La Columna de Jose: Nadie es forastero en su tierra
Por José Luis Claros López
El micro de la línea 2 va ingresando a Barrio Nuevo con su lento y agitado movimiento, atrás quedaron las imágenes de los otros barrios de la ciudad, en el camino hasta este lugar fue inevitable recordar aquellos otros tiempos cuando muchas de las zonas que fui recorriendo transportado en aquel micro eran terrenos abandonados llenos de maleza. Muchas cosas fueron cambiando en Yacuiba es cierto, pero hay algo interesante con respecto a todo esto, hay cosas que no cambiaron por ejemplo los rostros que con el paso del tiempo se quedaron en este lugar.
Después que se institucionalizara la utilización del Escudo, la Bandera y el Himno del Chaco como símbolos que unieran con el paso del tiempo a todos quienes habitaban este rincón de cielo, tengo un mal recuerdo de aquellos años de mediados de los noventa cuando comenzaron a surgir pintadas en las paredes con mensajes llenos de odio dirigidos a quienes llegaron de lejanos lugares para intentar apostar por un nuevo comienzo en nuestra Yacuiba. Recuerdo como las paredes pintadas con consignas realizadas con aerosol negro bajo el amparo de la noche no respetaron las paredes de los colegios. Años después un 9 de noviembre de 2001 en Pananty el sonido del silencio y la paz del monte chaqueño se interrumpía bruscamente por los ruidos de la furia, ese mismo día llegue a la casa de un amigo en Barrio Nuevo, recuerdo la conversación de sus padres con respecto a lo sucedido en Pananty, recuerdo que me miraban como un extraño que no debería estar en ese humilde hogar de paredes sin revocar y techo que dejaba ver las viejas calaminas, recuerdo que comenzaron a conversar su Padre en quechua y su madre en Aymara ambos entendían su conversación, pero era yo quien no podía entenderles y también el motivo por el cual ambos dialogaban de aquella manera, imagine que hablaban de que a todos ellos se les consideraba forasteros que no deberían estar aquí, sin embargo su hijo quien era un compañero del colegio desde unos años atrás decía en su cedula de identidad que había nacido en Yacuiba. Hoy pasaron 10 años de aquel tiempo, cuando muchos decían que aquellos forasteros se marcharían como gitanos el día que no exista el comercio, una ironía de la vida quiso que aquel momento llegase semanas después de aquel 9 de noviembre de 2001, cuando la Crisis Económica de la Argentina llego hasta nuestra frontera. Existían en aquellos años muchas cosas que no entendía, sin embargo había otras que si comprendía como por ejemplo que para mi no era un forastero aquel compañero con el cual conversaba en colegio y de quien sabia; que por las mañanas trabajaba como bagallero, muchas veces llegó cansado a pasar sus clases, muchas veces se quedaba dormido durante la ausencia del profesor. Pero era difícil entender en aquel momento que su sacrificada vida era para poder continuar estudiando. Se cumplirá pronto diez años del diciembre de aquella crisis que golpeo fuerte a la economía local, pero cuando sucedieron todos esos acontecimientos, muchas de aquellas familias que habían llegado del norte de Potosí, de Muyupampa en Chuquisaca, del Valle de Cochabamba, de Villa Pabon en La Paz, de Oruro, del Plan 3000 de Santa Cruz, desde SENAC en Tarija en fin de tantos lugares se terminaron quedando en esta ciudad, porque habían descubierto que ya su lugar no estaba en otra parte y que ya este era su hogar, pasaron los años ahora sus hijos nacidos en Yacuiba ya tienen a su vez sus pequeños hijos que con el tiempo bailaran también la chacarera, que tocarán en las noches de luna de agosto el violín y que cuando se marchen lejos y les pregunten de donde son dirán con orgullo ser del Chaco, como no comprender ahora que la memoria no debe ser olvidada, como no comprender ahora que al final no todos son forasteros que no todos están de paso y que muchos que se fueron terminan deseando volver sin necesidad de primero escuchar esos versos que decían “Quiero ir al chaco pero no se como llegare… como llegare”.
Muchas veces escuche aquella frase: “Nadie es profeta en su tierra”, quizás tengan razón pero también es cierto que ahora hablar de Yacuiba sin entender que hoy Yacuiba es el conjunto de muchas identidades de distintos lugares, es como no entender que Yacuiba en sus tiempos fundacionales igual fue un conjunto de identidades llegadas también de distintos lugares. Sin lugar a dudas el comprender y aceptar esta cuestión nos permitirá crecer como un solo pueblo. Porque nunca debemos olvidar que no pueden ser forasteros quienes trabajan, sufren, ríen, lloran y se enamoran bajo nuestro cielo y que respetan nuestra tierra porque la consideran su hogar.
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