"LA PRINCESA, EL MAGO Y LA BANDIDA"
Un cuento escrito por José Luis Claros López
Debo confesarte que, desde que mi pensamiento ha cambiado,
ya no existen para mí palabras ambiguas ni dichos: cada palabra tiene decenas,
centenares de significados. Y ahí empieza lo que temes… La magia. Lo había
escrito Hermann Hesse dentro de su cuento "Dentro y Fuera"; decido
recordártelo porque soy un tipo complicadamente aburrido que recordaba ese
fragmento cuando intentaba ser quien consiguiera robarte una sonrisa.
Lo que recuerdo, era que la luna grande iluminaba el cielo
sin nubes, hasta que comenzó a soplar un viento premonitorio de la pronta
llegada de una lluvia de noviembre y al no existir más testigos, la plaza se quedó
en un cómplice silencio absoluto.
Recuerdas Princesa que, a las once de la noche, confesaba
ser un Mago y tú ni siquiera reíste con la ocurrencia. Pero decidiste hacerme
caso, cuando te pedí que cerraras los ojos y mientras murmuraba unas palabras
ininteligibles; arruinaste todo el encantamiento al abrir tus ojos y muy
molesta dijiste que los magos no existen.
Lo recuerdo, ese fue otro momento de silencio absoluto, la
lluvia se acercaba y todavía no sonreía.
Pero todavía recuerdas, que justo en ese instante con su
andar vagabundo, sucia y desaliñada, se fue acercando sigilosamente aquella
perrita. Con su mirar tierno, consiguió lo que no había conseguido; robarte no
solo una sino también muchas sonrisas.
Y tú para hacerme sonreír, hasta intentabas ser un mago...
Te quedaste mirando consternado la escena. Y fue cuando sacabas tú pañuelo, que
sin querer quedaste al descubierto, porque todos los caramelos que utilizabas
en tus trucos; quedaron regados por el suelo.
Lo recuerdo Princesa, eran los caramelos de frutilla que
sacaba de atrás de tú oreja. También recuerdo, que tú sentiste tanta pena de
aquellos ojos de hambre, con los cuales te miraba el triste animalito y le
ofreciste un poco de comida; pero sobre todo caricias de afecto.
Y entonces llegó la lluvia, nos fuimos rápidamente
intentamos que la perrita que bautizaste como la bandida nos siguiera; pero se
fue con rumbo a otra dirección.
Princesa, lo más difícil era conseguir que se dibuje una
sonrisa sincera en tus labios, sé que me contaste que pocos hombres pueden
provocarte tal efecto. Por eso bautice como “la bandida” esa noche de noviembre,
a la perrita del camino, que se acercó a nosotros en la plaza y te robó tantas
sonrisas.
Y para que me confiesas todo esto justo ahora. Habíamos
quedado, que ya no recordaríamos nada de aquellos momentos.
Te los confieso, porque anoche, salí a buscar a "la
bandida" y la busque por todas las calles de Yacuiba; pero no la puedo
encontrar. Es como, si te la hubieras llevado con tú partida. O como si vos y
"la bandida" nunca hubieran existido, si vos no eres un sueño
respóndeme para saber si "la bandida" está contigo...
La respuesta jamás llegó. La conexión a Internet se había cortado.
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