Los Tobas, eran originarios del Valle de Caiza, durante los años del dominio colonial español, se hicieron fuertes en esa zona. Con la República, a partir de la década del 40 del siglo XIX, fueron violentamente despojados de sus tierras. Iniciando un período, que se conocerá como las Guerras Tobas y que se prolongará hasta el final de aquel siglo. Luego del despojo, de la violencia y del exterminio, muchos quedaron regados por Crevaux y otros asentamientos más al sur siguiendo el curso del Pilcomayo.
La mujer en la fotografía que acompaña éste artículo, es una
indígena Toba, que vivía en la colonia Crevaux cerca del Pilcomayo, se llamaba Pichigai
(‘cabeza de escoba’). Ella estaba casada con un soldado quechua (proveniente
del altiplano) que formaba parte de la guarnición militar. La fotografía fue realizada
en el invierno de 1908, por Jean Bautista Vaudry que formaba parte de una
expedición topográfica, apoyando a la comisión de límites.
Durante la etapa de la Guerra de Independencia, el Chaco
Tarijeño fue una zona donde los Guerrilleros del Valle de Tarija encontraron
refugio y en los pueblos que habitaban la llanura Chaqueña tanto aliados como
enemigos, pero también los españoles con la esperanza de llegar hasta el
Paraguay ó el Brasil después de las primeras derrotas que sufren a manos de los
Ejércitos Auxiliares Argentinos y sin posibilidades de llegar a Lima, según
informa Juan José Castelli desde Tupiza, en noviembre 10 de 1810, habrían
emprendido posible fuga hacia el Chaco no se debe olvidar que también el
Ejército Colonial Español utilizaba indígenas Chaqueños para sus estrategias de
terror entre la población que se había levantado en armas contra la corona.
Prueba de ello para julio de 1814 el comandante Güemes eleva partes en los
cuales informa sobre los actos del enemigo con algunos indios del Chaco,
quienes tuvieron la bárbara complacencia de degollar en el Río del Valle, nueve
mujeres y algunas criaturas, así transcurren los años de la Guerra de la
Independencia.
En los tiempos de la República, para 1840 en el norte del
Chaco habían levantamientos de los Chiriguanos apoyados por los Tobas, unos
años después Manuel Rodríguez Magariños sale de Tarija en el otoño de 1843 al
mando del Batallón 10mo., llevando consigo algunos prisioneros peruanos; en su
trabajo publicado en 1936 el historiador Julio Paz, señala que los peruanos
traídos por Rodríguez Magariños tenían por misión el colonizar el territorio
del Chaco: “A donde marchó con un lote de prisioneros peruanos destinados a
colonizar las fértiles llanuras del Chaco”. Diez años después, luego del
retorno de los prisioneros al Perú la marina peruana bautizaba como “Pilcomayo”
a uno de sus barcos. Serán estos contingentes quienes fundaran Caiza y otros
asentamientos en los territorios de los Tobas, la expedición del otoño de 1843
de Rodríguez Magariños cuenta en un inicio con el apoyo del jefe toba Nokoo,
dos semanas después de la partida, sin embargo, empiezan las primeras sospechas
hasta que, el 4 de diciembre, atacan “los tobas” a esta expedición. Nokoo,
primero aliado, se opone luego a la fundación de la colonia de en Caiza. Según
lo describe Isabelle Combès: “Los tobas están directamente afectados por el
avance de la colonización, y a menudo toman la iniciativa. A finales del siglo
XIX, se vuelven los mayores enemigos de los criollos en el Chaco” pero sin
embargo con el afán de disuadir esta belicosidad con el paso de los años a los
indígenas moradores del Chaco, que tenían terrenos cultivados y casas, se les
reconoció ciertos derechos sobre sus tierras por Resolución Suprema de 16 de
marzo de 1864, pero el 9 de septiembre de 1869 el gobierno de Melgarejo redujo
estos derechos a un solo lote. En todo este ir y venir el pueblo Toba uno de
los mayoritarios en Caiza y en sus alrededores constantemente hostigo a los
criollos que comenzaron a colonizar está región, Toba es una voz guaraní que
significa ‘cara’ y fue a menudo traducida en español como ‘frentones’; era
empleada por los guaraní-hablantes para designar a grupos de habla guaykurú de
las orillas del Pilcomayo. El nombre se debe, probablemente, al peinado de “los
tobas” que se caracteriza por traer ellos y ellas las frentes rapadas hasta en
medio de la cabeza; esta constante lucha entre tobas y criollos, se prolonga en
el tiempo hasta que un 14 de septiembre de 1884 se firma un Tratados de Paz, en
la misión de San Francisco Solano, lo firman de un lado, el coronel Miguel
Estenssoro, jefe principal del Ejército Nacional de Bolivia en la zona; del
otro, 15 capitanes tobas firman el tratado; el valor de este documento está en
que se escuchan por primera vez las voces tobas, mientras esto sucedía en el
norte del Pilcomayo en el sur para 1884 el ejército Argentino realiza varias
incursiones entre los pueblos del noreste intentando exterminar a los que
consideran “salvajes”; en el Chaco Tarijeño para 1889 vuelven los asaltos por
parte de los tobas, pero los tobas, “indios feroces, alevosos y traidores”, no
tomaron parte en el alzamiento general de 1892, esta no participación habría
sido decisiva para que los alzados sean derrotados en Kuruyuki; los años
venideros hasta avanzada la primer década del siglo XX los Tobas continúan
peleando contra el avance de la colonización. Se destaca, en particular, el
jefe Taycoliqui, quien habría según Erland Nordenskiöld en un trabajo publicado
en 1912: “intentado tramar una rebelión indígena generalizada contra los
blancos” en 1909, manteniendo contactos para ello con otras tribus de la región
del Chaco. De tal forma podemos concluir que los Tobas habitaron la zona de
Caiza y otras próximas, que sus constantes correrías y ataques a los
colonizadores criollos de la región, dieron como resultado su total exterminio
y expulsión de la zona que se concretiza hasta mediados del siglo XX de tal
forma que hoy no habitan Tobas originarios en Caiza cumpliendo así con la
cláusula del Tratado de Paz de 1884, que determinaba que sí los Tobas
continuaban con su actitud belicosa contra los criollos, serían “exterminados”.
En junio de 2010, Alejandro Almaraz desde una perspectiva de
reparación histórica hacía eco en el necesario retorno del pueblo Toba como un
acto de descolonización enmarcado en la nueva C.P.E., un Proyecto de Ley
presentado por Roberto Ruiz unos años antes en su calidad de parlamentario
buscaba el asignar un porcentaje de los recursos de las Regalías para el
reasentamiento de los Tobas en sus territorios ancestrales. El año 2011 en
Villa Montes se desarrolló un Taller destinado al análisis de aquel proyecto de
Ley de posible “repatriación de los Tobas” con el objetivo de rescatar su
cultura casi desaparecida de la faz de la tierra.
El autor José Luis Claros López, es Director de la Fundación Nemboati, Comunicador Social y Escritor.
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