LA COLUMNA DE JOSE
Por José Luis Claros López (1)
El estigma del SIDA
Alguna vez George Orwell dijo “La verdadera libertad de expresión es poder decirle a la gente lo que no quiere oír.” Eso también llega a suceder cuando el público asiste al Teatro que refleja el drama de una sociedad decadente, en donde los prejuicios no permiten discernir bien, buscando en cada parlamento conseguir la reflexión del publico sobre algunas cosas que muchas veces preferimos hacer de cuenta que no vemos y en algunos casos tirar una moneda como quien arroja lo que ya no le sirve, para en teoría después de un acto así sentir la conciencia tranquila, todas estas reflexiones están presentes a lo largo de la puesta en escena de la obra del teatro internacional “El Estigma del Sida” escrita por el español Carlos Sáez Echevarria, adaptado y dirigido por Meliza Tarqui para ser interpretado por el Grupo Teatral Mariscal Sucre.
El Grupo Teatral Mariscal Sucre, consiguieron alcanzar con esfuerzo y voluntad la personalidad de cada uno de los personajes que aparecen en las situaciones más dramáticas y complejas. Por momentos sin embargo, existían algunos parlamentos que o no eran entendibles por el bajo volumen de la voz de algunos de los actores del reparto o sino se daba la situación de que ya eran demasiado sobreactuado como sucedió con las palabras cargadas de intolerancia y de reproche acompañadas con el sonido de la furia de un “Padre” interpretado por el actor Horacio Roca, que luego fue sobreponiéndose a este problema hasta conseguir un nivel ya no tan sobreactuado, el esfuerzo en la modulación adecuada de la voz quizás debió ser practicada dedicándole más tiempo por el reparto del Grupo Teatral Mariscal Sucre, no se debe olvidar que a la hora de actuar se puede tropezar con el montaje y puesta en escena de obras donde un reparto puede caer en la sobreactuación. A la hora de hacer teatro la actuación debe de ser natural, pero no por eso cotidiana. Los actores a la hora de subir al escenario y de interpretar a un personaje por más breve que sea su aparición no pueden actuar en el teatro como actúan en la vida diaria ya que se verían en una subactuación que es lo contrario a lo sobreactuado. Muchas veces la sobreactuación se da en actores que aún no han adquirido la técnica necesaria para el correcto control de sus energías pero puede ser corregido y alcanzar así el máximo desempeño, es bueno recordarle siempre a los actores que hacer teatro es como jugar voleibol un actor individualmente no puede lograr nada; es el equipo conformado por director, actores, extras y quienes se hacen cargo de montar toda la producción atrás del escenario: el maquillaje, el vestuario, los teloneros, los artistas que dibujan o crean el ambiente adecuado para la escena; que consiguen cuando el telón cae después de la escena final ya por la suma de todos sus esfuerzos alcanzar del publico los aplausos esperados. En la puesta en escena del “Estigma del Sida” se da también una actuación destacable por parte de la actriz Paola Requena que interpreta el papel de la “Madre” que debe sufrir y llorar por las penas que vive e incluso morir, los personajes que participan de la escena del asesinato lo hacen adecuadamente sin que la misma parezca sobreactuada.
Es importante sin embargo que a la hora de montar una obra no se deje pasar de largo detalles como una escenografía que permita volar la imaginación, en este caso su escenografía que representaba el interior de la casa permitía imaginar a cabalidad el lugar donde se desarrollan las escenas que corresponden pero la escenografía de exteriores era muy pobre.
El actor Kevin Escalante quien interpreto a “Pablo” al llegar a su monologo final consigue analizar, reflexionar y confesar sus pensamientos en voz alta a un interlocutor imaginario mientras el público que lo escucha intenta comprender a cabalidad que el estigma es algo que señala con vergüenza o desdén a una persona o grupo, y puede expresarse en una variedad de formas, desde ignorar las necesidades del grupo o la persona, a inflingirles daño físico o psicológico. En “El estigma del sida” escrita por el español Carlos Sáez Echevarria, adaptado y dirigido por Meliza Tarqui para ser interpretado por el Grupo Teatral Mariscal Sucre consigue al final dejar sonando en el eco del teatro y ser escuchados por el público que de seguro recordara siempre aquellas palabras finales de “Pablo” convertido en un mendigo que dice: “…Una limosna por caridad… Me dicen que he pecado; pero yo no hice nada malo. Solo hice enamorarme. Ese fue mi pecado… Yo no tengo nada, ni casa, ni amigos… Y pido limosna de amor a la luna que es ciega y me mira, sin ver mis suspiros… y pido limosna de amor a la noche que quiere robarme todos mis latidos…”
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