lunes, 20 de junio de 2016

La Columna de Jose: LOS TOBAS EN CAIZA



La Columna de Jose (*)
LOS TOBAS EN CAIZA

Durante la etapa de la Guerra de Independencia, el Chaco Tarijeño fue una zona donde los Guerrilleros del Valle de Tarija encontraron refugio y en los pueblos que habitaban la llanura Chaqueña tanto aliados como enemigos, pero también los españoles con la esperanza de llegar hasta el Paraguay ó el Brasil después de las primeras derrotas que sufren a manos de los Ejércitos Auxiliares Argentinos y sin posibilidades de llegar a Lima, según informa Juan José Castelli desde Tupiza, en noviembre 10 de 1810, habrían emprendido posible fuga hacia el Chaco no se debe olvidar que también el Ejército Colonial Español utilizaba indígenas Chaqueños para sus estrategias de terror entre la población que se había levantado en armas contra la corona. Prueba de ello para julio de 1814 el comandante Güemes eleva partes en los cuales informa sobre los actos del enemigo con algunos indios del Chaco, quienes tuvieron la bárbara complacencia de degollar en el Río del Valle, nueve mujeres y algunas criaturas, así transcurren los años de la Guerra de la Independencia.  

En los tiempos de la República, para 1840 en el norte del Chaco habían levantamientos de los Chiriguanos apoyados por los Tobas, unos años después Manuel Rodríguez Magariños sale de Tarija en el otoño de 1843 al mando del Batallón 10mo., llevando consigo algunos prisioneros peruanos; en su trabajo publicado en 1936 el historiador Julio Paz, señala que los peruanos traídos por Rodríguez Magariños tenían por misión el colonizar el territorio del Chaco: “A donde marchó con un lote de prisioneros peruanos destinados a colonizar las fértiles llanuras del Chaco”. Diez años después, luego del retorno de los prisioneros al Perú la marina peruana bautizaba como “Pilcomayo” a uno de sus barcos. Serán estos contingentes quienes fundaran Caiza y otros asentamientos en los territorios de los Tobas, la expedición del otoño de 1843 de Rodríguez Magariños cuenta en un inicio con el apoyo del jefe toba Nokoo, dos semanas después de la partida, sin embargo, empiezan las primeras sospechas hasta que, el 4 de diciembre, atacan “los tobas” a esta expedición. Nokoo, primero aliado, se opone luego a la fundación de la colonia de en Caiza. Según lo describe Isabelle Combès: “Los tobas están directamente afectados por el avance de la colonización, y a menudo toman la iniciativa. A finales del siglo XIX, se vuelven los mayores enemigos de los criollos en el Chaco” pero sin embargo con el afán de disuadir esta belicosidad con el paso de los años a los indígenas moradores del Chaco, que tenían terrenos cultivados y casas, se les reconoció ciertos derechos sobre sus tierras por Resolución Suprema de 16 de marzo de 1864, pero el 9 de Septiembre de 1869 el gobierno de Melgarejo redujo estos derechos a un solo lote. En todo este ir y venir el pueblo Toba uno de los mayoritarios en Caiza y en sus alrededores constantemente hostigo a los criollos que comenzaron a colonizar está región, Toba es una voz guaraní que significa ‘cara’ y fue a menudo traducida en español como ‘frentones’; era  empleada  por  los  guaraní-hablantes  para designar a grupos de habla guaykurú de las orillas del Pilcomayo. El nombre se debe, probablemente, al peinado de “los tobas” que se caracteriza por traer ellos y ellas las frentes rapadas hasta en medio de la cabeza; esta constante lucha entre tobas y criollos, se prolonga en el tiempo hasta que un 14 de septiembre de 1884 se firma un Tratados de Paz, en la misión de San Francisco Solano, lo firman de un lado, el coronel Miguel Estenssoro, jefe principal del Ejército Nacional de Bolivia en la zona; del otro, 15 capitanes tobas firman el tratado; el valor de este documento está en que se escuchan por primera vez las voces tobas, mientras esto sucedía en el norte del Pilcomayo en el sur para 1884 el ejército Argentino realiza varias incursiones entre los pueblos del noreste intentando exterminar a los que consideran “salvajes”; en el Chaco Tarijeño para 1889 vuelven los asaltos por parte de los tobas, pero los tobas, “indios feroces, alevosos y traidores”, no tomaron parte en el alzamiento general de 1892, esta no participación habría sido decisiva para que los alzados sean derrotados en Kuruyuki; los años venideros hasta avanzada la primer década del siglo XX los Tobas continúan peleando contra el avance de la colonización. Se destaca, en particular, el jefe Taycoliqui, quien habría según Erland Nordenskiöld en un trabajo publicado en 1912: “intentado tramar una rebelión indígena generalizada contra los blancos” en 1909, manteniendo contactos para ello con otras tribus de la región del Chaco. De tal forma podemos concluir que los Tobas habitaron la zona de Caiza y otras próximas, que sus constantes correrías y ataques a los colonizadores criollos de la región, dieron como resultado su total exterminio y expulsión de la zona que se concretiza hasta mediados del siglo XX de tal forma que hoy no habitan Tobas originarios en Caiza cumpliendo así con la clausula del Tratado de Paz de 1884, que determinaba que sí los Tobas continuaban con su actitud belicosa contra los criollos, serían “exterminados”.

En junio de 2010, Alejandro Almaraz desde una perspectiva de reparación histórica hacía eco en el necesario retorno del pueblo Toba como un acto de descolonización enmarcado en la nueva C.P.E., un Proyecto de Ley presentado por Roberto Ruiz unos años antes en su calidad de parlamentario buscaba el asignar un porcentaje de los recursos de las Regalías para el reasentamiento de los Tobas en sus territorios ancestrales. El año 2011 en Villa Montes se desarrolló un Taller destinado al análisis de aquel proyecto de Ley de posible “repatriación de los Tobas” con el objetivo de rescatar su cultura casi desaparecida de la faz de la tierra.   

(*) Columna de Opinión de José Luis Claros López, Comunicador Social y Escritor. Columna difundida en http://www.desdeyacuiba.blogspot.com

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