La Columna de Jose (*)
Cara sucia y el día del libro
"...La Patria debe ser el altar donde se haga culto al trabajo; debe ser el hogar paradisíaco para los niños que mañana serán los portaestandartes del progreso y de la felicidad..." escribía José Camarlinghi en su novela corta: "Cara Sucia" (1962). Una novela, que nos permite recordar que los libros tienen alma.
Y es por "Cara Sucia", que no podría olvidar el día del libro. Cada 23 de abril, sé que debo regalar un libro y también comienzo a leer otro, éste año por eso, regalaré "Cara Sucia" a un amigo, luego volveré a leer "Yacuiba retazos pueblerino" de Pedro Ángel Coto.
El motivo, éste 2012 se cumplen 50 años, de la publicación de la obra de Coto. "Yacuiba retazos pueblerinos", sería el primer libro publicado por un yacuibeño.
Pero regresando al motivo por el cual nunca olvido que cada 23 de abril, es el día del libro. La historia que voy a contar, sucedió en las primeras horas de la tarde de un día miércoles que llovía, del año de 1997, cuando a mis manos llegó aquel libro pequeñito. Mi prima Liliana, decidió regalarme "Cara Sucia" y siguiendo su recomendación, comencé a leer sus páginas aquella misma tarde.
En el colegio, esa tarde fue conmoviéndome, como la primera vez que leí las aventuras del Principito de A. de Saint-Exupéry. Pero, esa tarde, a un compañero del salón de clases, "Cara Sucia", en su formato de libro de bolsillo, le pareció un buen objeto para sustraer de mi mochila.
Pero su crimen, no fue perfecto, para el final de la tarde, una feliz coincidencia hizo posible su recuperación. Otro compañero, guiaba mis pasos, hasta un improvisado escondite, al interior de una canaleta. Ahí, en ese lugar, encontré a "Cara Sucia", la humedad de la lluvia, había empezado a producir estragos entre sus páginas. Al retornar a casa, apresuré una operación para salvar el libro, secando sus páginas para continuar la lectura. Las horas fueron pasando y acabé de leer sus páginas, al llegar la madrugada. Está historia sucedió, un 23 de abril.
Por esa razón, cada 23 de abril, recuerdo en un pasaje a la nostalgia, el descubrimiento de "Cara Sucia". Un niño pobre, que buscaba su alimento entre los basurales y que por ese motivo pasaba hambre y frío. Camarlinghi, comienza su relato así: "...Una provincia remota, un lugar olvidado de la curiosidad mundana..." será el punto dónde un niño encontrará un libro viejo, que llenará su mundo de luz. Así, ese niño, es feliz por primera vez en muchos años; él sabe que por aprender a leer conocería muchas cosas.
Con el paso del tiempo, recuerdo con nostalgia y cariño a “Cara Sucia”, como también al Principito y al Zorro, Phileas Fogg y a Picarpote, Florentino Ariza y Fermina Daza, Raskolnikov, Otelo, la Chaskañawi, Sancho, Gregor Samsa, Eugenia Grandet, Dorian Gray, a Saha, a un tal Pedro Paramo y a un Alquimista que ayudo a un pastor de ovejas… En fin, a tantos personajes, de los libros que fueron mi compañía durante aquellos años de infancia. Cuando pasaba horas en la Biblioteca Municipal o cuando gracias a Juancito que para mí tristeza ya no está en este mundo, conseguía llevarme prestadas las novelas que deseara de la biblioteca del colegio para leerlas con calma en mi casa. Hay lecturas que no se olvidan, por ejemplo, descubrir la libertad junto a Cara Sucia, que lloraba porque quemaban a su amigo, su amigo libro, el primero que tenía y luego al despertar comprendiendo que solo era una pesadilla: “…Recoge su libro imprimiéndole un beso de ternura. ¡Cuánto cariño le había tomado! Y se va corriendo tras sus páginas que se las lleva el viento…”
(*) El autor es José Luis Claros López, de profesión Comunicador Social.
El artículo, fue publicado en la edición correspondiente al
miércoles 25 de abril de 2012, sección de Opinión (p. 3), diario El Chaqueño
(Yacuiba, Bolivia).
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