La batalla de Viray en el Chaco
Tarijeño durante la guerra de independencia de Bolivia
Por José Luis Claros López
Carlos Morel: “Caballería gaucha”, cuadro del siglo XIX.
Introducción.
El
30 de noviembre de 1818, en la jurisdicción territorial tarijeña del Chaco, se
produce una de las acciones de armas de la guerra de independencia, denominada la
batalla de Biray (en la proximidad del cerro El Viray al sur del actual municipio
chaqueño de Caraparí) donde se combate desde
las seis de la mañana hasta las once del día (Güemes, 1984, p.319), durante
las cinco horas que dura la batalla se combate sin descanso y de acuerdo con
los testimonios de “los partes de guerra” elaborados posteriormente por los
comandantes que intervinieron en el combate, por un bando el patriota Francisco
Pérez de Uriondo y por el otro bando el militar del ejército Real el coronel Antonio
Vigil, se describe que la batalla fue intensa, sin existir a lo largo de las horas
en las que se desarrolló una idea clara del desenlace final, los contingentes
de tropas patriotas conformada por habitantes de Caraparí, Itau, del valle de
Tarija y además aliados de la tribu Chane provenientes de la zona del Itiyuru
al sur de Yacuiba, enrolados todos en la milicia patriota junto con algunos
soldados con experiencia de combate adquirida en la fuerza regular de Güemes,
enfrentaron durante las cinco horas del combate a los realistas de un
contingente conformado por batallones con soldados regulares algunos de los
cuales habían llegado desde lo metrópoli española, por tanto tenían la
experiencia de luchar exitosamente contra las fuerzas de ocupación francesas
del Emperador Napoleón I, fue así como pasaron de un combate inicial de
trincheras, a un asalto y posterior batalla campal.
No habia en el Alto-Perú ejército
permanente, y solo en la ciudad de la Plata hacian el servicio dos compañias de
veteranos del Fijo de Buenos-Ayres; (una de ellas pasó á la ciudad de La Paz
por mayo del año 1808) pero las capitales de provincia y algunos partidos
tenian de uno á dos batallones, ó escuadrones de milicias disciplinados, cuyos
oficiales se sacaban de entre los vecinos mas distinguidos. (Imprenta de López,
1855, p.11)
Luego
de la derrota española en el Biray (Viray), el coronel Vigil deberá retroceder
abandonando la zona del Chaco, justificando su retirada como una cuestión
estratégica para proteger otro flanco más al norte donde las tropas españolas
son débiles para detener la posible amenaza que representaba para la villa de
Tarija el avance de los patriotas y de sus aliados guaranís liderados por
Cumbay, la victoria de los patriotas, permitió temporalmente recuperar el
control sobre la zona de Caraparí y de Itau, sin embargo, en su retirada el
ejército realista tomará represalias, no sólo contra la población civil de la
zona sino también contra los religiosos Franciscanos, por su apoyo a la causa
de los patriotas desde allí destacaron
una partida sobre Itau. Lo han incendiado todo, saqueando la iglesia y si no es
por una partida nuestra también se incendia (Güemes, 1984, p.319), el contingente
de regulares de las tropas del Rey enviado para pacificar la región, derrotado
por los patriotas al mando de las milicias de Francisco Pérez de Uriondo deberá
retirarse forzadamente, hacia posiciones propias más al norte por la zona
conocida en aquel tiempo, como de las Salinas, actual Entre Ríos, lugar en
donde permanecerán, hasta 1819 cuando nuevamente recuperen las posiciones
perdidas en Caraparí e Itau el año anterior, ocupándolas esta vez hasta el
final de la guerra de independencia. A partir del año 1817 no llegaría ningún
refuerzo europeo para los realistas del Perú (Semprún, 1998, p.157), y desde el
año 1820 para ningún lugar de América.
Antecedentes.
El 31
de noviembre de 1816, el ejército realista bajo las órdenes del General José de
La Serna, conseguirá penetrar en el valle de Tarija, ingresando triunfalmente
con sus tropas el 1 de diciembre a la villa de Tarija, obligando a la retirada
de los simpatizantes de la independencia, empujando a las debilitadas fuerzas
patriotas, primero hacía Salinas y luego hasta el Chaco buscando en esa región
un refugio para recuperar sus fuerzas y retomar la lucha.
Al
inicio de la Guerra de Independencia, la presencia militar en los territorios
lejanos como el Chaco era limitada, sin embargo, para finales de 1816, la
región de Tarija, es de una importancia estratégica, tanto para el ejército del
Rey, como para la causa patriota, pero los leales a las Provincias Unidas del
Río de la Plata, no pueden retener la posición, ante la cada vez más fuerte
presión militar, de las tropas regulares españolas, que al final consiguen
expulsarlos hasta llevarlos al Chaco, recuperando así el control sobre la
región del valle de Tarija.
En cada provincia ecsistia un
parque con número competente de fusiles y piezas de artillería volante: mas
donde no debia faltar armamento ni pertrechos de guerra era en la ciudad de
Santa-Cruz de la Sierra, y en las villas de la Laguna, Tarija y Cinti para
cubrir los fuertes, y defender su dilatada frontera de las frecuentes
incursiones de los indios salvajes. (Imprenta de López, 1855, p.11)
En
la retirada, el patriota Pérez de Uriondo, despachará su equipaje y tropas
hacía Salinas instalando ahí su cuartel luego deberá también abandonar esta
zona replegándose más al sur hasta el Chaco, el 1 de diciembre de 1816, el
coronel Antonio Vigil llegará hasta el territorio tarijeño, acompañando a las
tropas regulares del general La Serna.
“Entró este sin embargo el 1ro de
diciembre en Tarija para poner orden en los negocios de la provincia y en el
mismo día llegó también del valle de San Juan el escuadrón de cazadores que
mandaba Vigil”, (Valdés, 1895, p.175).
La
permanente amenaza, de la persecución y posterior castigo por estar en la
condición de rebeldes sublevados, obligará que tanto Pérez de Uriondo como el
resto de sus tropas de milicias, deban retroceder más hacía el sur, arrojado de las Salinas y de las fronteras
de los indios chirihuanos (García, 1846a, p.218), en diciembre de 1816,
llegará hasta el Chaco. Perseguido por Vigil, que comandaba el escuadrón de Cazadores y dos compañías de
infantería (Ibídem, p.218), meses antes, durante la celebración del
Congreso de Tucumán se produjo la declaración de la independencia de los
territorios del Virreinato del Río de La Plata, el 9 de julio de 1816 y se
adoptó el nombre de Provincias Unidas del Sur. En cuanto a Tarija, la
contraofensiva realista española desde el Alto Perú igualmente dificultó su
representación en el Congreso de Tucumán, aunque sí lo hicieron los diputados
por Chichas los cuales también representaban a Tarija.
"Continuó la persecución del
gobernador Uriondo, que se había dirigido hacia las Salinas, frontera de los
indios chiriguanos, cuya comisión desempeñó el Comandante D. Antonio Vigil con
el segundo escuadrón de cazadores y dos compañías de infantería." (Valdés,
1895, p.175)
A
comienzos del mes de diciembre de 1816, La Serna, desde Tarija, anunció por medio de una proclama las
paternales intenciones de S.M. y su vivo interés por la pacificación de
aquellos dominios (García, 1846a, p.218), la proclama se difunde a partir
del 2 de diciembre de 1816, en los territorios de la llamada provincia de
Tarija.
"Yo os aseguro que hasta
aquello que las necesidades de mi ejército pacificador hagan indispensable
exigiros, os será puntual y religiosamente pagado, como se está ya practicando
(...) venid á mi con la confianza que debe inspiraros el carácter paternal y
sensible de que estoy investido, no sólo á pedirme el perdón de vuestras faltas
y extravíos anteriores, sino á contarme francamente vuestras desventuras"
(Sepúlveda, 1896, p.230)
La
principal, intención de La Serna, con la emisión de la proclama del 2 de
diciembre de 1816, es persuadir a los vecinos de la villa de Tarija, para que
abandonen la causa patriota, ofreciendo diversas concesiones incluido el
perdón, recordándoles a todos los habitantes del territorio que debían retornar
a los votos de lealtad a la corona española. La proclama, será difundida por
todo el territorio tarijeño.
"Estoy persuadido que al
hacerse público el trato, acogida y protección con que seréis distinguidos,
hasta vuestros más ciegos y obstinados Capitanes y caudillos se pondrán sin
reserva bajo mi seguridad y garantía. Los Jefes Políticos militares de todos
estos distritos, tienen órdenes terminantes para recibiros benignamente á
todos, auxiliarlos y conducir, á cualesquiera que quiera hablarme ó conocerme,
á este Cuartel General. Dichoso yo mil vices si después de haber atravesado ese
vasto Océano que nos separa de nuestra verdadera madre patria común, logro
formar de todos los españoles peninsulares que me han acompañado en diversos
Cuerpos, de los americanos que aquí se hallan y de los extraviados por
cualesquier motivos que existen sobre la superficie de esta América, una sola
tranquila familia, en que borre para siempre hasta la idea de sus antiguas
disensiones y rencillas." (Sepúlveda, 1896, p.231)
Pero,
a pesar de la oferta no se produce de inmediato el éxito que las tropas que representaban
en Tarija la causa del Rey, esperaban; el resultado adverso produce bastante malestar
en el general La Serna y por esa razón el 12 de diciembre, lanzará una nueva
proclama, pero está vez otorgando un plazo de tiempo hasta el día 15 de enero
de 1817, para que los sublevados a quienes califica como “extraviados”, se
acojan a lo dispuesto por la proclama del 2 de diciembre de 1816 y retornen a
su juramento de lealtad con la corona española, el militar español, en ese
momento advierte a la población de Tarija con un castigo ejemplar, sí
continuaban resistiendo a la corona española.
"Al efecto declaro que el que
no se presente para el día 15 de enero del próximo año de 1817, no disfrutará
de las gracias y perdón que ofrece la citada proclama (…) os aconsejo, os unáis
á las tropas de esta guarnición para exterminar de una vez á estas partidas que
andan vagantes por esos cerros, (…) pero si, sordos á mi voz, no os comportáis
del modo á que todo fiel y buen vasallo del Rey está constituido, sea de la
clase y estado que fuese, os juro y prometo que sabré dar á esta provincia un
castigo ejemplar que sirva de escarmiento á todas las demás, pues debéis estar
en la inteligencia de que si con la una mano os ofrezco la oliva de la paz, con
la otra empuño la espada de la justicia, que sabrá alcanzar á todo mal vasallo
del Rey donde quiera que se halle." (Idem, pp.231-232)
La
persistencia de varios de los vecinos de la villa de Tarija, en continuar
apoyando la causa patriota, será un factor para que las tropas regulares españolas
permanezcan en gran número acantonadas en la zona, protagonizando varias
incursiones de pacificación a la región del Chaco, que se prolongarán durante 1817,
aquel año un ejército regular proveniente de las Provincias Unidas del Sur
(actual República Argentina), recuperará el control a favor de las armas de los
sublevados de la villa de Tarija, pero sólo por un breve tiempo, sin embargo, el
30 de septiembre de 1817, La Serna informaba desde Potosí al Ministro de Guerra
en España, que la situación continuaba siendo inestable sobre todo en Tarija.
"no será probable poder
disponer de los Cuerpos que haya de guarnición en las provincias y
particularmente en la de Tarija, punto que á toda costa debe conservarse por su
local ventajoso y propio para que el enemigo pueda invadir las del interior, en
las que siempre ha de haber, hasta que las circunstancias varíen, grandes
convulsiones" (Ibídem, p.226)
Al
año siguiente de 1818, la situación comenzó a ser más favorable para las tropas
regulares del Rey, sobre todo en el Chaco, el 5 de junio de 1818 el coronel
Vigil, informó mediante un parte de guerra, dirigido al general La Serna, que
se había emboscado a varios patriotas y que otros lograron escapar hacía Itau, el
arribo del ejército regular español a la misión de Salinas, que se realiza el 9
de abril de aquel año, produce un éxodo masivo de patriotas que buscan un
refugio en el Chaco.
“habían salido despavoridos con
destino al fuerte de Itau. Creyeron sin duda de que me sería imposible
perseguirlos por lo inutilizadas que con razón contemplaban mis caballerías,
por el mal estado de los caminos, y rapidez de mi marcha" (Gaceta de
Madrid, 1818, pp.362-363)
El
14 de abril de 1818, el coronel Juan Ruiz de Somocurcio, hostigando desde
Salinas la retirada de los patriotas, conseguía en el camino que va hacia Iñiguasu,
afectar notablemente a las milicias lideradas por Uriondo, capturándole algunos
soldados y una bandera.
“logró tomarle un oficial, dos
cabos, nueve soldados, tres paisanos, una bandera que acababa de recibir Rojas
por premio de sus acciones en la campaña de Jujui y Salta, remitida por su
general Belgrano, una carga de municiones y siete cabalgaduras ensilladas, con
dos cargas de equipaje que se repartió a la tropa.” (Gaceta de Madrid, 1818,
p.363)
Para
el día 16 de abril de 1818, el contingente de soldados regulares del coronel
Vigil, llegó “con la caballería y dos
compañías de infanteria hasta el fuerte de Itau” (Ibídem, p.363), el 18 de abril
ingresó al poblado de Caraparí, en donde recibe información sobre los
movimientos que realizaban los rebeldes para evitar un encuentro armado, el
coronel Vigil ofreció entonces una recompensa para propiciar así la captura de
los caudillos rebeldes, permanecerá en Caraparí hasta el día 23 de abril,
después regresará hasta Salinas, pasando nuevamente por Itaú.
“y sabiendo por los vecinos de
dicho punto que los Uriundos y emigrados que le acompañaban se disponian a
retirarse por Oran y ocultarse en la espesura de los bosques, internándose
hacia los indios chaneses que tenian por aliados, pasé un papel indultando á
todos los que se me presentasen, y ofrecí al teniente de ese punto 20 pesos
siempre que vivos ó muertos me presentasen á los caudillos que perseguia,
obligando tanto á este como al comandante del fuerte de Itau me reuniesen todos
los vecinos é indios chiriguanos que puediesen: en el mismo día me presentaron
78 de los primeros muy bien montados y 80 de los segundos. Con solo esa noticia
emprendió Uriundo su marcha para abajo, y al momento fue abandonado por los
emigrados" (Ibídem, p.363)
En
está ocasión, varios de los patriotas fugitivos deciden abandonar a su caudillo
y acogerse a las autoridades militares españolas, "y haciendo prestar el juramento de fidelidad a las banderas del
Rey á todos los presentados, les hice cosechar las sementeras de los que no lo
habian hecho” (Ibídem, p.364), de acuerdo con el testimonió del coronel
Vigil, las fuerzas patriotas, al abandonar la región practicaron también la
destrucción de los cultivos buscando así debilitar a las fuerzas españolas “sin más novedad hasta el 26 que las de la
pérdida de mucho ganado, por haber los enemigos quemado todos los corrales del
tránsito” (Ibídem, p.364), ambos bandos practicaron esta táctica militar
que consiste en destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad al
enemigo, el militar patriota Manuel Belgrano había utilizado el año 1812, está
táctica de tierra quemada en el episodio conocido como éxodo Jujeño.
Al emprender
el camino de retorno hacía Salinas, el coronel Antonio Vigil llevaba también
los prisioneros tomados en el Chaco, un fraile franciscano llamado Melchor
Castro, y un paisano del lugar llamado Agustín Rodríguez, ambos fueron tomados
prisioneros en el pueblo de Itau, el sacerdote fue tomado prisionero porque “fue capellán del caudillo Padilla, y el
segundo porque habiéndome presentado como un paisano, se ha justificado es un
capitán de los enemigos, cuyas insignias mantuvo hasta el día de mi llegada”
(Ibídem, p.364), en julio de aquel año Vigil, repetirá una nueva incursión en
el territorio del Chaco, pero enfrentó al arribar a Salinas el 28 de abril de
1818, un constante acecho por parte de otra fuerza patriota, que contaba con el
apoyo de los indígenas guaranís del cacique Cumbay.
"los paisanos armados de carabinas,
escopetas y pistolas, auxiliados por Cumbay con más de 600 indios de flecha,
que no veíamos por la espesura del bosque, hasta que aproximándonos al convento
avistamos a Rojas con cosa de 400 hombres montados, entre ellos como 200 de
fusil, con los nos tiroteamos hasta que llegó la noche" (Ibídem, p.364)
Aquel
año de 1818, no sólo el coronel Vigil, ingresará en tareas de pacificación
hasta el Chaco, también el brigadier José de Canterac, con una fuerza compuesta
por el segundo batallón de Extremadura, la compañía de Cazadores de la Unión
Peruana, 60 jinetes del escuadrón de cazadores montados, 40 dragones americanos
y una pieza de artillería, saldrá de la villa de Tarija el 14 de julio de 1818,
dirigiéndose a la Salinas lugar a donde arribó el 17 de julio, buscando al
caudillo Uriondo, sin conseguir capturarlo, pero tomando “algunos prisioneros y ganado” (Ibídem, p.531), su incursión se
prolongará por varios días, el 21 de julio 1818 también el coronel Vigil partiendo
de Tarija, rumbo al Chaco se unirá en una nueva campaña de pacificación.
“Partió el coronel Vigil con la
mitad de la fuerza del brigadier Canterac contra los caudillos Sánchez, Rojas y
otros hacia Carapari é Itau y habiendo conseguido alcanzarlos en dichos puntos
los derrotó del modo más decidido, causándoles mucha pérdida entre muertos y
prisioneros”. (García, 1846, pp.287-288)
José
de Canterac, participó en el Chaco destacándose en la dispersión de las
partidas guerrilleras al mando de los caudillos Uridondo, Espinoza y Sánchez.
Desarrollo.
Para
los patriotas sublevados contra la corona española, los territorios del Chaco
se transforman en un lugar donde pueden esconderse, pero al mismo tiempo es el
escenario donde se desarrollará una guerra de desgaste contra la ocupación
española, en la cual los caudillos patriotas comprenden que sólo serán
vencedores sí resisten más en pie.
A
principios de diciembre de 1818, el coronel Vigil realiza una nueva expedición desde
Tarija hacía el Chaco para pacificar la región de Salinas, Caraparí, Itau y la
frontera, en la cual obtiene al final la derrota de los sublevados, pero
sostener la pacificación significa un alto costo, en soldados y recursos. Entre
noviembre y diciembre de 1818, cuando se desarrollan éstas acciones de
“pacificación” interviene también el caudillo Eustaquio Méndez, que para
entonces combatía para las armas españolas, razón por la cual Francisco de
Uriondo le calificó a Méndez, de “traidor” en un Parte de Guerra dirigido a
Güemes fechado el 12 de diciembre de 1818 en Caraparí.
El traidor Méndez con su tropa
venía ocupando la vanguardia y desde el Alto del Tambo se regresó él solo a la
Villa, todo el campo venía seduciendo al paisanaje y logró seducirme al capitán
Peralta que tuve de avanzada, quie se presentó con toda su gente al enemigo. (Güemes,
1984, pp.316-317)
Ante
la constante marcha de las tropas del Rey, las debilitadas fuerzas patriotas de
Uriondo, intentan a mediados del mes de noviembre de 1818, que la población
civil en la zona de Caraparí, abandone esas peligrosas posiciones, “en todo
este tiempo nos ocupamos en retirar las familias, ganados y ponerlos en salvo
con dirección a Orán por el camino del Biray” (Ibídem, p.318), dirigiéndoles
hacia el sur, con rumbo al territorio controlado por Güemes,
El
General Andrés García Camba (García, 1846), sostiene la versión que Vigil luego
de someter por las armas a los caudillos Uriondo, Fernandez y Tejada, consigue
una breve paz en el Chaco, “logró que
aquellos pueblos reconociesen al gobierno legítimo entregándose como donativo
voluntario 100 cabezas de ganado vacuno y 80 caballos y mulas” (Ibídem,
p.289), además de lograr producto de una exitosa campaña militar el eventual
cambio de bando de algunos soldados patriotas y de los pueblos nativos del
Chaco, los indígenas de la región sobre todo los pertenecientes a la tribu de
los chanes que provenían del sur, hasta noviembre de 1818, habían apoyado la
causa de los patriotas. Otro de los éxitos de su incursión el ejército regular
español al mando del coronel Vigil, es capturar a Manuel Uriondo, hermano del
principal caudillo rebelde de la región, arrebatándoles todas las piezas de
artillería y una cantidad considerable de armamento que disponían los patriotas
para su defensa.
“Cogiendo a los enemigos 19
fusiles, toda la maestranza de Fernandez y consiguiendo en fin que de los
dragones de este caudillo se le pasasen un oficial, dos sargentos y un soldado
todos armados y que los indios chirihuanos se declarasen en favor de la causa
española, negocio de grande importancia.” (Ibídem, p.289)
A
pesar de los intentos de Uriondo, de poner distancia en su retirada, es
alcanzado por las columnas del ejército del Rey, produciéndose así el combate,
que se desarrolló en el Cerro de El Viray. El combate, inicia desde las 6 de la
mañana del 30 de noviembre de 1818, “se sostuvo el fuego de parte a parte por
largo rato, hasta que los enemigos con vaquianos que traían lograron
desalojarnos con pérdida solamente de un herido” (Güemes, 1984, p.318) cuando
una patrulla que llegaba desde Iñiguazu, descubre a los patriotas que intentan
emboscarlos abriendo fuego y revelando así su posición.
El enemigo a poco rato marchó de
frente y lo esperamos en una trinchera de los desechos del río, con otra
emboscada al costado izquierdo. Aquí se trabó un largo tiroteo. Nosotros lo
teníamos a tiro de pistola. El enemigo no pudiendo sufrir nuestros fuegos, se
arrinconó a un recodo que hacía la barrancha del río. Dos veces hicieron
reunión; ya no hacían un tiro. Nos destacaron por dentro del monte a los
Cazadores, por donde tenían la primera emboscada que nos vinieron a franquear
el costado derecho de la trinchera. Nos retiramos haciendo fuego. Los enemigos
cargaron sobre nosotros y en todos los puntos ventajosos los esperábamos con
trincheras, y por dentro del monte se les venía tiroteando. Las municiones ya
nos escaseaban y al salir a los campos del Biray en el Alto de la Cueva se
formó una trinchera. Aquí se hizo el último esfuerzo. Los enemigos aguantaron
pocas descargas; de allí se retiraron a marchas redobladas sobre el Fuerte
Viejo. La acción duró desde las seis de la mañana hasta las once del día.
(Ibídem, pp.318-319)
Como
resultado del combate, se contabilizaron cientos de muertes, “cien hombres
entre muertos y heridos, según las sepulturas que se han encontrado en el
camino” (Ibídem, p.319), posterior a esto Uriondo, solicitó a Güemes más
armamento no sólo para continuar con las acciones de armas en contra de las
tropas del ejército del Rey en retirada, sino también para poder incursionar
contra la población indígena salvaje que hostigaba la zona, Uriondo, esperaba
cumplir con ésta tarea en parte apoyado por un contingente de indígenas Chanes
que se había sumado a su tropa.
Jefes militares de los dos bandos
enfrentados en la batalla de Biray (actual cerro El Viray).
Por
la corona española, el jefe militar del contingente de soldados regulares que
participan de la batalla de Biray, es Antonio Vigil (José Antonio Vigil
Manrique de Lara), coronel del Regimiento de Cazadores, presidente de Charcas
Brigadier. nacido en Chota (Actual Perú en 1782) (Mendiburu, 1880, p.427) formaba
parte del 1ro de Cazadores (después Dragones Americanos) desde 1822 hasta que
murió su comandante durante la batalla de Torata en 1823, posteriormente fue
incorporado al “Escuadrón San Carlos” y el “Segundo de Cazadores”, ambas unidades
militares estuvieron al mando del coronel graduado D. Antonio Vigil.
Durante
la independencia americana se pasó al bando español. Fue paje del virrey José
Fernando Abascal. En 1809 tomó parte en la represión de las revoluciones de
Chuquisaca y La Paz. Formó parte de la primera plantilla de oficiales del
Ejército Real del Perú.
Combatió
contra los independentistas peruanos y argentinos en el Alto Perú bajo las
órdenes de Pedro Antonio Olañeta hasta el año 1823. El general español Gerónimo
Valdés lo nombró presidente interino y comandante general de Charcas (actual
Sucre, en Bolivia). Fue el último gobernante «español» de Charcas, hasta el
suceso de Junín. Combatió con lealtad en el Ejército realista hasta el 9 de
diciembre de 1824, en que ―bajo el mando de José de Canterac― luchó en la
batalla de Ayacucho y asistió a la capitulación. Al terminarse el Ejército
realista en América, Vigil pasó a prestar servicios en el ejército peruano. Fue
uno de los jefes realistas más prestigioso entre propios y enemigos.
En
1836, a los 54 años de edad, fue nombrado general de la República del Perú.
Participó en la batalla de Socabaya bajo las órdenes de Santa Cruz, donde
derrotaron a Salaverry. Se afirma que Vigil fue jefe superior del Estado
Nor-Peruano durante la presidencia de Riva Agüero. Más tarde se unió a
Echenique para combatir en la batalla de la Palma contra Ramón Castilla.
Falleció a los 90 años aproximadamente, de una pulmonía en el año 1872.
Por
el bando patriota, lideró el contingente militar durante la batalla de El
Viray, Francisco Pérez de Uriondo.
Francisco
Pérez de Uriondo (Francisco Solano María Antonio Alberto Pérez de Uriondo y
Menéndez), “se debe destacar que Uriondo y Pérez de Uriondo son variables del
mismo apellido, que se emplearon indistintamente” (Trigo, 2011, p.28), nació el
14 de noviembre de 1784 en el Santiago de Chile, era hijo de Dr. Joaquín
Antonio Pérez de Uriondo y Martiarena y de Inés Menéndez Valdés de Cornellana.
Entre
finales del siglo XVIII y comienzos del siguiente, inició su carrera militar en
el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, al cual se incorporó en calidad de
cadete.
Luego
de 1815, se puso a las órdenes del caudillo salteño Martín Miguel de Güemes
teniendo destacada participación en las provincias de Chichas y Tarija “llegó a
Tarija en los últimos meses de 1815 donde alcanzó a ser Teniente Gobernador.
Permaneció hasta 1818, tuvo triunfos heroicos, también sufrió reveses” (Ibídem,
p.28), en esta última etapa de su carrera militar llegó a ser coronel. Falleció
el 7 de febrero de 1822, en Salta.
Consecuencias.
Luego
de la batalla de Biray de 30 de noviembre del año de 1818, la situación en el
territorio chaqueño, continuará siendo de una guerra de desgaste durante los
años que restan hasta la finalización en 1825 del conflicto.
Las provincias del Alto Perú gozan
por ahora de una completa tranquilidad. La vanguardia situada en Tupiza
conserva la línea de Tarija á la Rinconada y se halla sin enemigos que puedan
inspirarme cuidados. (Sepúlveda, 1896, p.290)
Los
años siguientes de 1819 y 1820, transcurrirán sin mayores acciones de armas de
trascendencia. El 9 de febrero de 1821, el general La Serna informó al
Secretario de Estado y del despacho de la Guerra en España, que la situación
era estable sin existir una fuerza que represente amenaza de desestabilización
en el valle de Tarija, pero conservando para tal efecto una importante dotación
militar de “ocho batallones, seis
escuadrones y algunas compañías sueltas con componentes número de piezas de
artillería y municiones” (García, 1846a, p.177) para combatir a los
caudillos que continuaban realizando acciones de combate sobre todo en el
Chaco, "aquellas provincias se
hallaban tranquilas y sólo había uno que otro caudillo en sus espesuras de
ninguna importancia” (Ibídem, p.177), en junio de 1822, las tropas
regulares españolas continúan capturando a los caudillos rebeldes, "la división del brigadier Olañeta
derrotó los insurrectos de la provincia de Tarija, haciendo varios prisioneros,
y entre ellos al cabecilla Sanchez" (García, 1846b, p.19), sin embargo
el estado de alerta continuará hasta la finalización del conflicto.
Bibliografía.
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Madrid, Núm. 44. Septiembre y octubre de 1818. Imprenta Real. Madrid, España.
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Perú. Tomo I. Sociedad Tipográfica de Hortelano y Compañia. Madrid, España.
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de J. Francisco Solis. Lima, Perú.
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General Técnica. Madrid, España.
Sepúlveda,
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1824 que terminó con la batalla de Ayacucho. Imprenta de la viuda de M. Minuesa
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Trigo
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del Río de La Plata. 2da. Edición. Plural Editores. La Paz, Bolivia.
Valdés,
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1821 a su regreso del Perú la publica su hijo el Conde de Torata coronel
retirado de Artilleria. Tomo II. Imprenta de la viuda de M. Minuesa de los
Ríos. Madrid, España.
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