jueves, 30 de marzo de 2017

La Columna de Jose: HEMOS COMETIDO ERRORES Por José Luis Claros López

La Columna de Jose (*)
HEMOS COMETIDO ERRORES

En marzo de 2017, el Gobierno Autónomo Municipal de Yacuiba, determinó suspender la entrega del desayuno escolar, con la finalidad de iniciar un proceso de investigación sobre la legalidad de la empresa y la calidad del producto. Dos años antes, el domingo 29 de marzo de 2015, más de 20.000 Yacuibeños que representaban casi el 50% del padrón electoral votaron por el Dr. Ramiro Vallejos para que sea el Alcalde de Yacuiba, todavía le falta la mitad de su gestión, sin embargo estos últimos tiempos el Edificio Municipal fue constantemente tomado por sectores sociales que a diferencia de antes no son movilizados por consignas partidarias, otros sectores ciudadanos igual constantemente reclaman que se cumplan las promesas de campaña, sin olvidar que los aliados de ayer hoy son enemigos que no se pueden ver ni por facebook, tristemente nuestro actual Alcalde fue bautizado por su aliado político de ayer como un “Traidor y Desleal”, dicen por ahí que quien traiciona una vez traiciona siempre, pero que importan las traiciones en política lo que cuenta es que sean leales con su tierra y con su pueblo. Pero por ahora su pueblo, el pueblo que fue a las urnas aquel domingo de marzo de 2015 y eligió a Ramiro Vallejos como Máxima Autoridad del Municipio, siente un desencanto cada día más creciente, un desencanto que se produce por el incumplimiento de sus promesas electorales ó cómo reconoció el mismo Alcalde Ramiro Vallejos en Conferencia de prensa realizada la mañana del 29 de marzo de 2017 indicando lo siguiente: “…Hemos cometido errores...”, errores como por ejemplo: No entregar el famoso Bono Esperanza, no entregar mochila escolar el año 2016, entregar libros fotocopiados a estudiantes del área rural el año 2017, tirar por el piso aquel proyecto de justicia social llamado “Una computadora por alumno”, protagonizar constantes cruces de palabras altisonantes hasta llegar al nivel del asco entre los “amigos” que levantaban la bandera de UDA y que hoy son fracciones irreconciliables por lo menos por ahora; el abandono de políticas públicas serias en materia de salud, la constante cantaleta de que todo se justifica por la disminución de recursos, bochornosas escenas en las cuales al estilo de una dictadura militar se intentaba callar voces que criticaban la gestión de las autoridades, páginas de periódicos destrozados en pedacitos porque no eran del agrado de las autoridades municipales el titular de la fecha y ver la transformación camaleónica del supuesto Alcalde Opositor en un militante más Evista que Evo.       

“…Hemos cometido errores...”, reconocía públicamente Ramiro Vallejos, en el preciso momento cuando el cielo se oscurecía presagiando una tormenta, justamente la mañana que se cumplían ya dos años del día cuando ganó las elecciones municipales, un sinceramiento que rara vez sale de la boca de un político, sin lugar a dudas todos cometemos errores no existen seres perfectos, lo malo es que a veces tardamos tanto en darnos cuenta que cometimos errores que ya cuando reconocemos tal situación, no estamos al borde del precipicio sino que ya vamos cayendo por un abismo y sin paracaídas. Días antes que Ramiro Vallejos, reconozca con esa frase: “…hemos cometido errores…” que algunas cosas están mal, el Concejal del Municipio de Yacuiba, el Ing. Mario Cavero realizaba una declaración a los medios de comunicación, en la cual señalaba la existencia de irregularidades en el Desayuno Escolar, informando que los productos distribuidos a los niños del área rural de Yacuiba y que formaban parte del Desayuno Escolares no contarían con registro sanitario. Los errores, no sólo dejan daños materiales, sino que los errores también dejan víctimas.

(*) El autor, José Luis Claros López es Comunicador Social y Escritor.


miércoles, 15 de marzo de 2017

NOCHE DE PASIÓN un cuento escrito por José Luis Claros López

NOCHE DE PASIÓN
Por José Luis Claros López

Él la siguió de cerca en medio del gentío que bailaba y reía, la música sonaba fuerte y ella movía sus caderas como gitana, sus piernas eran un encanto sensual junto con su liviana falda y su blusa de un azul eléctrico con transparencias que permitía contar la cantidad exacta de lunares que tenían sus senos; mientras se acercaba hasta la barra para pedir un vaso de tequila, había llegado hasta ella y la escucho estornudar, entonces él aprovecho para susurrarle al oído que sí sabía que no había nada mejor para curar la gripe que un vaso de tequila, ella se dio la vuelta y asombrada dijo sí eso era verdad, luego la conversación continuó fluyendo natural, que sí le gustaba el perfume de las margaritas, que los atardeceres en el campo y que la brisa del viento en las noches de noviembre. Ambos bailaron al ritmo de un grupo que comenzó a tocar las melodías de unas bachatas, ella fue sintiendo como él acariciaba sugestivamente su cuerpo intentando seducirla con el ritmo de la música y su mirada la hipnotizaba, después de varios minutos y otras copas de tequila ella sintió que le tocaba los muslos de una manera cálida, le gustaba sentir esa sensación, comprendió que la deseaba. Al salir de la discoteca comenzaron a caminar abrazados como si fueran novios era de madrugada, las calles silentes eran sus cómplices. Cuando llegaron a su cuarto, ella lo invitó a entrar, el sonido de la puerta que se cerraba fue seguido de los tanteos en la oscuridad, no prendas la luz dijo ella, parecía que sucedía un naufragio porque se sucedían entremezclados con susurros y gemidos, el sonido de objetos que se caían, al final llegaron hasta una cama, ahí continuaron besándose con una pasión que les erizaba la piel, disfrutando de un momento prolongado de sexo con amor, el aliento de ambos quemaba de tanto deseo y excitación. Al final fueron los suspiros, luego ambos durmieron abrazados.


Ella despertó algunas horas después, comprendió que había tenido una noche de pasión como no las había tenido en muchas noches, pero él ya no estaba en la habitación, en la mesa había una nota escrita con un rímel y en la nota él había escrito que había permanecido un rato largo contemplando la inocencia con la que dormía, que le deseaba que tuviera ella una bella mañana y le preguntaba sí recordaba su nombre. Ella sonrío mientras cerraba sus ojos y balbuceo su nombre como sí se tratase de las palabras de un conjuro.    

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