará con abrazos y con amor. Y estoy seguro que todos quienes conocen esta historia, le pedirán a Dios en sus oraciones esta noche de Navidad el milagro de que mañana exista justicia también para María. Y es que nadie puede olvidar que hay una parte de la Biblia que justo decía: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
 
(*) Escrito por José Luis Claros López, periodista que escribe Desde Yacuiba.
Artículo difundido en:

Nuevo Sur de Tarija http://www.diarionuevosur.com/index.php/actualidad/opinion/5025-la-navidad-de-mariahttp://www.diarionuevosur.com/index.php/actualidad/opinion/5025-la-navidad-de-maria

Portal Tarija: http://www.tarijabolivia.net/2013/12/la-navidad-de-maria.htmlhttp://www.tarijabolivia.net/2013/12/la-navidad-de-maria.html



sábado, 26 de octubre de 2013

EL CANDIGATO Y LA DOBLE MORAL Por José Luis Claros López

EL CANDIGATO Y LA DOBLE MORAL. Por José Luis Claros López (*)

Candigato es aquel que ambiciona ser dueño del queso para repartirlo entre algunos ratones que serán si fuera necesario en su debido momento víctimas de su voracidad, mientras los demás se quedan mirando. En la complicidad de los ratones esta su culpabilidad, porque son cobardes para intentar rebelarse contra la opresión política, económica y moral. Los ratones son valientes únicamente a escondidas cuando comentan cuan corruptos o que mediocres son los políticos que nos gobiernan. Pero públicamente van a terminar aplaudiendo como el candigato prefiere gritar que los demás no son imparciales y que no tienen ética. Y es que un candigato cual vampiro no quiere mirarse al espejo. Pues su doble moral, guía sus pensamientos y entonces cree que tiene derecho a exigir lo que no practica. Ve todo lo malo y nada de lo bueno en lo que hacen los demás. Solo él se cree dueño de la verdad y prefiere parafrasear la historia oficial. Y los ratones están felices en la mediocridad del vivir mal y quejarse todo el tiempo.
El candigato está contento cuando todos los votantes están más interesados viendo que si al fondo hay sitio y no tratando de interpretar la realidad de forma crítica. El candigato odia la batalla de las ideas porque prefiere la bulla de la demagogia nacida de su doble moral, le fascina escuchar el eco de su voz, ser el centro de atención, que sus entrevistas no sean editadas aunque sus argumentos respondan a un libreto diseñado en laboratorio y si el candigato además se autoproclama como analista político muchas veces sus textos no son más que un producto resultante del copiar pegar desde la comodidad del estar al otro lado de una conexión a internet. Pero sobre todo el candigato puede ganar elecciones si los ratones se lo dejan. Y eso en Bolivia es algo que sucede con frecuencia. Porque lamentablemente Bolivia no tiene memoria.
Un candigato surge de donde sea y por lógica termina definiendo su futuro en las urnas, en tal sentido la victoria de un candigato es el resultado de una sociedad que ya no cree en la política. Una sociedad capitalista atrasada. Donde los candigatos se transforman en flautistas que llegan a ser seguidos por las grandes mayorías desilusionadas por un sistema de distribución del bienestar de forma desigual, un candigato transformado en autoridad tiene una gestión con cero propuestas y solamente ofrecen la melodía que desea ser escuchada. Vivimos en un tiempo y en un país donde la democracia da como resultado dos opciones la primera; sin horizonte ni propuesta y que nos obliga caminar rumbo al abismo y la otra que no es otra cosa que más de lo mismo. La realidad actual es el producto de la imaginación tanto de una oligarquía de derecha, como de una izquierda irracional que nos construyeron un país a su medida desde arriba y no desde abajo. Un candigato es la deformación política, es la encarnación del mesianismo y la negación de la cultura del dialogo. Pero existe la esperanza de derrotar a un candigato y prevenir su arribo al poder. Para eso es necesario romper el silencio y aceptar que deseamos, construir una Bolivia nueva sin clases humilladas y con justicia social, por eso es importante que no dejemos nuestro destino en manos de los candigatos de turno, que militemos activamente que permanezcamos en movimiento; que seamos capaces de decir: ya no te creo. Luego construir desde abajo y en movimiento nuevos puentes, para que todos los ciudadanos ya no tengamos miedo de decir la verdad a toda costa. Parafraseando a George Orwell, decir la verdad en una época de mentiras constituye un acto heroico. En conclusión lo que necesitamos es que los ratones se transformen en militantes, que sean practicantes de un compromiso real a tiempo completo para crear orden a partir del desorden en el cual vivimos.

(*) José Luis Claros López

jueves, 24 de octubre de 2013

Hachikō

(Fotografía) Orando por recién fallecido "Chuken Hachiko" (Leal perro Hachiko) en Shibuya sala de equipajes de la estación de Tokio el 8 de marzo de 1935. La viuda de Hidesaburo Ueno, Yaeko, está en la primera fila, segundo desde la derecha. La foto fue publicada al día siguiente en el Yamato Shimbun. Autor Shibuya Folk y Literario Shirane Memorial Museum. Hachikō nació a principios de 1924, fue regalado a Eisaburō Ueno, profesor del Departamento de Agricultura en la Universidad de Tokio, a raíz de la muerte de una perra anterior, que les fue muy triste. Hachikō fue enviado dentro de una caja desde la prefectura de Akita hasta la estación de Shibuya (un viaje de dos días en un vagón de equipaje). Cuando los sirvientes del profesor lo fueron a retirar, creyeron que el perro estaba muerto. Sin embargo, cuando llegaron a la casa, el profesor le acercó al perro una fuente con leche y este se reanimó. El profesor lo recogió en su regazo y notó que las patas delanteras estaban levemente desviadas, por lo que decidió llamarlo Hachi (‘ocho’ en japonés), por la similitud con el kanji (letra japonesa) que sirve para representar al número ocho (八).
El perro lo acompañaba a la estación para despedirse allí todos los días cuando su dueño Ueno iba al trabajo, y al final del día volvía a la estación a recibirlo. Esta rutina, que pasó a formar parte de la vida de ambos, no fue inadvertida ni por las personas que transitaban por el lugar ni por los dueños de los comercios de los alrededores.
Esta rutina continuó sin interrupciones hasta el 21 de mayo de 1925, cuando el profesor Ueno sufrió un paro cardiaco mientras daba sus clases en la Universidad de Tokio, y murió. Esa tarde Hachikō corrió a la estación a esperar la llegada del tren de su amo, y no volvió esa noche a su casa. Se quedó a vivir en el mismo sitio frente a la estación durante los siguientes 9 años de su vida. Conforme transcurría el tiempo, Hachikō comenzó a llamar la atención de propios y extraños en la estación; mucha gente que solía acudir con frecuencia a la estación habían sido testigos de cómo Hachikō acompañaba cada día al profesor Ueno antes de su muerte. Fueron estas mismas personas las que cuidaron y alimentaron a Hachi durante ese largo período.
La devoción que Hachikō sentía hacia su amo fallecido conmovió a los que lo rodeaban, quienes lo apodaron el perro fiel.
En abril de 1934, una estatua de bronce fue erigida en su honor en la estación Shibuya, y el propio Hachikō estuvo presente el día que se inauguró.
El 8 de marzo de 1935, Hachikō fue encontrado muerto frente a la estación de Shibuya, tras esperar infructuosamente a su amo durante nueve años.
Cuando se le hizo una autopsia (para realizar su taxidermia) en su estómago se encontraron cuatro varitas utilizadas para los yakitori (pinchos o brochetas de pollo ensartado), pero estas varitas no habían dañado la mucosa del estómago, por lo que no fueron la causa de su muerte. Las causas de la muerte de Hachiko se consideraron desconocidas, hasta que en marzo de 2011 se determinaron definitivamente: el perro había sufrido un cáncer terminal y una filariasis (infección de gusanos) en el corazón.
El cuerpo de Hachikō fue disecado y guardado en el Museo de Ciencias Naturales del distrito de Ueno (Tokio). Nueve años después (1944) ―en el marco de la Segunda Guerra Mundial―, la estatua de bronce de Hachikō se tuvo que fundir para fabricar armas. Pero en agosto de 1947 ―dos años después de la finalización de la guerra―, se erigió otra estatua de bronce, que aún permanece y es un lugar de encuentro extremadamente popular, tanto que en ocasiones la aglomeración de gente dificulta el encuentro.
El 8 de marzo de cada año se conmemora a Hachikō en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya. También hay una estatua similar delante de la estación de trenes de la ciudad de Odate (en cuyas cercanías nació Hachiko). (Referencia consultada: Wikipedia)

lunes, 23 de septiembre de 2013

Historia el primer servidor de Bolivia fue instalado en La Paz. Lo llamaron UTAMA, palabra aymara que significa "tú casa": Bolivia se conectó al ciberespacio en los 80.

Bolivia se conectó al ciberespacio en los 80: Un teléfono fijo, un módem y un ambiente cedido por el Centro de Estudiantes de Ingeniería Electrónica sirvieron para la instalación del primer servidor: Utama, palabra aymara que significa “tu casa”. Luego, el especialista Steve Framme aterrizó en el país para transferir sus conocimientos al equipo técnico que instauró la era del correo electrónico —el primero fue clifford@unbol.bo— y sus derivaciones. “No teníamos nada, nuestras neuronas eran nuestra mayor riqueza”, cuenta Paravicini. La ardua labor permitió el nacimiento del proyecto BolNet, que contó con un comité impulsor interinstitucional. Así, en 1991, y desde una oficina a casi 4.000 metros de altura, se dieron los pasos pioneros para la incorporación de la nación al ciber- espacio. “Nos comunicábamos con un segundo servidor a la Universidad de Berkeley en California (Estados Unidos) y bajábamos documentos; era lentísimo, 100 páginas demoraban tres horas”. Cualquier consulta era respondida desde ese país.

Un año después, Paravicini fue nombrado representante de BolNet y se consiguió apoyo financiero y tecnológico de entidades internacionales, que permitieron el armado de la red física en predios de la Facultad de Ingeniería de la UMSA. Con ésta, se tuvo conexión a la internet durante las 24 horas del día, con 91 países y más de 1.000 usuarios a través de 200 computadoras. Y en 1995, el sistema se extendió a las universidades públicas de Santa Cruz, Cochabamba y Chuquisaca.

“Empezamos la retroalimentación y el chat, robando electricidad de la carrera por más de cinco años”, relata Paravicini, medio en serio, medio en broma. En 1996, se emprendió la comercialización del servicio y, con ello, empresas y usuarios se plantearon la necesidad de crear páginas web (se creó el portal http:www.bolnet.bo). Más tarde se instalaron los primeros nodos gubernamentales en la Vicepresidencia, el Congreso y el Ministerio de Comunicación.

 Se esbozó la primera biblioteca virtual para la Universidad Andina Simón Bolívar de Sucre. Y en 2004, aquellos visionarios que vieron la llegada de internet adoptaron un nuevo reto: fundar la primera Agencia para el Desarrollo de la Sociedad de la Información en Bolivia, que se constituyó con la Ley General de Telecomunicaciones, Tecnologías de Información y Comunicación. “Fueron 24 años de ardua labor, pero la recompensa se nota a diario”, arguye Paravicini desde su despacho.
Fuente: http://www.la-razon.com/suplementos/informe/Internet-pirata-casas-fronteras_0_1817818369.html

jueves, 8 de agosto de 2013

LA FRONTERA EN LA INVENCIÓN DE UNA VESTIMENTA EN LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA DE LOS CRIOLLOS EN EL CHACO TARIJEÑO por José Luis Claros López


LA FRONTERA EN LA INVENCIÓN DE UNA VESTIMENTA EN LA CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA DE LOS CRIOLLOS EN EL CHACO TARIJEÑO.
Por José Luis Claros López

Introducción.

Los habitantes del Chaco Tarijeño por su evidente situación de pobladores de una región geográfica de frontera recibieron para la construcción de su identidad no solo influencia del otro lado de la frontera durante la primera mitad del siglo XX sino también del interior de la nación Boliviana esto sobre todo en lo cultural y por ese motivo no se debe caer en la negación de toda vinculación con la cultura del norte Argentino, porque hacerlo es caer en un error y una suerte de negación voluntaria de la esencia misma del Chaco como un lugar de encuentro. En todo caso la construcción identitaria de un segmento poblacional del Chaco Tarijeño que se reconoce como “Criollo” pasa por la invención de una vestimenta que lo diferencia y lo identifique como un habitante de la llanura Chaqueña, sobre todo en su relación con los pueblos del interior de la nación Boliviana. Es una invención la vestimenta del Criollo en el Chaco Tarijeño, por ser el resultado del encuentro cultural y haber sufrido evoluciones a partir de finales de la década del setenta ya que al comprender que la vestimenta o el estilo corporal definen en realidad quienes somos como resultado de nuestras decisiones vestimentarias en un espacio territorial o un estadio histórico. Si intentáramos hacer un rastreo de esta situación encontraríamos que en el caso especifico del habitante del Chaco Tarijeño no siempre fue así y que la forma en que creemos hallar la verdad íntima del otro a través de la interpretación de sus maneras más externas (en este caso su manera de vestir), es una condición heredada de un tiempo precedente como muchos de los valores que rigen la actualidad de cualquier sociedad.[1]

Es importante comprender que desde el siglo XIX en el espacio territorial del Chaco Tarijeño, conviven por un lado los descendientes de los pueblos indígenas que fueron asimilados en la nación Chiriguana y en otras identidades desperdigadas a lo largo de la llanura chaqueña y por el otro lado los descendientes de los “colonizadores” que después se autodenominaran a lo largo del siglo XX como “criollos” y que son en su gran mayoría descendientes de Tarijeños. A este proceso de conformación poblacional diversa se debe agregar también la presencia de la migración europea que se produce a lo largo del siglo XX como consecuencia de las situaciones de conflicto y de crisis económica que afecto al continente europeo.

El espacio territorial del Chaco Tarijeño con relación a su condición de frontera hasta el presente fue un espacio donde la movilidad es constante. Si bien es cierto que la frontera es una categoría de espacio temporal que al establecerse como un territorio, con un límite opera como sistema de alcance diferencial con respecto al vecino. Eso en el caso del Chaco Tarijeño es la causal para que su población que no se define como descendiente de indígena procure apropiarse, material o simbólicamente, de una identidad y llegado el momento incluso el inventar una identidad y reinventarla después.

El momento de la creación identitaria del Criollo en el Chaco Tarijeño.

Es a partir de los procesos migratorios de finales del Siglo XIX y comienzos del siglo XX cuando notoriamente se incrementaron la movilidad entre Bolivia y las provincias del norte de Argentina de 6607 migrantes en 1895 a 16916 migrantes en 1914[2] que si bien es cierto fue por diversos factores; es claro que un porcentaje de dicha migración boliviana comienza un proceso de asimilación cultural e incluso deciden no retornar a su país de origen. Pero es en realidad en el estadio histórico de la primera mitad del siglo XX que los habitantes del Chaco Tarijeño comienzan a crear en el imaginario colectivo una identidad que los diferencie como habitantes de la llanura en su relación tanto con el interior de la nación Boliviana pero por sobre todo con el valle de Tarija.

Es a partir de la Guerra del Chaco que la construcción identitaria de los habitantes del Chaco Tarijeño cobra mayor necesidad, sobre todo por parte de la elite rural que tenia mayores privilegios e influencia sobre todo en su relación con los delegados provenientes de Tarija que trabajaban en la administración pública, incluso más que la naciente burguesía comercial asentada en el ámbito urbano y que por su origen extranjero y no nacional no se sienten propios del lugar y consideran su permanencia en el Chaco como algo coyuntural. La utilización del término: “criollo”[3] no es nueva en Latinoamérica; ya que Criollo, es un americanismo que se empleó desde la época de la colonización de América aplicándolo a los nacidos en el continente americano, del país, pero con un origen europeo. En el Chaco Tarijeño, al igual que sucediese en el resto de la América Española durante el siglo XVIII los habitantes que se autodenominan como “criollos” controlan la propiedad agraria y adquieren con esto un gran poder económico y una gran consideración social. Pero no se sienten dueños del poder político. Esta situación con el paso sucedáneo del tiempo cambiaría.

En el ámbito rural del Chaco Tarijeño, la utilización del término: “criollo” por parte de los habitantes del campo y luego también de sus descendientes que viven en los centros urbanos de Yacuiba, Carapari y Villa Montes comienza recién de acuerdo a los testimonios orales recién en la década del 40 y comienzos de la década del 50. Antes de eso las referencias a estos habitantes sin importar el lugar de su procedencia es solo la de “colonos”. Es importante su aporte durante los años del conflicto ya que a diferencia de los guías indígenas, los colonos se reconocen como parte de la nación Boliviana.  

Es así como los que se autodenominan “criollos” son en realidad los descendientes de “colonos” (habitantes provenientes en su mayoría del Valle de Tarija, como también de la provincia de Camargo y otras del interior de la nación Boliviana) que llegaron de forma voluntaria a los primeros asentamientos en la zona próximas al actual Caraparí y a partir de la década del 40 del siglo XIX al valle de Caiza, también existen los registros de asentamientos no voluntarios (a la fuerza) como se da en el caso de la construcción y posterior poblamiento de Villa Rodrigo (Caiza) por parte de prisioneros de guerra peruanos (1843)[4] y no será hasta después de 1905 que dé comienzo a un incremento del poblamiento de la zona de Villa Montes.

Elementos de la construcción identitaria del Criollo en el Chaco Tarijeño.

Los elementos evidentes en la construcción identitaria son el folklore musical de la región del Chaco Tarijeño, que en uno de sus casos más conocidos: la Chacarera; es indudable su popularización entre los hacendados del campo y a partir de la segunda mitad del siglo XX entre los habitantes de los centros urbanos pero no es una danza propia sino uno de los elementos que forman parte de la construcción de la identidad cultural del criollo en el Chaco Tarijeño, sin lugar a dudas fue como resultado del flujo comercial con las provincias del norte argentino que la Chacarera comienza su asimilación en el imaginario de los habitantes del Chaco, adquiriendo algunas modificaciones coreográficas durante la danza. La chacarera para el criollo del Chaco Tarijeño como toda danza ha dejado de ser un ente cantado y coreográfico, para pasar a ser un todo poético y verbal[5]. Pero no solo es la danza, existen otros elementos necesarios en esta construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño lo constituyen los instrumentos musicales como el violín[6] cuya procedencia es el valle central de Tarija, en la frontera del Chaco Tarijeño como lo es en la frontera del Bermejo las influencias folklóricas del Valle Central de igual modo son notorias, como lo es aquello que cruza la frontera desde el vecino país (Argentina).[7] No se puede concebir una chacarera sin la utilización de un violín. La danza y la música llegan con la fiesta, sea esta las sociales o las religiosas en el mundo rural las fiestas religiosas no solo se las vivía con la solemnidad de los actos litúrgicos sino también finalizados los mismos comenzaban la exteriorización de los sentimientos de felicidad y alegría con el ritmo de la música y la interpretación de una chacarera. Es evidente que las primeras chacareras eran solo instrumentales (violín y bombo), hasta que comenzaron con el tiempo a incluirles un acompañamiento poético, es así que la narrativa musical se transforma en un testimonio oral necesario en la investigación de las características de la construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño, esto sobre todo a partir de 1969 con la grabación de “Pasacana” por el dúo del Pasacanal. Dos canciones son emblemáticas para esta etapa: “La Parreñita” que es una tonada y la “Flor de Pasacana” una chacarera interpretadas por Fortunato Gallardo en el violín y Alberto Choque en el bombo (dúo del Pasacanal). A partir de aquel momento la narrativa musical cobra fuerza contando la querencia que no es otra cosa que el amor por la tierra y las costumbres del hombre y la mujer del campo (autodenominados como criollos) que marcan la diferencia con los otros que vienen de afuera.

Invención de una vestimenta en la construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño.

Es también a partir de finales de la década del 70 que se produce un cambio significativo con la evolución en la vestimenta identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño; no existen registros fotográficos anteriores a esta década que demuestren que los hacendados y demás población que se autodenomina “criolla” utilizase un sombrero de cuero con un dobles, si bien es cierto que existen remembranzas orales sobre la utilización de dicho sombrero en las labores del campo pero dichas remembranzas orales pueden ser fácilmente identificadas en un estadio histórico entre 1960 y 1970 no así en otros momentos, por consiguiente era normal y hasta propio de la identidad del criollo hasta antes de finales de la década del 70 y comienzos de la década del 80 que adquieran y utilicen sombreros de paño casi siempre en comercios del norte argentino. También era parte de las características de la indumentaria del criollo la utilización de un saco y un corbatín, pero lo más notorio era el pantalón ancho ya sus mayores se vestían por lo cual sentían orgullo de usar un sombrero de paña, poncho de color caqui y estar bien trajeados. La evidencia fotográfica sobre todo la existente en la colección: “Yacuiba de antaño”[8] y otros documentos gráficos demuestran que por ejemplo dichos pantalones abombachados de diseño sobrio son utilizados de forma permanente por el hombre del campo incluso antes de que se produjese la Guerra del Chaco (ver fotografía fechada en agosto 1931). Pero aquí se da la primera invención, en 1969 el Dúo del Pasacanal utilizaba la indumentaria de acuerdo a las características de la construcción identitaria del criollo hasta ese estadio histórico, pero se sucedió lo siguiente: al alejarse de la frontera y entrar en contacto con el interior de la nación boliviana, se los identificaba como si fueran extranjeros y promocionasen tanto la música como la indumentaria del norte argentino: “del gaucho”.


Fotografía: 15 de agosto de 1931, El Palmar. Fortunato Aré con su esposa María Manuela Márquez. (Nótese los detalles de la indumentaria: Pantalón abombachado, cinturón ancho y las botas altas hasta las rodillas).

Esto es resultado lógico de su condición de frontera, el criollo durante más de 50 años había estado construyendo una identidad que poseía similitudes en lo que se refiere a la indumentaria como lo podemos notar al comparar esta vestimenta con la vestimenta de quienes interpretan la danza de la chacarera en el dibujo titulado: “La Chacarera” de Aurora de Prieto (1947) que representa la danza de la chacarera interpretada por dos bailarines argentinos y que forma parte de las ilustraciones del libro: “Danzas Argentinas”[9].

La Chacarera de Aurora de Prieto

Pero son notorias las diferencias: El criollo del Chaco Tarijeño utilizaba botas altas y no así bajas como es lo común al otro lado de la frontera, el pantalón también es más ancho. En 1977 cuando los Canarios del Chaco, consiguen participar exitosamente del IV Festival Folklórico Nacional de la Canción Estudiantil utilizan una indumentaria que les permite asumir una identidad que no sea confundida por el jurado como “gauchos”. Se produce uno de los primeros registros fotográficos de un sombrero de cuero con un dobles como un símbolo que comienza desde ese momento a ser parte de la construcción identitaria del criollo, pero también se puede evidenciar la utilización de ponchos con los colores comúnmente utilizados en el Valle Central de Tarija y ya conocidos en el interior del país y fácilmente asociados al sur de Bolivia, además de camisas blancas acompañadas de corbatines rojos. Ya que sucedió que hasta 1994 en el Chaco Tarijeño era normal y oficial para los actos cívicos la utilización de la bandera de Tarija, la bandera Verde y Blanco no será declarada símbolo regional hasta ese año.

Los Canarios del Chaco, a lo largo de su trayectoria musical y de sus registros fotográficos evidencian la utilización de la indumentaria de gala que incluía un sombrero de paño, colores caquis en la ropa y sobre todo un poncho que difiere bastante del poncho salteño pero con un cierto grado de proximidad al poncho jujeño que igual que el poncho del Chaco Tarijeño se confunde con el color de la tierra. Es importante, señalar que aquí surge uno de los símbolos más reconocidos del Chaco Tarijeño. El sombrero y también la invención o asimilación en el imaginario del resto de la nación boliviana que un poncho rojo con una delgada franja negra conocido como el “poncho salteño”[10] fuese propio del sur de Bolivia. Es a partir de 2011 que cantautores Yacuibeños como Luchin Zeballos comienzan a revalorizar el poncho color tierra, utilizado por los criollos del Chaco Tarijeño durante las primeras décadas del siglo XX. Esta revalorización surge como una respuesta de la exagerada modificación de la vestimenta sobre todo de quienes interpretan expresiones artísticas como la danza de la chacarera tanto en la misma región del Chaco Tarijeño como en el interior de la nación Boliviana.
Fotografías de los “Canarios del Chaco” utilizando vestimenta identitaria del criollo del Chaco Tarijeño.

Sin embargo en la narrativa poético-musical consolida como símbolo del chaco más que del criollo al sombrero: “…Poco importa que la suela sea de vaca o de novillo lo que importa es que el sombrero sea chaqueño y tenga brillo. […] Pero mucho más lo quiero porque es como un distintivo de este Chaco tan precioso donde yo tranquilo vivo…” (Pelicelli, 1996)[11] la popularidad del tema es uno de los factores que influyen en la desvalorización del sombrero de paño y que se imponga el sombrero de cuero como un símbolo en la construcción identitaria del criollo del Chaco Tarijeño. La narrativa poético-musical también nos va guiando por ese choque cotidiano que representa la convivencia de lo rural y lo citadino: “…Me gusta verme en el barrio donde me vieron crecer el trompo y las bolillas jugando hasta al anochecer […] ojos llenos de querencias violines dentro del ser…” (Cuellar, 1999). Una cotidianidad que ya evidentemente se encontraba bastante alejada de la realidad con la cual se conocía los territorios del Chaco como un lugar donde “…no existe el concepto de Patria y el cuatrerismo está asolando las estancias…”[12] un pensamiento generalizado en 1904 en la capital del departamento y también en el interior de la nación Boliviana era pues que la región del Chaco Tarijeño, carecía de una identidad propia y era más bien una tierra asolada por diversas calamidades a la vez que por sus condiciones naturales era un espacio territorial de difícil asentamiento para los pobladores provenientes del interior.

Conclusión.

Ser frontera es la razón por la cual existen similitudes con la cultura del norte argentino, lo cual no signifique una aculturación sino más bien contribuye con algunos elementos en la construcción identitaria del criollo en el Chaco Tarijeño.
   
La evidencia fotográfica custodiada en la colección “Yacuiba de antaño” que constituye la muestra de la vida social del campo y de la ciudad en los cien años del siglo XX son la prueba de que no existió hasta finales de la década del 70 y comienzos de los 80 una indumentaria definitiva que sea identitaria del criollo del Chaco Tarijeño, desde 2011 surge tanto en los intérpretes de música criolla, la búsqueda de nuevos símbolos que los diferencien de los otros músicos e intérpretes de chacarera del norte argentino, lo que da lugar a una revalorización de la indumentaria característica del criollo de los primeros cincuenta años del siglo XX.

Tanto la narrativa musical, como el texto poético compilado y publicado por sus autores recién a partir de la década del ochenta describen con simples alusiones la vestimenta del criollo, pero si nos dan una visión de la laboriosa vida del campo. Es indudable que la vestimenta es una tarjeta de presentación que pone en evidencia no solo una distinción de clase u oficio, sino nuestras más profundas aspiraciones.[13] En ese entendido la vestimenta de los criollos del Chaco Tarijeño buscaba desde 1900 el poseer características particulares que marquen una condición identitaria.


Bibliografía.

ARZE AGUIRRE, René. El silencio no me dejaba dormir: Entrevista a don Mario Estenssoro. Revista Ciencia y Cultura. Nro. 11 La Paz, Diciembre de 2002
BARRIOS BUENO, Luis Carlos. Leocadio Trigo. Sociedad Científica de Estudiantes de Derecho, Tarija. 2008
CLAROS LÓPEZ, José Luis. Apuntes sobre la fundación de Caiza: Los prisioneros peruanos en su desarrollo. La Columna de Jose. Periódico El Chaqueño. Yacuiba, edición de 9 de julio de 2012.
DE PIETRO, Aurora/CASTILLO, Cátulo. Danzas Argentinas. Editorial Peuser. Buenos Aires, 1947.
DOMENECH, Hervé/CELTON, Dora/ARZE, Hugo/HAMELIN, Philippe. Movilidad y Procesos Migratorios en el espacio de Frontera Argentino-Boliviana. IRD – UAJMS.
FERNÁNDEZ SILVA, Claudia. El vestuario como identidad, del gesto personal al colectivo. Conferencia dictada en la 8va Jornada Académica de Diseño Industrial “las personas y los diseñadores una buena sociedad” en Abril 28 de 2010. Universidad Pontificia Bolivariana
JEREZ, Omar. Ciudad, identidades, y fronteras. Universidad Nacional de Jujuy, Argentina/CONICET. 2002.
PELICELLI, Oliverio. Mi sombrero Chaqueño. 1996

  




[1] Fernández Silva, Claudia. El vestuario como identidad, del gesto personal al colectivo. Conferencia dictada en la 8va Jornada Académica de Diseño Industrial “las personas y los diseñadores una buena sociedad” en Abril 28 de 2010. Universidad Pontificia Bolivariana.
[2] Pág. 56 Domenech, Hervé/Celton, Dora/Arze, Hugo/Hamelin, Philippe. Movilidad y Procesos Migratorios en el espacio de Frontera Argentino-Boliviana. UAJMS
[3] Criollo es una palabra que deriva del verbo "criar", un criollo es alguien que se ha criado en un determinado territorio.

[4] Pág. 3 Claros López, José Luis. Apuntes sobre la fundación de Caiza: Los prisioneros peruanos en su desarrollo. La Columna de Jose. Periódico El Chaqueño. Yacuiba, edición de 9 de julio de 2012. Así sucedió que algunos de los prisioneros de guerra tomados luego de la Batalla de Ingavi llegaron al Chaco Tarijeño en 1843.
[5] De Pietro, Aurora/Castillo, Cátulo. Danzas Argentinas. Editorial Peuser. Buenos Aires, 1947
[6] “…Mi padre fue abogado y ejerció su profesión hasta los 90 años como Presidente de la Corte Superior del Distrito de Tarija, pero era esencialmente un músico. Aparte del piano cultivaba otros instrumentos, formaba parte de una especie de filarmónica; mi tío lo mismo, era otro músico que tocaba violín, de manera que aunque ellos tuvieran unos antecesores de diversas actividades, la música constituyó un motivo esencial de expresión espiritual o artística…” ARZE AGUIRRE, René. El silencio no me dejaba dormir: Entrevista a don Mario Estenssoro. Revista Ciencia y Cultura. Nro. 11 La Paz, Diciembre de 2002
[7] Jerez, Omar. Ciudad, identidades, y fronteras. Universidad Nacional de Jujuy, Argentina/CONICET. 2002.
[8] Colección Fotográfica “Yacuiba de antaño”. Propiedad del Gobierno Autónomo Municipal de Yacuiba.
[9] De Pietro, Aurora/Castillo, Cátulo. Danzas Argentinas. Editorial Peuser. Buenos Aires, 1947
[10] Durante la guerra gaucha de la segunda década del siglo XIX, los soldados del general Martín Miguel de Güemes, llamados "Los infernales", vestían un poncho rojo durante el combate. Tras la muerte de Güemes en combate, se agregaron las dos franjas negras en señal de luto.
[11] “Mi sombrero Chaqueño” Canción Letra y música de Oliverio Pelicelli. Interpretada por Juan Enrique Jurado en 1996.
[12] Pág. 2 Barrios Bueno, Luis Carlos. Leocadio Trigo. Sociedad Científica de Estudiantes de Derecho, Tarija. 2008
[13] Fernández Silva, Claudia. El vestuario como identidad, del gesto personal al colectivo. Conferencia dictada en la 8va Jornada Académica de Diseño Industrial “las personas y los diseñadores una buena sociedad” en Abril 28 de 2010. Universidad Pontificia Bolivariana.

viernes, 12 de julio de 2013

Pan Casero y una taza de leche caliente Por José Luis Claros López

Pan Casero y una taza de leche caliente
Por José Luis Claros López

A la media noche se cortó la luz, ahora ya eran las cuatro de la mañana de un lunes de junio del año Seis y para este momento el ambiente ya estaba impregnado por la humedad del sereno. Mentiría si cuento para que no sea cuento que no sentía frío. Ahora bien, el “cómo” terminaron Cantor, Chapaqueño y Pan Casero sentados a las cuatro de la mañana en una banca de la plaza del Valle de Nuestra Señora de la Concepción es muy complicado, así que por tal motivo mejor es no contarlo tan temprano. Porque lo importante ahora es contar la historia de lo que sucedió después. Eran las cuatro y un minuto de la mañana, hasta ese momento el Cantor continuaba en silencio abrazando a la sonora y Pan Casero pidió un cigarrillo más, el Cantor le dirigió una de aquellas miradas que hacen dar miedo. Entonces sucedió, Pan Casero se quedó por fin callado luego de no haber dejado de hablar desde que se cortó la luz. Primero, lamentándose por el incidente y luego, narrando por septuagésima primera o septuagésima segunda vez la historia de cómo conoció en la “Fuente de los Deseos” a… la innombrable, dice interrumpiendo la narración el Chapaqueño mientras ríe por la ocurrencia de bautizar como la innombrable a la Margarita, la rueda de amigos festeja la ocurrencia solo Pan Casero se queda callado, después simplemente bebe seco el vaso de “aura trago” una mezcla conscientemente alcohólica de singani, con soda sprite y licor de menta que se le agrega para darle un buen color, luego pide nuevamente que le llenen el vaso. Tal parece que ya no quiere contar que sucedió después, entonces los demás le dicen al Chapaqueño que se calle y que deje a Pan Casero contar la historia sin más interrupciones. Eran las cuatro y cinco de la mañana, entonces solo el sonido producido por los dedos del Cantor realizando una especie de clave morse sobre el brazo de la sonora hacían llevadero el silencio.
A las cuatro y seis los tres escuchamos el ruido de un vehículo, pensábamos que podía ser el primer trufi que se dirigía hacia Tarija, pero en lugar de acercarse hasta la plaza el ruido se alejó por otra calle, Pan Casero por el frío está con los brazos cruzados sobre su pecho, Chapaqueño comentó en aquel momento como si podría ser importante lo que había leído alguna vez; que según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor y que la verdad el frío no existe y que se había creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor. Ahora Pan Casero sin pronunciar palabras, le dice con su mirada, “y eso a quién le importa, calladito Chapaqueño sos más chura persona”. Entonces el Cantor ya no puede más necesita renegar, así que rompe con su silencio, porque a quién se le ocurre despachar al taxi que nos trajo a media noche desde Tarija, solamente a vos Pan Casero, aurita yo no estaría sufriendo de ausencia de calor, la sonora estaría depositada cómodamente sobre su silla y yo estaría plácidamente dormido aspirando el perfume de los cabellos de la Lucerito, pero claro ustedes tenían que cruzarse por mi camino ayer por la tarde y recordarme vos Chapaqueño, que me lo hiciste pierna en la universidad con la Lucerito y que cuando ella se puso brava conmigo por culpa de los chismes de sus amigas, este Pan Casero bueno pa’ nada fue útil por primera vez en su vida, porque resultó para mi suerte ser el mejor amigo de la Lucerito, pero bueno no es culpa de ustedes, el más tonto aquí soy yo por haberme dejado convencer… En fin, pero como pues Pan Casero vas a despachar el taxi. Y así durante varios minutos éste continuó desahogándose, incluso recordando el encuentro. Mientras él regateaba por el precio de un cd con canciones del Maestro Nilo Soruco Arancibia que aquél vendedor de piratería había traído directamente hasta la Víbora Negra desde su fábrica clandestina en la calle Cochabamba del barrio La Loma, por un precio igual y con la misma calidad de la piratería peruana que cruzaba la frontera por Desaguadero; escuchó que le llamaban por su nombre y al girar, se da con Pan Casero y Chapaqueño que lo abrazan y le dicen que justo lo necesitaban para una buena causa. El Cantor no podía sospechar lo que sucedería ocho horas después. Luego del encuentro los tres se dieron modos para seguir conversando mientras caminan entre la multitud que no dejaba de comprar y vender a las cuatro de la tarde de aquel domingo de junio en la Víbora Negra, en cierta manera los tres amigos solo se dejaron guiar entre la multitud por el “olor” del pollo que se cocina sobre las brasas, al final llegaron al lugar de donde provenía el delicioso aroma, era un puesto improvisado casi sobre la calle y frente al gigantesco tobogán, entonces buscaron una mesa y el Pan Casero continuaba explicándole al Cantor su plan, Chapaqueño pidió tres platos y dos chelas bien helenas, luego fue Pan Casero quien pidió dos chelas bien helenas más, luego fué nuevamente Chapaqueño y así siguieron hasta que la señora que atendía les dijo que ya eran las diez de la noche y que ya solo faltaba levantar esa mesa para poder retirarse del lugar para regresar adonde vive porque la verdad, es bien lejos por el lado de la Panamericana más allá de la PIL, ellos la miran en silencio como si la doñita les hubiera contado la fórmula secreta del saice de Doña Pastora pero en chino mandarín, entonces la doñita les dice lo mismo pero esta vez en quechua para que la comprendan por si sus clientes no entendían bien el español, los tres la miran sonriendo y ya solo por fregar la paciencia le piden entre risas “dos chelas bien helenas más caserita”, entonces se acercó hasta la mesa el marido de la caserita que la conoció a ella en Sacaca y con muy buenos modales primero les cobra la cuenta, pero después que le pagaron cambió radicalmente sus buenos modales y les amenazó que si no se largaban llamaría inmediatamente a su sobrino quién es policía, para evitar mayores complicaciones los tres entonces por fin se levantaron de la mesa, caminaron medio zigzagueando por el lado del cementerio, luego por una callejuela oscura hasta llegar a la esquina de la calle Busch y ahí el Cantor pidió que lo esperen un cachito para poder abuenar a la Lucerito y sacar a la sonora, mientras lo esperaban el Chapaqueño se acercó a una tienda de las que cierran tarde porque son de barrio, pero solo compró media cajetilla de cigarrillos después se arrepentiría de tal decisión, mientras tanto el frío viento les fue haciendo perder la borrachera. Esperando al Cantor pasaron veinte largos minutos y recién entonces él salió con una sonrisa triunfal en el rostro pero antes que nos contara porque se había tardado tanto, la Lucerito se asomó por la ventana y le gritó poniéndole todo los puntos a las íes sin necesidad de arrojarle un zapato a la cara, que si no regresaba hasta las once mejor ya no regrese nunca más. El Cantor se quedó sin expresión, era evidente que ahora ya no inventaría una fabulosa historia para justificar el porqué se había tardado tanto. Por las calles de una Tarija nocturna solitaria y fría de junio, los tres siguieron caminando hasta llegar a la Domingo Paz, ahí pararon un taxi. Cuando ya estaban los tres cómodamente sentados le dicen al taxista el lugar de su destino, el taxista prendió la luz interior del auto y giró su rostro para mirarles con desconfianza mientras muy seriamente les advertía que no intentaran hacerse los pendejos con él porque ya era tarde y que si querían ir hasta el Valle a esa hora, tendrían que pagar por adelantado, el tipo no era un taxista cualquiera en el camino les contaría su hoja de vida, que nacido en Santa Rosa del Sara, que cinco años de mototaxista en Montero, que diez años de micrero en el Plan 3000 y obviamente habría seguido por esos rumbos de no haber sido porque conoció a la Francisca esa chapaquita que lo sedujo con sus ojos negros en ese restaurante de comida tarijeña por la “Tres pasos al frente” y sí que le costó conquistarla, porque cuando a la Francisca se le ocurrió volverse a su pago él se había tenido que venir hasta Tarija como chofer de flota interdepartamental sin conocer el camino solo para poder encontrarla, pero bueno al final no se arrepentía de nada porque después de siete años ya ni como camba hablaba y por sobre todo había comprendido que cuando uno ama de verdad es capaz de recorrer las distancias que sean necesarias y de jugárselas a la hora de conquistar a la mujer amada. En aquel momento, Pan Casero pagó lo que le dijo el taxista, varios minutos después que la verdad parecieron como si fuera más de una hora por fin llegaron a la plaza del Valle de Nuestra Señora de La Concepción, el último en abandonar el taxi fue Pan Casero. Los otros dos habían avanzado sus buenos pasos cuando se dieron cuenta que ya el taxista se alejaba por el mismo camino por donde había ingresado. Entonces el Cantor muy serio le preguntó a Pan Casero donde vivía la “víctima”. Pan Casero respondió que no lo sabía pero que llamaría para preguntar a su amiga de la Margarita, Chapaqueño entonces dijo en voz alta “les cuento que no tengo señal en mi celular”, Pan Casero intentaba llamar y tampoco podía, los tres se miraron preocupados. Habría que buscar una cabina. Entonces sucedió, un gato negro pasó delante de los tres y el Chapaqueño dijo “es de mala suerte”, los tres sonrieron al mismo tiempo pero dejaron de sonreír cuando se fue la luz.
Eran las cuatro y veinte de la mañana, entonces Chapaqueño dice que podrían haberse arriesgado en el puesto policial, al menos habrían dormido en un lugar bajo techo, Pan Casero entonces cambia de tema recordándoles que a pesar de todo el más fregado era el Cantor porque la Lucerito lo estaría esperando con una sartén en la mano, pero lo bueno es que como ella era estudiante de décimo semestre de enfermería entonces al Cantor le saldrían baratas las curaciones. Ni el Chapaqueño, ni el Cantor celebraron el comentario de Pan Casero.
Señora buenas noches va disculpar usted queremos usar la cabina telefónica; respondieron los tres casi en coro cuando del interior de la casa de paredes de adobe una voz de mujer anciana preguntaba quién golpeaba la puerta, después de que les escucha decir sus nombres y que necesitaban usar la cabina telefónica, la voz al otro lado de la puerta les advirtió que no les  abriría y que se vayan si no querían tener problemas, luego ellos le preguntaron donde vivía la familia Ortega, hay muchas familias Ortega en este pueblo les respondió la voz al otro lado de la puerta. Estaban por preguntar de nuevo cuando prefirieron alejarse al escuchar los ladridos del que parecía ser el perro más grande del mundo que provenía desde algún lugar en el interior de aquella casa. Intentaron en otras cuatro puertas más, obteniendo por respuesta los ladridos frenéticos de dos o más perros y tuvieron miedo de que apareciera la policía por eso regresaron a la plaza. Noventa minutos después de la media noche, mientras Chapaqueño encendía el primer cigarrillo los tres comprendieron que debieron pensar en un mejor plan.
Eran las cuatro y media de la madrugada y el Cantor dijo que solo les quedaba caminar para no sentir más el frío, así que los tres caminaron por un buen rato sobre un camino de piedras, hasta que llegaron a la carretera. A las cinco de la mañana vieron que se aproximaba un pequeño micro, veinte minutos después de abordarlo el Pan Casero comenzó a contarle al chofer la historia de lo que les sucedió, el chofer entonces les cuenta que también Margarita es el nombre de la hija de su compadre Nelson Ortega que vivía en el Valle, Pan Casero dice que justo así se llama el padre de la Margarita, el chofer comenzó a reír mientras les explicaba que la familia que buscaban vivía tan solo a media cuadra de la plaza por la vereda de la iglesia, cuando se bajaron del vehículo, apresuradamente intentó el Cantor despedirse pero sintió como el Chapaqueño lo sujetaba por el brazo para que no pudiera escapar, mientras al Pan Casero le preguntaba si ahora que ya sabe donde vive la Margarita vá regresar. Pero él, no respondió y al escuchar al Chapaqueño preguntarle lo mismo por segunda vez, lo único que hizo fue meter las manos a los bolsillos, observar la calle vacía y decir, tengo sueño. El Cantor, entonces mira la hora en el celular ya eran las cinco y treinta de la mañana apenas hizo eso la batería del celular se agotó, los tres sintieron el silencio de la soledad de las historias que a veces terminan no de la forma que se desea, un silencio de cementerio interrumpido por un fuerte bocinazo y una voz que les grita una pregunta: “¿Oigan changos, así que recién regresaron?” era el mismo taxista de la noche previa.
A las seis de la mañana Margarita ya estaba despierta, buscando por todos los rincones la caja de fósforos para encender la cocina y calentar la olla con la leche, mientras escuchaba contar a su madre que llegaba de comprar pan, que unos borrachos habían ido con quien sabe que mala intención a la casa de Doña Felicia justo cuando se corto la luz, con el pretexto de utilizar la cabina telefónica. Mientras Margarita la escuchaba sin detener su búsqueda, entró a la cocina su padre a quien ya las canas le daban el aspecto de haber nacido cuando era normal invitar para Corpus Christi vino patero en copa de ajipa y bostezando preguntó a su hija que buscaba, la caja de fósforos respondió ella, él observaba en silencio como también su esposa se sumaba en la búsqueda de la caja de fósforos que siempre desaparecía y mientras metía la mano en su bolsillo sintió la cajetilla de cigarrillos, pensar que su señora siempre se los “decomisa” porque no le gusta que fume, fue entonces cuando los tres se quedaron estáticos escuchando el sonido de una guitarra y a una voz de cantor cantando una romántica copla y a la que luego se sumaron otras dos voces desafinadas, fue Margarita la que comprendió que la serenata era en la puerta de la casa, su padre dijo, pues serán las mañanitas porque ya son más de las seis.
En el Valle de Nuestra Señora de La Concepción, ya todo el pueblo estaba despierto y los que transitaban por las angostas veredas al ver la escena se detenían para escuchar el trío algo desafinado cantando frente a la casa de los Ortega, entonces abrió la puerta el padre de la Margarita para ver quiénes eran. Pan Casero después de saludar se recontra enredó intentando explicar que simplemente traían serenata para la Margarita, Don Ortega les recordó que las serenatas son de noche, los tres vieron la cara del señor que parecía de pocos amigos con sus cejas muy pobladas todavía negras, su ceño fruncido y su cabello blanco sin peinar. Entonces escucharon decir a uno de los curiosos algo en su favor, pero a Don Ortega no le caía en mucha gracia la escena que se sucedía en la puerta de su casa, entonces apareció su esposa y le preguntó porque cantaban y Pan Casero respondió cual era el motivo de su canto, ella se alegró bastante y los invitó a que pasen a desayunar, mientras en la calle los curiosos continuaron su camino dejando de contemplar la escena. Pan Casero al querer ingresar a la casa se detiene al ver todavía el rostro con el ceño fruncido de Don Ortega, que con una voz áspera les recordó que la señora dice que pasen, al llegar a la cocina la Margarita se sorprende, Pan Casero le dice que la serenata era para ella y al decir esto, el Cantor sonrío y levantando a la sonora nuevamente comenzó a cantar la canción interrumpida, pero esta vez fueron los cuatro perros batuques de la casa quienes hicieron el coro creando un bullicio insoportable, por ese motivo Chapaqueño se mordió los labios y Pan Casero ya solo esperaba que Don Ortega después de permitirles entrar por la puerta los arrojase por la ventana, pero para su sorpresa solo escucharon su voz fuerte de hombre de campo ordenando a los perros que se callen, el cantor también obedeció la orden y asustado se terminó sentando sobre una caja de cartón con botellas de vino patero que por milagro no se rompieron. Al rato las dos mujeres continuaban dando vueltas en la cocina, Don Ortega les pregunta de nuevo que buscaban y ambas le responden que no encontraban los fósforos, aquí los tengo le respondió él y sacándolos de su bolsillo los dejó sobre la mesa con un golpe seco que retumbó en los cuatro rincones de la casa. Cuando la leche se calentó, la Margarita con esmero ayudaba rápidamente a su madre a servir las seis tazas, mientras alrededor de la mesa los cuatro hombres permanecen en silencio, el Chapaqueño creía estar viviendo una escena del far west y que Don Ortega en cualquier momento sacaría un revolver de un escondite secreto bajo la mesa y llenaría de plomo a Pan Casero por atreverse a intentar cortejar a la que de seguro debe ser su única hija, Pan Casero pensaba que la Margarita se veía hermosísima cuando recién se despertaba y el Cantor… El Cantor seguía preguntándose cómo fue posible que se dejara convencer por segunda vez por el Chapaqueño a entrar en el mismo taxi para regresar a “este lugar”. Entonces las dos mujeres depositaron las tazas con la leche humeante sobre la mesa, luego trajeron en una canasta el pan y un recipiente con miel. El padre de Margarita comenzó a desayunar sin dejar de mirar a Pan Casero, fue aquel momento cuando el Cantor preguntó a Pan Casero por la hora, el señor entonces creyó escuchar otra cosa y le dice al Cantor que lo que ahora están comiendo si es pan casero y que Doña Felicia lo saca del horno bien temprano por la mañana. El Chapaqueño empezó a reír, mientras explicaba, no señor el Pan Casero es esté inútil aquí presente señalando a Pan Casero, le decimos así por..., la cara de Don Ortega seguía inmutable. Por un motivo que mejor se lo cuento en otra oportunidad; Don Ortega entonces mirando a Chapaqueño le dice que con razón eso lo explica todo, por su tono de voz joven usted es del Chaco, aquí en este pedazo de cielo las serenatas son de noche y no a cualquier hora. Nada que ver señor, interrumpe ahora el Cantor quien señalando a su amigo le dice a Don Ortega, él es de allá, pero lo echaron y lo adoptaron en Tarija y comienza entonces a reír, el Chapaqueño le interrumpe para explicar que la verdad sus padres son de Tomayapo pero que se compraron en los años ochenta un pequeño terrenito donde sembraron maíz en el Chaco y que por eso el nació en la posta de salud que queda justo a la vera del camino que atraviesa Caiza La Vieja, que queda más allá de Caiza Estación que a su vez está por el camino que sale a Caiza Cruce. El señor los escuchaba en silencio, entonces miró fijamente a Pan Casero que temblando sostiene la taza de leche, parecía que le quería decir algo cuando Pan Casero respondió lo que no le preguntaron; yo no soy de aquí soy de la frontera, de Bermejo al otro lado queda el Chaco de Oran y quiero decirle que desde que conocí a su hija Margarita sentada en una banca junto a la Fuente de los Deseos con sus negros cabellos en trenza, vestida con una corta pollera morada y una blusa amarilla estampada con amancayas en la noche del jueves de comadres, me acerqué a ella y le regalé una flor roja como sus labios y desde aquel tiempo no he dejado de respetarla, ni de quererla como si fuera el primer día y que por eso quiero decirle a usted señor que deseo ser el novio formal de su hija y claro está, he venido para conseguir su bendición. La Margarita estaba roja tomate, el Chapaqueño y el Cantor ahora solo deseaban escapar de aquella cocina, el señor se bebió en un trago largo toda la leche caliente de la taza sin pestañear. Después mirando a su hija le preguntó que pensaba de todo esto. Que vá pensar ella, dijo su madre bien clarito para que su marido la comprenda, si los dos están enamorados déjalos pues y mirá que vos nunca me trajiste serenata. Que las serenata son de noche no de día, protesta Don Ortega, para el caso son lo mismo dice su esposa. Don Ortega observando el brillo inusual en los ojos de su hija la escucha decir cuánto quiere a Joaquín que así es como se llama Pan Casero y comprendiendo la inevitable situación hace escuchar su voz patriarcal; antes que nada Joaquín límpiese la cara, porque desde hace rato que se le hizo un bigote con la leche.
¡Chala la historia Pan Casero!, dice Chicano. Deja de decir chala, en lugar de churo porque no puedes comprender Chicano que ya no estás en Sucre le increpa el Chapaqueño, todos ríen al darse cuenta que Chapaqueño cumplió con quedarse calladito sin interrumpir la historia. En fin, Pan Casero lo bueno es que ahora ya tienes la bendición de su padre de la Margarita. Y sí, pero bueno Chicano hablar de una historia de amor no siempre puede ser tan simple como decir leche, para no decir líquido lácteo de color blanco que segregan las ubres de una vaca y que… ¡Silence! expresa de golpe la Ingrid que desde hace una semana es la novia de Chicano y les reclama, ¿Por qué ustedes siempre quieren filosofar con todo? La rueda de amigos ríe con la observación de la estudiante de idiomas y se dan cuenta que ya son más de las diez de la noche y Carlos les recuerda;…a todo esto al final que le pasó al Cantor hace ya una semana que no lo vemos y ni siquiera ha venido esta noche, imagínate noche de San Juan y no hay ni el Cantor, ni el sonido de su ¿Cómo es que le llama él?… ¡Ah! ya recuerdo, la sonora. ¡Ups! dice preocupada la Ingrid para luego entre risas comentar que de seguro la Lucerito le debe haber mandado al hospital. No que va, lo que pasa es que para calmarla cuando regresó a su cuarto faltando cinco minutos para las once… pero de la mañana; el Cantor le cantó una serenata, bueno una mañanita, bueno lo que sea y el resto es otro cuento. Entonces Chapaqueño comenta que Cantor está todavía por Villazón, en la casa de los padres de la Lucerito, explicándoles que se van a casar, claro que no creo que le cuenten que ya llevaban viviendo con sus idas y venidas, como tres años en el mismo cuarto y que cada que llegaban de visita sus padres de la Lucerito, ambos se las ingeniaban para que nunca los descubrieran, pero bueno suele suceder. Chapaqueño entonces llenando él mismo su vaso, les dice a todos: ¡Salud por eso!, porque se nos casa el Cantor y porque Pan Casero como si fuera un cuento y no la vida real al final encontró el amor junto a la Fuente de los Deseos.


Desde Caparai, invierno del año Doce.

martes, 4 de junio de 2013

LA MASACRE DE UNCÍA DEL 4 DE JUNIO DE 1923

LA MASACRE DE UNCÍA DEL 4 DE JUNIO DE 1923
Por José Luis Claros López

Al igual que en el resto de América Latina a fines del siglo XIX y comienzos del XX, en Bolivia comenzaron a formarse las primeras organizaciones obreras, a lo largo de la década de 1910 y 1920 se organizaron y aumentaron la participación de los obreros, sobre todo en los sectores mineros ya que las minas eran explotadas por empresas extranjeras a lo largo del sector cordillerano del país, logrando un gran auge económico para el país pero, a la vez  tuvo como consecuencia la explotación de una gran parte de la sociedad y de los trabajadores bolivianos. Es así como el Primero de Mayo de 1923 en Uncía adquirió contornos apoteósicos, dejó de ser fiesta de regocijo para convertirse en el punto de arranque de la enconada batalla en pro de la organización de los trabajadores.

El primero de junio fue decretado el estado de sitio. Mientras tanto cuatro unidades del ejército se habían ido concentrando en Uncía: los regimientos “Sucre “, “Ballivián”, “Camacho” y el “Batallón Técnico”. El día 2 de junio patrullas de soldados armados recorrían las calles de Uncía; era el preludio de las jornadas trágicas que se aproximaban.
En los considerandos del Decreto de estado de sitio se sostenía que en determinados centros de la República se presentaron “síntomas evidentes de una honda conmoción política que viene envolviendo a elementos obreros en un movimiento general de alteración del orden público”. Además se hablaba de “la manifiesta intervención de agitadores anarquistas y políticos revolucionarios”.
Lo que se viene sosteniendo encuentra su confirmación en el mensaje leído por Saavedra ante el Congreso el 6 de agosto de 1923:
“Simultáneamente los trabajos de subversión se preparaba un paro general de obreros en toda la república, especialmente de mineros y ferroviarios, con el fin de producir un transtorno general... Tal medida dio ocasión a que las fuerzas del ejército apostadas en Uncía fueran atacadas con dinamita y armas de fuego.
En vano los jefes de cuerpo trataron de disuadir a los obreros a abstenerse de procedimientos violentos, satisfechas como quedaban sus demandas. El ataque arreció no quedando más remedio que apelar a las armas en uso de legítima defensa. De tal actitud resultaron cuatro muertos y cuatro heridos”. La justificación del asesinato y la falsificación deliberada de los hechos encajan dentro de la tradición de los gobiernos rosqueros.
La palabra del Presidente popular y querido por los artesanos se aparta deliberadamente de la verdad. Que los obreros se daban modos para expresar su repudio a las tropas armadas es cosa que nadie puede dudar, pero no es exacto que la provocación hubiese partido de aquellos. Las autoridades y la alta jerarquía militar incitaron premeditadamente a las masas para que se vean obligadas a protestar y así justificar el asesinato colectivo.
Carrasco se hace eco, para servir mejor los intereses de los que le mandan escribir, de toda la propaganda oficialista y patronal sobre la supuesta agresión de los obreros a los soldados armados hasta los dientes.
“El comandante militar mantuvo una actitud conciliadora, pero los mineros desoyeron las amonestaciones y atacaron a las tropas. Estas se defendieron (¡pobres angelitos!) y se produjo lo inevitable: cuatro muertos y varios heridos”. Para el que ha escrito la biografía de Patiño resulta insignificante ese escaso número de muertos y le parece absurda la agitación que siguió a la masacre: “El interés político convierte fácilmente cuatro muertos en cuatrocientos, lo que despierta la emoción popular y el repudio extranjero”.
La conclusión es lógica: los cuatro muertos eran poca cosa si se trata de castigar a los agitadores extremistas: “No tenía el regimiento más alternativa que rechazar el ataque de los trabajadores... Esa fue la llamada “Masacre de Uncía” que el Presidente Saavedra atribuyó en su mensaje al Congreso Nacional a “unos cuantos agitadores que sin tener comprensión cabal de los problemas que afectan al proletariado, infiltran en las masas de trabajadores ideas falsas, fragmentarias y alucinantes”.
El 4 de junio, a horas 11, el Tcnl. Villegas, el My. Ayoroa y Blik visitaron a Gamarra en el lugar mismo de su trabajo, la maestranza de socavón Patiño, para invitarle a entrar en charlas en el local de la Subprefectura y buscar una forma de arreglo al conflicto con la empresa. Los obreros, que instintivamente comprendieron que su dirigente corría peligro, se opusieron a la realización de la entrevista. Los federados se tornaron quisquillosos debido a la presencia de fuerzas armadas en el distrito. La clase cuando se pone tensa en los momentos de agudización de un conflicto saca a flote toda su capacidad creadora y de orientación que hasta entonces permanece en su subconsciente. Los individuos aislados pueden perder la brújula y caer en las celadas más torpes, la clase, actuando colectivamente. Se orienta mejor guiándose por su instinto. Leamos lo que dice el informe redactado por Gamarra:
“El momento en que el Presidente de la Federación se encontraba cerca al local de la Subprefectura, un regular número de compañeros obstaculizáronle el paso hacia adelante, manifestándole que engañosamente le invitaron a conferenciar. Fue menester que el digno compañero Gamarra les explicara que trataba únicamente de solucionar el conflicto entre la Federación y las empresas, a fin de que le dejaran penetrar a la Subprefectura. Ya dentro del tantas veces citado local, el compañero Gamarra se encontró con el valiente camarada Gumercindo Rivera L., Vicepresidente de la Federación, con el Dr. Melitón Goitia, Presidente del Partido Republicano Saavedrista, con el doctor Silverio Saravia, Juez de Partido, y con el doctor Gregorio Vincenti. El Tcnl. Villegas, subprefecto accidental, les dijo a estas cinco personas: tengo el sentimiento de notificarles que quedan presos por orden del Gobierno”.
Los obreros consideraron que el apresamiento de los “doctores” no era más que una triquiñuela para hacer consentir a la opinión pública de que la huelga estaba inspirada por estos políticos. Otros documentos, que más tarde fueron registrados en la misma prensa de izquierda, demuestran que las autoridades estaban convencidas que esos elementos mantenían peligrosas vinculaciones con los federados.
Mientras tanto los trabajadores habían ido concentrándose en la plaza “Alonso de lbañez” (sitio donde está ubicado el local subprefectural) y seguros de que sus dirigentes habían sido apresados, lanzaban gritos pidiendo su libertad.
La “Plaza Alonso de lbañez”, a pesar de no ser más que un pequeño claro formado por la desembocadura de varias calles irregulares, es una de las más importantes de la capital de la Provincia Bustillo. Testigo mudo de muchas hazañas de la clase obrera y de horrendos crímenes cometidos por la rosca y el militarismo. Rodean a esa plazuela las oficinas más importantes: juzgados, correos, policía y en sus veredas se apiñan abogados, picapleitos, litigantes, desocupados y malentretenidos.
En 1923 Uncía había alcanzado mucha importancia por el crecido número de habitantes y por el gran volumen de su comercio. La “Plaza Alonso de lbañez” era también sitio de estacionamiento de automóviles de alquiler.
En esa plaza había, en el centro mismo, un reloj de sol, que la mano irreverente de algún alcalde de pocas luces ha destruido y colocado en su lugar algunos arbolitos.
Gamarra y Rivera, interesados de que los trabajadores no fuesen asesinados por el ejército, salieron a la puerta de la subprefectura para exhortar a los manifestantes en los siguientes términos:
“Compañeros: en este momento hemos sido notificados para ir a la ciudad de La Paz y presentarnos ante les señores gobernantes. Nosotros estamos resueltos a marchar. Ustedes nada deben temer por nosotros, porque todos los actos que hemos realizado, los actos de la Federación han sido hechos a plena luz. Pueden retirarse y esperar los resultados que tendremos con los gobernantes” (Gamarra).
“Compañeros: les quedamos reconocidos por la actitud que han asumido, demostrando así la solidaridad que existe en nuestras filas. Si nada habéis conseguido al reclamar reiteradas veces por nuestra libertad, retiraos a vuestras casas. Abandonad en el presente momento toda gestión por nuestra libertad, porque nada conseguiréis de la insensibilidad de los dueños de la situación, quienes sin motivo y nada más que por satisfacer los caprichos de los déspotas Diaz y Blik y sus secuaces Iporre y Noya, nos han reducido a prisión como si fuéramos criminales. ¿Tratarán de atemorizarnos de esta manera? Error profundo. Los hombres de convicción y de ideales altos jamás se rinden. Iremos a La Paz, nos presentaremos ante los gobernantes, según nos ha dicho el subprefecto interino; pero iremos con la cabeza alta y la conciencia tranquila, y allí nos reinvindicaremos. Vosotros estáis convencidos de que la Federación, la cruel pesadilla de nuestros verdugos, que les ha hecho temblar de pies a cabeza a su sola iniciación, jamás ha pensado en la política como nos han calumniado los explotadores Blik y Díaz. El gobierno tendrá que convencerse de la verdad de los hechos y se arrepentirá de haber dado crédito a las autoridades que cotizan sus conciencias. Dentro de pocos días nos tendréis de vuelta a vuestro lado para seguir laborando con más razón por la libertad de nuestra clase y contra el despotismo de los capitalistas; y si sucede algo con nosotros. Eso no será nada; para eso están ustedes, miles y miles de explotados que nos reemplazarán en nuestros puestos de honor y sacrificio.
“Por última vez les suplico que se retiren a sus casas, porque todo reclamo será inútil ante la fuerza de las bayonetas” (Rivera).
La alocución de Rivera se distingue por su enorme sinceridad y valentía, pero no alcanza a disipar el malentendido en que habían caído los dirigentes: creer que el Ejecutivo podía hacerles justicia y castigar a los capitalistas.
La masa obrera sencillamente no se movió y siguió reclamando la libertad de sus dirigentes. Frente a tal actitud, el mayor Ayoroa conminó a los trabajadores a disolverse. Ante la tenaz negativa ordenó a los soldados del “Batallón Técnico” hiciesen fuego. El documento de los obreros proporciona los siguientes pormenores:
“Los soldados se negaron a salir a la calle. Entonces el My. Ayoroa se encolerizó y haciendo uso de medios violentos obligó a los soldados a salir a la calle. Ordenó nuevamente que dispararan sus armas contra la masa de obreros y obreras; los soldados acataron la orden, pero dispararon haciendo puntería a una altura considerable, razón por la cual no fueron victimados los indefensos trabajadores. Encolerizado aún más el jefe del “Batallón Técnico”, al ver que sus órdenes no se cumplían al pie de la letra, increpó a los soldados con palabras obscenas y cogiendo una ametralladora mató a cuatro trabajadores e hirió a doce, de éstos murieron tres en los siguientes días, así comenzó esta brutal masacre”.
Tales acontecimientos luctuosos se desarrollaron aproximadamente a las seis de la tarde y todos los observadores coincidieron en atribuir el asesinato al mayor Ayoroa.
Al día siguiente de la masacre, el 5 de junio, ingresaron a la huelga cerca de 6.000 obreros de Uncía-Catavi, movimiento que duró inclusive hasta el día 9, en esta última fecha un nuevo delegado del gobierno, Hernando Siles, impuso a los federados un pliego de conclusiones que les era totalmente desfavorable. En las conversaciones intervino también el sacerdote franciscano Fernando Gonzáles, quien aconsejó a los huelguistas aceptar los puntos de vista propuestos por la empresa, como aquel de dividir la Federación en dos secciones independientes y que no tuviesen vinculación alguna entre ellas. Por este camino fue totalmente destruida la joven Federación Obrera Central de Uncía.

Bibliografía:
Lora, Guillermo. Historia del Movimiento Obrero Boliviano. Ediciones del Partido Obrero Revolucionario. Sin fecha de edición.

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