Embajadora de la memoria: Adiós a la "salvadora" de Ana Frank
Miep Gies ayudó a los Frank mientras estuvieron escondidos en Ámsterdam y guardó el diario de Ana hasta que acabó la guerra.
Miep Gies murió en los Países Bajos a la edad de 100 años. Era la última superviviente del grupo de personas que protegieron la familia Frank de los nazis y la responsable de que el diario de Ana sobreviviera a la guerra.
Gies y otros empleados del padre de Ana, Otto, suministraron comida a la familia durante su estancia en un compartimento secreto situado sobre el negocio familiar en Ámsterdam.
"Miep conoció a Otto Frank en 1933, cuando solicitó un puesto de secretaria en su empresa de especias. Junto a su marido y otros compañeros, ayudó a ocultarse a Otto, su mujer, sus hijas y cuatro personas más", apuntó la reportera de la BBC Flora Watkins.
El diario en el que Ana relata ese periodo es uno de los testimonios más conocidos y emotivos del Holocausto. Miep Gies lo rescató y lo conservó a salvo hasta que acabó la guerra.
Desde las pasadas Navidades, Gies estuvo ingresada a causa de un desmayo y, debido a su avanzada edad, no pudo recuperarse.
La muerte de Ana
En la celebración de su centenario, Gies quiso restar importancia a sus actos y aseguró que otros hicieron mucho más para proteger a los judíos en los Países Bajos.
Sin embargo, durante dos años, entre 1942 y 1944, ella y otros compañeros suyos abastecieron de víveres a la familia Frank.
Tras ser descubiertos por las autoridades nazis, fueron deportados y Ana murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Gies consiguió salvar el diario y lo guardó con la esperanza de poder devolvérselo algún día a la niña.
Embajadora de la memoria
Al acabar la guerra, Otto Frank, que sobrevivió a la deportación, recuperó los escritos de su hija y los recopiló en un diario que fue publicado en 1947.
En poco tiempo, la obra fue traducida a decenas de idiomas y se vendieron millones de copias.
Gies se convirtió en una especie de embajadora del diario y viajó alrededor del mundo para hablar sobre Ana Frank y su experiencia y para luchar contra el "negacionismo" del Holocausto.
La perseverancia y dedicación de Gies en la conservación y difusión de la memoria de Ana Frank le valieron numerosos galardones.
En una entrevista publicada en 1998, Gies aseguró que en su momento le pareció "perfectamente natural" ayudar a Ana y al resto de su familia a pesar de las penurias que ella misma padeció bajo la ocupación nazi.
"Estaban indefensos y no sabían adonde ir. Cumplimos nuestro deber como seres humanos: ayudar a los que lo necesitan", apuntó.
Su papel durante el periodo en que los Frank permanecieron escondidos fue llevarles carne y verduras. Otros se encargaban de suministrarles pan o libros.
Cuando recordaba la personalidad de Ana Frank, Gies solía decir que hablar con ella era como "conversar con un adulto".
"Yo me decía a mí misma. Dios mío, tan joven y ya habla así", indicó en la entrevista.
En una ocasión, sorprendió a Ana mientras escribía su diario.
"Fue una situación incómoda. Intenté decidir qué hacer. ¿Debería irme o acercarme a ella? En ese momento, me miró con una mirada que nunca olvidaré. No era la Ana que conocía, esa niña amable y encantadora. Tenía rabia en los ojos. Entonces se levantó, cerró el diario de un golpe y se dirigió a mí con enorme condescendencia. Sí, me dijo, también escribo sobre ti", relató.
El día que los Frank fueron detenidos, Gies subió a su escondite y recogió las páginas manuscritas del suelo. Las observó y decidió no leerlas en aquel momento.
"Quizá esto pertenezca a un niño, pero también los niños tienen derecho a la intimidad", afirmó.
Fuente: BBC Mundo.com
Miep Gies ayudó a los Frank mientras estuvieron escondidos en Ámsterdam y guardó el diario de Ana hasta que acabó la guerra.
Miep Gies murió en los Países Bajos a la edad de 100 años. Era la última superviviente del grupo de personas que protegieron la familia Frank de los nazis y la responsable de que el diario de Ana sobreviviera a la guerra.
Gies y otros empleados del padre de Ana, Otto, suministraron comida a la familia durante su estancia en un compartimento secreto situado sobre el negocio familiar en Ámsterdam.
"Miep conoció a Otto Frank en 1933, cuando solicitó un puesto de secretaria en su empresa de especias. Junto a su marido y otros compañeros, ayudó a ocultarse a Otto, su mujer, sus hijas y cuatro personas más", apuntó la reportera de la BBC Flora Watkins.
El diario en el que Ana relata ese periodo es uno de los testimonios más conocidos y emotivos del Holocausto. Miep Gies lo rescató y lo conservó a salvo hasta que acabó la guerra.
Desde las pasadas Navidades, Gies estuvo ingresada a causa de un desmayo y, debido a su avanzada edad, no pudo recuperarse.
La muerte de Ana
En la celebración de su centenario, Gies quiso restar importancia a sus actos y aseguró que otros hicieron mucho más para proteger a los judíos en los Países Bajos.
Sin embargo, durante dos años, entre 1942 y 1944, ella y otros compañeros suyos abastecieron de víveres a la familia Frank.
Tras ser descubiertos por las autoridades nazis, fueron deportados y Ana murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Gies consiguió salvar el diario y lo guardó con la esperanza de poder devolvérselo algún día a la niña.
Embajadora de la memoria
Al acabar la guerra, Otto Frank, que sobrevivió a la deportación, recuperó los escritos de su hija y los recopiló en un diario que fue publicado en 1947.
En poco tiempo, la obra fue traducida a decenas de idiomas y se vendieron millones de copias.
Gies se convirtió en una especie de embajadora del diario y viajó alrededor del mundo para hablar sobre Ana Frank y su experiencia y para luchar contra el "negacionismo" del Holocausto.
La perseverancia y dedicación de Gies en la conservación y difusión de la memoria de Ana Frank le valieron numerosos galardones.
En una entrevista publicada en 1998, Gies aseguró que en su momento le pareció "perfectamente natural" ayudar a Ana y al resto de su familia a pesar de las penurias que ella misma padeció bajo la ocupación nazi.
"Estaban indefensos y no sabían adonde ir. Cumplimos nuestro deber como seres humanos: ayudar a los que lo necesitan", apuntó.
Su papel durante el periodo en que los Frank permanecieron escondidos fue llevarles carne y verduras. Otros se encargaban de suministrarles pan o libros.
Cuando recordaba la personalidad de Ana Frank, Gies solía decir que hablar con ella era como "conversar con un adulto".
"Yo me decía a mí misma. Dios mío, tan joven y ya habla así", indicó en la entrevista.
En una ocasión, sorprendió a Ana mientras escribía su diario.
"Fue una situación incómoda. Intenté decidir qué hacer. ¿Debería irme o acercarme a ella? En ese momento, me miró con una mirada que nunca olvidaré. No era la Ana que conocía, esa niña amable y encantadora. Tenía rabia en los ojos. Entonces se levantó, cerró el diario de un golpe y se dirigió a mí con enorme condescendencia. Sí, me dijo, también escribo sobre ti", relató.
El día que los Frank fueron detenidos, Gies subió a su escondite y recogió las páginas manuscritas del suelo. Las observó y decidió no leerlas en aquel momento.
"Quizá esto pertenezca a un niño, pero también los niños tienen derecho a la intimidad", afirmó.
Fuente: BBC Mundo.com
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