viernes, 30 de noviembre de 2018

30 de noviembre de 2018: Bicentenario La batalla de Viray en el Chaco Tarijeño

La batalla de Viray en el Chaco Tarijeño durante la guerra de independencia de Bolivia
Por José Luis Claros López

Carlos Morel: “Caballería gaucha”, cuadro del siglo XIX.

Introducción.

El 30 de noviembre de 1818, en la jurisdicción territorial tarijeña del Chaco, se produce una de las acciones de armas de la guerra de independencia, denominada la batalla de Biray (en la proximidad del cerro El Viray al sur del actual municipio chaqueño de Caraparí) donde se combate desde las seis de la mañana hasta las once del día (Güemes, 1984, p.319), durante las cinco horas que dura la batalla se combate sin descanso y de acuerdo con los testimonios de “los partes de guerra” elaborados posteriormente por los comandantes que intervinieron en el combate, por un bando el patriota Francisco Pérez de Uriondo y por el otro bando el militar del ejército Real el coronel Antonio Vigil, se describe que la batalla fue intensa, sin existir a lo largo de las horas en las que se desarrolló una idea clara del desenlace final, los contingentes de tropas patriotas conformada por habitantes de Caraparí, Itau, del valle de Tarija y además aliados de la tribu Chane provenientes de la zona del Itiyuru al sur de Yacuiba, enrolados todos en la milicia patriota junto con algunos soldados con experiencia de combate adquirida en la fuerza regular de Güemes, enfrentaron durante las cinco horas del combate a los realistas de un contingente conformado por batallones con soldados regulares algunos de los cuales habían llegado desde lo metrópoli española, por tanto tenían la experiencia de luchar exitosamente contra las fuerzas de ocupación francesas del Emperador Napoleón I, fue así como pasaron de un combate inicial de trincheras, a un asalto y posterior batalla campal.

No habia en el Alto-Perú ejército permanente, y solo en la ciudad de la Plata hacian el servicio dos compañias de veteranos del Fijo de Buenos-Ayres; (una de ellas pasó á la ciudad de La Paz por mayo del año 1808) pero las capitales de provincia y algunos partidos tenian de uno á dos batallones, ó escuadrones de milicias disciplinados, cuyos oficiales se sacaban de entre los vecinos mas distinguidos. (Imprenta de López, 1855, p.11)

Luego de la derrota española en el Biray (Viray), el coronel Vigil deberá retroceder abandonando la zona del Chaco, justificando su retirada como una cuestión estratégica para proteger otro flanco más al norte donde las tropas españolas son débiles para detener la posible amenaza que representaba para la villa de Tarija el avance de los patriotas y de sus aliados guaranís liderados por Cumbay, la victoria de los patriotas, permitió temporalmente recuperar el control sobre la zona de Caraparí y de Itau, sin embargo, en su retirada el ejército realista tomará represalias, no sólo contra la población civil de la zona sino también contra los religiosos Franciscanos, por su apoyo a la causa de los patriotas desde allí destacaron una partida sobre Itau. Lo han incendiado todo, saqueando la iglesia y si no es por una partida nuestra también se incendia (Güemes, 1984, p.319), el contingente de regulares de las tropas del Rey enviado para pacificar la región, derrotado por los patriotas al mando de las milicias de Francisco Pérez de Uriondo deberá retirarse forzadamente, hacia posiciones propias más al norte por la zona conocida en aquel tiempo, como de las Salinas, actual Entre Ríos, lugar en donde permanecerán, hasta 1819 cuando nuevamente recuperen las posiciones perdidas en Caraparí e Itau el año anterior, ocupándolas esta vez hasta el final de la guerra de independencia. A partir del año 1817 no llegaría ningún refuerzo europeo para los realistas del Perú (Semprún, 1998, p.157), y desde el año 1820 para ningún lugar de América.

Antecedentes.

El 31 de noviembre de 1816, el ejército realista bajo las órdenes del General José de La Serna, conseguirá penetrar en el valle de Tarija, ingresando triunfalmente con sus tropas el 1 de diciembre a la villa de Tarija, obligando a la retirada de los simpatizantes de la independencia, empujando a las debilitadas fuerzas patriotas, primero hacía Salinas y luego hasta el Chaco buscando en esa región un refugio para recuperar sus fuerzas y retomar la lucha.

Al inicio de la Guerra de Independencia, la presencia militar en los territorios lejanos como el Chaco era limitada, sin embargo, para finales de 1816, la región de Tarija, es de una importancia estratégica, tanto para el ejército del Rey, como para la causa patriota, pero los leales a las Provincias Unidas del Río de la Plata, no pueden retener la posición, ante la cada vez más fuerte presión militar, de las tropas regulares españolas, que al final consiguen expulsarlos hasta llevarlos al Chaco, recuperando así el control sobre la región del valle de Tarija.

En cada provincia ecsistia un parque con número competente de fusiles y piezas de artillería volante: mas donde no debia faltar armamento ni pertrechos de guerra era en la ciudad de Santa-Cruz de la Sierra, y en las villas de la Laguna, Tarija y Cinti para cubrir los fuertes, y defender su dilatada frontera de las frecuentes incursiones de los indios salvajes. (Imprenta de López, 1855, p.11)


En la retirada, el patriota Pérez de Uriondo, despachará su equipaje y tropas hacía Salinas instalando ahí su cuartel luego deberá también abandonar esta zona replegándose más al sur hasta el Chaco, el 1 de diciembre de 1816, el coronel Antonio Vigil llegará hasta el territorio tarijeño, acompañando a las tropas regulares del general La Serna. 

“Entró este sin embargo el 1ro de diciembre en Tarija para poner orden en los negocios de la provincia y en el mismo día llegó también del valle de San Juan el escuadrón de cazadores que mandaba Vigil”, (Valdés, 1895, p.175).

La permanente amenaza, de la persecución y posterior castigo por estar en la condición de rebeldes sublevados, obligará que tanto Pérez de Uriondo como el resto de sus tropas de milicias, deban retroceder más hacía el sur, arrojado de las Salinas y de las fronteras de los indios chirihuanos (García, 1846a, p.218), en diciembre de 1816, llegará hasta el Chaco. Perseguido por Vigil, que comandaba el escuadrón de Cazadores y dos compañías de infantería (Ibídem, p.218), meses antes, durante la celebración del Congreso de Tucumán se produjo la declaración de la independencia de los territorios del Virreinato del Río de La Plata, el 9 de julio de 1816 y se adoptó el nombre de Provincias Unidas del Sur. En cuanto a Tarija, la contraofensiva realista española desde el Alto Perú igualmente dificultó su representación en el Congreso de Tucumán, aunque sí lo hicieron los diputados por Chichas los cuales también representaban a Tarija.

"Continuó la persecución del gobernador Uriondo, que se había dirigido hacia las Salinas, frontera de los indios chiriguanos, cuya comisión desempeñó el Comandante D. Antonio Vigil con el segundo escuadrón de cazadores y dos compañías de infantería." (Valdés, 1895, p.175)

A comienzos del mes de diciembre de 1816, La Serna, desde Tarija, anunció por medio de una proclama las paternales intenciones de S.M. y su vivo interés por la pacificación de aquellos dominios (García, 1846a, p.218), la proclama se difunde a partir del 2 de diciembre de 1816, en los territorios de la llamada provincia de Tarija.

"Yo os aseguro que hasta aquello que las necesidades de mi ejército pacificador hagan indispensable exigiros, os será puntual y religiosamente pagado, como se está ya practicando (...) venid á mi con la confianza que debe inspiraros el carácter paternal y sensible de que estoy investido, no sólo á pedirme el perdón de vuestras faltas y extravíos anteriores, sino á contarme francamente vuestras desventuras" (Sepúlveda, 1896, p.230)

La principal, intención de La Serna, con la emisión de la proclama del 2 de diciembre de 1816, es persuadir a los vecinos de la villa de Tarija, para que abandonen la causa patriota, ofreciendo diversas concesiones incluido el perdón, recordándoles a todos los habitantes del territorio que debían retornar a los votos de lealtad a la corona española. La proclama, será difundida por todo el territorio tarijeño.

"Estoy persuadido que al hacerse público el trato, acogida y protección con que seréis distinguidos, hasta vuestros más ciegos y obstinados Capitanes y caudillos se pondrán sin reserva bajo mi seguridad y garantía. Los Jefes Políticos militares de todos estos distritos, tienen órdenes terminantes para recibiros benignamente á todos, auxiliarlos y conducir, á cualesquiera que quiera hablarme ó conocerme, á este Cuartel General. Dichoso yo mil vices si después de haber atravesado ese vasto Océano que nos separa de nuestra verdadera madre patria común, logro formar de todos los españoles peninsulares que me han acompañado en diversos Cuerpos, de los americanos que aquí se hallan y de los extraviados por cualesquier motivos que existen sobre la superficie de esta América, una sola tranquila familia, en que borre para siempre hasta la idea de sus antiguas disensiones y rencillas." (Sepúlveda, 1896, p.231)

Pero, a pesar de la oferta no se produce de inmediato el éxito que las tropas que representaban en Tarija la causa del Rey, esperaban; el resultado adverso produce bastante malestar en el general La Serna y por esa razón el 12 de diciembre, lanzará una nueva proclama, pero está vez otorgando un plazo de tiempo hasta el día 15 de enero de 1817, para que los sublevados a quienes califica como “extraviados”, se acojan a lo dispuesto por la proclama del 2 de diciembre de 1816 y retornen a su juramento de lealtad con la corona española, el militar español, en ese momento advierte a la población de Tarija con un castigo ejemplar, sí continuaban resistiendo a la corona española.

"Al efecto declaro que el que no se presente para el día 15 de enero del próximo año de 1817, no disfrutará de las gracias y perdón que ofrece la citada proclama (…) os aconsejo, os unáis á las tropas de esta guarnición para exterminar de una vez á estas partidas que andan vagantes por esos cerros, (…) pero si, sordos á mi voz, no os comportáis del modo á que todo fiel y buen vasallo del Rey está constituido, sea de la clase y estado que fuese, os juro y prometo que sabré dar á esta provincia un castigo ejemplar que sirva de escarmiento á todas las demás, pues debéis estar en la inteligencia de que si con la una mano os ofrezco la oliva de la paz, con la otra empuño la espada de la justicia, que sabrá alcanzar á todo mal vasallo del Rey donde quiera que se halle." (Idem, pp.231-232)

La persistencia de varios de los vecinos de la villa de Tarija, en continuar apoyando la causa patriota, será un factor para que las tropas regulares españolas permanezcan en gran número acantonadas en la zona, protagonizando varias incursiones de pacificación a la región del Chaco, que se prolongarán durante 1817, aquel año un ejército regular proveniente de las Provincias Unidas del Sur (actual República Argentina), recuperará el control a favor de las armas de los sublevados de la villa de Tarija, pero sólo por un breve tiempo, sin embargo, el 30 de septiembre de 1817, La Serna informaba desde Potosí al Ministro de Guerra en España, que la situación continuaba siendo inestable sobre todo en Tarija.

"no será probable poder disponer de los Cuerpos que haya de guarnición en las provincias y particularmente en la de Tarija, punto que á toda costa debe conservarse por su local ventajoso y propio para que el enemigo pueda invadir las del interior, en las que siempre ha de haber, hasta que las circunstancias varíen, grandes convulsiones" (Ibídem, p.226)

Al año siguiente de 1818, la situación comenzó a ser más favorable para las tropas regulares del Rey, sobre todo en el Chaco, el 5 de junio de 1818 el coronel Vigil, informó mediante un parte de guerra, dirigido al general La Serna, que se había emboscado a varios patriotas y que otros lograron escapar hacía Itau, el arribo del ejército regular español a la misión de Salinas, que se realiza el 9 de abril de aquel año, produce un éxodo masivo de patriotas que buscan un refugio en el Chaco.

“habían salido despavoridos con destino al fuerte de Itau. Creyeron sin duda de que me sería imposible perseguirlos por lo inutilizadas que con razón contemplaban mis caballerías, por el mal estado de los caminos, y rapidez de mi marcha" (Gaceta de Madrid, 1818, pp.362-363)

El 14 de abril de 1818, el coronel Juan Ruiz de Somocurcio, hostigando desde Salinas la retirada de los patriotas, conseguía en el camino que va hacia Iñiguasu, afectar notablemente a las milicias lideradas por Uriondo, capturándole algunos soldados y una bandera.

“logró tomarle un oficial, dos cabos, nueve soldados, tres paisanos, una bandera que acababa de recibir Rojas por premio de sus acciones en la campaña de Jujui y Salta, remitida por su general Belgrano, una carga de municiones y siete cabalgaduras ensilladas, con dos cargas de equipaje que se repartió a la tropa.” (Gaceta de Madrid, 1818, p.363)

Para el día 16 de abril de 1818, el contingente de soldados regulares del coronel Vigil, llegó “con la caballería y dos compañías de infanteria hasta el fuerte de Itau” (Ibídem, p.363), el 18 de abril ingresó al poblado de Caraparí, en donde recibe información sobre los movimientos que realizaban los rebeldes para evitar un encuentro armado, el coronel Vigil ofreció entonces una recompensa para propiciar así la captura de los caudillos rebeldes, permanecerá en Caraparí hasta el día 23 de abril, después regresará hasta Salinas, pasando nuevamente por Itaú.

“y sabiendo por los vecinos de dicho punto que los Uriundos y emigrados que le acompañaban se disponian a retirarse por Oran y ocultarse en la espesura de los bosques, internándose hacia los indios chaneses que tenian por aliados, pasé un papel indultando á todos los que se me presentasen, y ofrecí al teniente de ese punto 20 pesos siempre que vivos ó muertos me presentasen á los caudillos que perseguia, obligando tanto á este como al comandante del fuerte de Itau me reuniesen todos los vecinos é indios chiriguanos que puediesen: en el mismo día me presentaron 78 de los primeros muy bien montados y 80 de los segundos. Con solo esa noticia emprendió Uriundo su marcha para abajo, y al momento fue abandonado por los emigrados" (Ibídem, p.363)

En está ocasión, varios de los patriotas fugitivos deciden abandonar a su caudillo y acogerse a las autoridades militares españolas, "y haciendo prestar el juramento de fidelidad a las banderas del Rey á todos los presentados, les hice cosechar las sementeras de los que no lo habian hecho” (Ibídem, p.364), de acuerdo con el testimonió del coronel Vigil, las fuerzas patriotas, al abandonar la región practicaron también la destrucción de los cultivos buscando así debilitar a las fuerzas españolas “sin más novedad hasta el 26 que las de la pérdida de mucho ganado, por haber los enemigos quemado todos los corrales del tránsito” (Ibídem, p.364), ambos bandos practicaron esta táctica militar que consiste en destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad al enemigo, el militar patriota Manuel Belgrano había utilizado el año 1812, está táctica de tierra quemada en el episodio conocido como éxodo Jujeño.

Al emprender el camino de retorno hacía Salinas, el coronel Antonio Vigil llevaba también los prisioneros tomados en el Chaco, un fraile franciscano llamado Melchor Castro, y un paisano del lugar llamado Agustín Rodríguez, ambos fueron tomados prisioneros en el pueblo de Itau, el sacerdote fue tomado prisionero porque “fue capellán del caudillo Padilla, y el segundo porque habiéndome presentado como un paisano, se ha justificado es un capitán de los enemigos, cuyas insignias mantuvo hasta el día de mi llegada” (Ibídem, p.364), en julio de aquel año Vigil, repetirá una nueva incursión en el territorio del Chaco, pero enfrentó al arribar a Salinas el 28 de abril de 1818, un constante acecho por parte de otra fuerza patriota, que contaba con el apoyo de los indígenas guaranís del cacique Cumbay.

"los paisanos armados de carabinas, escopetas y pistolas, auxiliados por Cumbay con más de 600 indios de flecha, que no veíamos por la espesura del bosque, hasta que aproximándonos al convento avistamos a Rojas con cosa de 400 hombres montados, entre ellos como 200 de fusil, con los nos tiroteamos hasta que llegó la noche" (Ibídem, p.364)

Aquel año de 1818, no sólo el coronel Vigil, ingresará en tareas de pacificación hasta el Chaco, también el brigadier José de Canterac, con una fuerza compuesta por el segundo batallón de Extremadura, la compañía de Cazadores de la Unión Peruana, 60 jinetes del escuadrón de cazadores montados, 40 dragones americanos y una pieza de artillería, saldrá de la villa de Tarija el 14 de julio de 1818, dirigiéndose a la Salinas lugar a donde arribó el 17 de julio, buscando al caudillo Uriondo, sin conseguir capturarlo, pero tomando “algunos prisioneros y ganado” (Ibídem, p.531), su incursión se prolongará por varios días, el 21 de julio 1818 también el coronel Vigil partiendo de Tarija, rumbo al Chaco se unirá en una nueva campaña de pacificación.

“Partió el coronel Vigil con la mitad de la fuerza del brigadier Canterac contra los caudillos Sánchez, Rojas y otros hacia Carapari é Itau y habiendo conseguido alcanzarlos en dichos puntos los derrotó del modo más decidido, causándoles mucha pérdida entre muertos y prisioneros”. (García, 1846, pp.287-288)

José de Canterac, participó en el Chaco destacándose en la dispersión de las partidas guerrilleras al mando de los caudillos Uridondo, Espinoza y Sánchez.

Desarrollo.

Para los patriotas sublevados contra la corona española, los territorios del Chaco se transforman en un lugar donde pueden esconderse, pero al mismo tiempo es el escenario donde se desarrollará una guerra de desgaste contra la ocupación española, en la cual los caudillos patriotas comprenden que sólo serán vencedores sí resisten más en pie.

A principios de diciembre de 1818, el coronel Vigil realiza una nueva expedición desde Tarija hacía el Chaco para pacificar la región de Salinas, Caraparí, Itau y la frontera, en la cual obtiene al final la derrota de los sublevados, pero sostener la pacificación significa un alto costo, en soldados y recursos. Entre noviembre y diciembre de 1818, cuando se desarrollan éstas acciones de “pacificación” interviene también el caudillo Eustaquio Méndez, que para entonces combatía para las armas españolas, razón por la cual Francisco de Uriondo le calificó a Méndez, de “traidor” en un Parte de Guerra dirigido a Güemes fechado el 12 de diciembre de 1818 en Caraparí. 

El traidor Méndez con su tropa venía ocupando la vanguardia y desde el Alto del Tambo se regresó él solo a la Villa, todo el campo venía seduciendo al paisanaje y logró seducirme al capitán Peralta que tuve de avanzada, quie se presentó con toda su gente al enemigo. (Güemes, 1984, pp.316-317)

Ante la constante marcha de las tropas del Rey, las debilitadas fuerzas patriotas de Uriondo, intentan a mediados del mes de noviembre de 1818, que la población civil en la zona de Caraparí, abandone esas peligrosas posiciones, “en todo este tiempo nos ocupamos en retirar las familias, ganados y ponerlos en salvo con dirección a Orán por el camino del Biray” (Ibídem, p.318), dirigiéndoles hacia el sur, con rumbo al territorio controlado por Güemes,

El General Andrés García Camba (García, 1846), sostiene la versión que Vigil luego de someter por las armas a los caudillos Uriondo, Fernandez y Tejada, consigue una breve paz en el Chaco, “logró que aquellos pueblos reconociesen al gobierno legítimo entregándose como donativo voluntario 100 cabezas de ganado vacuno y 80 caballos y mulas” (Ibídem, p.289), además de lograr producto de una exitosa campaña militar el eventual cambio de bando de algunos soldados patriotas y de los pueblos nativos del Chaco, los indígenas de la región sobre todo los pertenecientes a la tribu de los chanes que provenían del sur, hasta noviembre de 1818, habían apoyado la causa de los patriotas. Otro de los éxitos de su incursión el ejército regular español al mando del coronel Vigil, es capturar a Manuel Uriondo, hermano del principal caudillo rebelde de la región, arrebatándoles todas las piezas de artillería y una cantidad considerable de armamento que disponían los patriotas para su defensa.

“Cogiendo a los enemigos 19 fusiles, toda la maestranza de Fernandez y consiguiendo en fin que de los dragones de este caudillo se le pasasen un oficial, dos sargentos y un soldado todos armados y que los indios chirihuanos se declarasen en favor de la causa española, negocio de grande importancia.” (Ibídem, p.289)

A pesar de los intentos de Uriondo, de poner distancia en su retirada, es alcanzado por las columnas del ejército del Rey, produciéndose así el combate, que se desarrolló en el Cerro de El Viray. El combate, inicia desde las 6 de la mañana del 30 de noviembre de 1818, “se sostuvo el fuego de parte a parte por largo rato, hasta que los enemigos con vaquianos que traían lograron desalojarnos con pérdida solamente de un herido” (Güemes, 1984, p.318) cuando una patrulla que llegaba desde Iñiguazu, descubre a los patriotas que intentan emboscarlos abriendo fuego y revelando así su posición.

El enemigo a poco rato marchó de frente y lo esperamos en una trinchera de los desechos del río, con otra emboscada al costado izquierdo. Aquí se trabó un largo tiroteo. Nosotros lo teníamos a tiro de pistola. El enemigo no pudiendo sufrir nuestros fuegos, se arrinconó a un recodo que hacía la barrancha del río. Dos veces hicieron reunión; ya no hacían un tiro. Nos destacaron por dentro del monte a los Cazadores, por donde tenían la primera emboscada que nos vinieron a franquear el costado derecho de la trinchera. Nos retiramos haciendo fuego. Los enemigos cargaron sobre nosotros y en todos los puntos ventajosos los esperábamos con trincheras, y por dentro del monte se les venía tiroteando. Las municiones ya nos escaseaban y al salir a los campos del Biray en el Alto de la Cueva se formó una trinchera. Aquí se hizo el último esfuerzo. Los enemigos aguantaron pocas descargas; de allí se retiraron a marchas redobladas sobre el Fuerte Viejo. La acción duró desde las seis de la mañana hasta las once del día. (Ibídem, pp.318-319)

Como resultado del combate, se contabilizaron cientos de muertes, “cien hombres entre muertos y heridos, según las sepulturas que se han encontrado en el camino” (Ibídem, p.319), posterior a esto Uriondo, solicitó a Güemes más armamento no sólo para continuar con las acciones de armas en contra de las tropas del ejército del Rey en retirada, sino también para poder incursionar contra la población indígena salvaje que hostigaba la zona, Uriondo, esperaba cumplir con ésta tarea en parte apoyado por un contingente de indígenas Chanes que se había sumado a su tropa.

Jefes militares de los dos bandos enfrentados en la batalla de Biray (actual cerro El Viray).

Por la corona española, el jefe militar del contingente de soldados regulares que participan de la batalla de Biray, es Antonio Vigil (José Antonio Vigil Manrique de Lara), coronel del Regimiento de Cazadores, presidente de Charcas Brigadier. nacido en Chota (Actual Perú en 1782) (Mendiburu, 1880, p.427) formaba parte del 1ro de Cazadores (después Dragones Americanos) desde 1822 hasta que murió su comandante durante la batalla de Torata en 1823, posteriormente fue incorporado al “Escuadrón San Carlos” y el “Segundo de Cazadores”, ambas unidades militares estuvieron al mando del coronel graduado D. Antonio Vigil.

Durante la independencia americana se pasó al bando español. Fue paje del virrey José Fernando Abascal. En 1809 tomó parte en la represión de las revoluciones de Chuquisaca y La Paz. Formó parte de la primera plantilla de oficiales del Ejército Real del Perú.

Combatió contra los independentistas peruanos y argentinos en el Alto Perú bajo las órdenes de Pedro Antonio Olañeta hasta el año 1823. El general español Gerónimo Valdés lo nombró presidente interino y comandante general de Charcas (actual Sucre, en Bolivia). Fue el último gobernante «español» de Charcas, hasta el suceso de Junín. Combatió con lealtad en el Ejército realista hasta el 9 de diciembre de 1824, en que ―bajo el mando de José de Canterac― luchó en la batalla de Ayacucho y asistió a la capitulación. Al terminarse el Ejército realista en América, Vigil pasó a prestar servicios en el ejército peruano. Fue uno de los jefes realistas más prestigioso entre propios y enemigos. ​

En 1836, a los 54 años de edad, fue nombrado general de la República del Perú. Participó en la batalla de Socabaya bajo las órdenes de Santa Cruz, donde derrotaron a Salaverry. Se afirma que Vigil fue jefe superior del Estado Nor-Peruano durante la presidencia de Riva Agüero. Más tarde se unió a Echenique para combatir en la batalla de la Palma contra Ramón Castilla. Falleció a los 90 años aproximadamente, de una pulmonía en el año 1872.

Por el bando patriota, lideró el contingente militar durante la batalla de El Viray, Francisco Pérez de Uriondo.

Francisco Pérez de Uriondo (Francisco Solano María Antonio Alberto Pérez de Uriondo y Menéndez), “se debe destacar que Uriondo y Pérez de Uriondo son variables del mismo apellido, que se emplearon indistintamente” (Trigo, 2011, p.28), nació el 14 de noviembre de 1784 en el Santiago de Chile, era hijo de Dr. Joaquín Antonio Pérez de Uriondo y Martiarena y de Inés Menéndez Valdés de Cornellana.

Entre finales del siglo XVIII y comienzos del siguiente, inició su carrera militar en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, al cual se incorporó en calidad de cadete.

Luego de 1815, se puso a las órdenes del caudillo salteño Martín Miguel de Güemes teniendo destacada participación en las provincias de Chichas y Tarija “llegó a Tarija en los últimos meses de 1815 donde alcanzó a ser Teniente Gobernador. Permaneció hasta 1818, tuvo triunfos heroicos, también sufrió reveses” (Ibídem, p.28), en esta última etapa de su carrera militar llegó a ser coronel. Falleció el 7 de febrero de 1822, en Salta.

Consecuencias.

Luego de la batalla de Biray de 30 de noviembre del año de 1818, la situación en el territorio chaqueño, continuará siendo de una guerra de desgaste durante los años que restan hasta la finalización en 1825 del conflicto.

Las provincias del Alto Perú gozan por ahora de una completa tranquilidad. La vanguardia situada en Tupiza conserva la línea de Tarija á la Rinconada y se halla sin enemigos que puedan inspirarme cuidados. (Sepúlveda, 1896, p.290)

Los años siguientes de 1819 y 1820, transcurrirán sin mayores acciones de armas de trascendencia. El 9 de febrero de 1821, el general La Serna informó al Secretario de Estado y del despacho de la Guerra en España, que la situación era estable sin existir una fuerza que represente amenaza de desestabilización en el valle de Tarija, pero conservando para tal efecto una importante dotación militar de “ocho batallones, seis escuadrones y algunas compañías sueltas con componentes número de piezas de artillería y municiones” (García, 1846a, p.177) para combatir a los caudillos que continuaban realizando acciones de combate sobre todo en el Chaco, "aquellas provincias se hallaban tranquilas y sólo había uno que otro caudillo en sus espesuras de ninguna importancia” (Ibídem, p.177), en junio de 1822, las tropas regulares españolas continúan capturando a los caudillos rebeldes, "la división del brigadier Olañeta derrotó los insurrectos de la provincia de Tarija, haciendo varios prisioneros, y entre ellos al cabecilla Sanchez" (García, 1846b, p.19), sin embargo el estado de alerta continuará hasta la finalización del conflicto.  

Bibliografía.

Gaceta de Madrid, Núm. 44. Septiembre y octubre de 1818. Imprenta Real. Madrid, España.
García Camba, Andrés. (1846a) Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú. Tomo I. Sociedad Tipográfica de Hortelano y Compañia. Madrid, España.
García Camba, Andrés. (1846b) Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú. Tomo II. Establecimiento tipográfico de D. Benito Hortelano. Madrid, España.
Güemes, Luis. (1984) Güemes Documentado. Tomo VIII. Editorial Plus Ultra. Buenos Aires, Argentina.
Imprenta de López. Apuntes para la Historia de la Revolución del Alto-Perú hoy Bolivia, por unos patriotas. Sucre, Bolivia. 1855
Mendiburu, Manuel de. (1880) Diccionario Histórico - Biográfico del Perú, Tomo IV Imprenta de J. Francisco Solis. Lima, Perú.
Palma, Ricardo. (1993) Tradiciones peruanas. Madrid, España.
Semprún, José. (1998) Capitanes y Virreyes: El Esfuerzo Bélico Realista en la Contienda de Emancipación Hispanoamericana. Editor Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica. Madrid, España.
Sepúlveda, José. (1896) Diario de la última campaña del ejército español en el Perú en 1824 que terminó con la batalla de Ayacucho. Imprenta de la viuda de M. Minuesa de los Ríos. Madrid, España.
Trigo O'Connor d'Arlach, Eduardo. (2011) Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de La Plata. 2da. Edición. Plural Editores. La Paz, Bolivia.
Valdés, Fernando. (1895) Refutación que hace el Mariscal de Campo Don Jerónimo Valdés del Manifiesto que el Teniente General Don Joaquín de la Pezuela imprimió en 1821 a su regreso del Perú la publica su hijo el Conde de Torata coronel retirado de Artilleria. Tomo II. Imprenta de la viuda de M. Minuesa de los Ríos. Madrid, España.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores