miércoles, 10 de febrero de 2010

Idiotez sin pasado por Valentín Abecia López

Idiotez sin pasado

Cuando la peste del insomnio atacó Macondo se comprendió que lo más dramático de sus efectos “no era la imposibilidad de dormir", “sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido”, que borra de la memoria todos los recuerdos, la identidad de las personas y hasta la conciencia del propio ser, para “hundirse en una especie de idiotez sin pasado”, parecida a la estupidez.

Aureliano Buendía ideó un sistema para enfrentar esta enfermedad, que consistía en escribir el nombre de las cosas en papelitos, lo que permitía identificarlas con facilidad. Sin embargo, su padre, José Arcadio, “estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad”, entonces decidió ser más explícito, a la vaca, por ejemplo, le puso un letrero que decía: “ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche”.

La solución no dio resultado y tuvo que llegar, finalmente, el inefable Melquíades, más viejo que nunca, que era alabado por ser el mágico inventor del hielo y del imán, trayendo en sus alforjas una “sustancia de color apacible” que permitió recordar todo otra vez.

Por ese mismo camino, el Gobierno del MAS ha decidido, contra la lógica de la vida y la muerte, utilizando los más rebuscados subterfugios, ocultar la historia en el arcón del olvido. De esa manera se explica que el busto del Dr. Paz Estenssoro, que hasta hace muy poco se erigía en el Congreso de la Nación, haya desaparedado por encanto.

En realidad, creo que habrá muy poca gente, incluidos propios y extraños, que no concuerde en que Víctor Paz ha sido el más lúcido gobernante y el estadista más importante que ha tenido Bolivia, desde siempre y para siempre.

Se lo ha calificado, en su primera etapa, como el organizador del Estado boliviano, con la esencia primera de la integración nacional, sin exclusiones, a través del capitalismo de Estado, la democracia y la igualdad social. Y, en su segunda, como el pragmático buscador de desarrollo a través del libre mercado, del cambio tecnológico y la globalización.

Paz fue un político polifacético, práctico y realista, intuitivo y persistente, un hombre que encarnó el nacionalismo revolucionario y la alianza de clases, dos de las raíces que cohesionaron al MNR, el partido que fue su vida, que le dieron espíritu, que delinearon una fuerza impulsora que transformó el país. Políticas que buscaban el afianzamiento del Estado Nacional, estructurando una nueva realidad, más nuestra, más inclusiva, más solidaria. Un político, siempre un político, que miraba en lontananza y tenía una visión muy clara del derrotero que seguía el mundo. Pensando en el país, pensando en su gente, pensando en el partido.

Cometió errores, cómo no, dos de ellos me vienen ahora a la memoria. El primero se produjo el 64, cuando en una decisión poco comprensible, contra viento y marea, se hizo reelegir Presidente, truncando finalmente la Revolución Nacional. Y el segundo fue el 71, cuando se unió a Falange y a Banzer para derrocar al general Torres, lo que nos valió una larga noche militar, con la reiterada exclusión del MNR.

Hoy día, la insensatez ha hecho presa a la fiera y desprolija intelligentia masista que, enterrando la historia, pretende liquidar la memoria popular y nuestra, ocultando un símbolo, ocultando un emblema, en un repugnante acto que supera la idiotez sin pasado.

Valentín Abecia López

Economista e Historiador

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