I
A CONTINUACIÓN: FRAGMENTOS DE ARTÍCULOS PUBLICADOS
DE LOS HECHOS SUCEDIDOS EN BOQUERON EL 24 DE SEPTIEMBRE DE 1932, POR LA PRENSA
ARGENTINA DE LA CIUDAD DE SANTA FE: "Se sigue luchando en el Chaco".
Las gestiones de los neutrales no han dado hasta el momento ningun resultado.
Bolivia ha llamado a 4 clases más.
Se confirma que el General Quintanilla se halla en
Boquerón.
La Paz, Septiembre 24. El estado Mayor, en el
comunicado dado a publicidad en la fecha de hoy informa que se han producido
nuevos encuentros en la zona de lucha, frente a Fortín Boquerón. Dice que en el
Fortín boliviano de Tinfanque, fue rechazado ayer (23 de septiembre) un
violente ataque de la caballería y la infanteria paraguaya. Agrega que los
atacantes se retiraron con grandes bajas. Se hace saber también que el jueves
último (22 de septiembre), fue tomada la bandera del Regimiento paraguayo de
Acabay. En Boqueron continúa la batalla. A continuación se hace saber que el
número de bajas bolivianas, desde el mes de julio hasta ahora, exceptuando las
habidas en Boquerón, llegan a 39 muertos y 33 heridos.
Acusaciones.- Asunción, Septiembre 24. Los heridos
que llegan desde Boquerón, hacen saber que en la parte verdaderamente
fortificada de Boquerón, se encuentra el jefe del ejército boliviano General
Quintanilla. Junto con él se encuentran unos 300 oficiales, los cuales manejan
personalmente las ametralladoras. Además ratifican las denuncias en el sentido
de que los bolivianos mutilan a los prisioneros paraguayos, asegurando que en
las cercanías de Boqueron, fue encontrado el cuerpo decapitado y maniatado de
un soldado paraguayo.
Más reservistas.- La Paz, Septiembre 24. Ha sido
dado un decreto hoy por el cual se llama a las armas a los ciudadanos de las
clases de 1923, 1924, 1925 y 1926. Estos son los ciudadnos de 30, 29, 28 y 27
años.
Bolivia no puede más.- Washington, Septiembre 24.
La comisión de neutrales ha recibido un despacho del Gobierno de Bolivia, en el
cual éste anuncia que este país está dispuesto a suspender de inmediato las
hostilidades. Dice que esta noche (24 de septiembre) a las 24 horas parará el
fuego sí es que Paraguay está dispuesto a hacer lo mismo.
FUENTE: EL ORDEN, SANTA FE, DOMINGO 25 DE
SEPTIEMBRE DE 1932.
EN LOS CAMINOS DE CASTILLO Y YUGRA SE ESTA
COMBATIENDO CON GRAN ENCARNIZAMIENTO. Los Paraguayos no dejan pasar a las
fuerzas bolivianas que acuden para reforzar a Boquerón. Asunción. 24 de
septiembre.- Las principales acciones y combates se están llevando a cabo en
los caminos de Yucra y Cabo Castillo, que es por donde vienen tropas bolivianas
dispuestas a prestar ayuda a las de Boquerón, pero son rechazadas por los
Paraguayos, desarrollándose sangrientos combates, sin que consigan su objetivo,
que es llegar a los campos de Boquerón, donde también se sigue combatiendo con
encarnizamiento.
Se nos informa que son enormes los esfuerzos que
realizan los bolivianos por poder franquear esos caminos, pero apenas llegan a
ellos son recibidos por las ametralladoras paraguayas, quien lo diezman por
completo, malogrando así su propósito.
Por momentos los bolivianos intentan penetrar
agazapados, pero el soldado paraguayo los distingue a lo lejos y caen así bajo
las balas paraguayas. Los cuerpos de los soldados muertos quedan abandonados en
el camino, pues el terrible fuego paraguayo no les permite avanzar un paso.
COMUNICADO BOLIVIANO. La Paz, 24 de septiembre. El
Estado Mayor de Bolivia ha dado el siguiente comunicado: "Un destacamento
paraguayo formado por fuerzas de infanteria y caballeria en traje civil ha
atacado hoy nuestro fortín Tinfanqué siendo rechazados con cuatro bajas,
incluído un oficial de alta graduación. Nuestras bajas fueron un soldado muerto
y otro herido".
Entre los pobladores fueron muertos dos indios
"chulupis" y heridos dos niños, hijo del poblador Pintos. La bandera
tomada ayer por el Capitán Busch pertenecía al famoso regimiento paraguayo
Acabay. La Batalla de Boquerón continuaba hoy.
FUENTE: DIARIO SANTA FE, de Santa Fe, 25 DE
SEPTIEMBRE DE 1932.
Asunción, 24 de septiembre de 1932. 11:45: "Se
anuncia que se han realizado nuevas operaciones en los campos de Boquerón y la
distintas acciones de estos últimos días. Han Caído en nuestro poder
ametralladoras y fusiles y repuestos para ametralladoras pesadas y
livianas". Fuente: EL LITORAL, (De Santa Fe, Argentina) DOMINGO 25 DE
SEPTIEMBRE DE 1932.
En los campos de Boqueron: esqueleto
con uniforme. Cuadros como éste se encuentran frecuentemente en los
campos de batalla en que los cadáveres no fueron enterrados. Es un
soldado boliviano del célebre regimiento Colorado, muerto frente al
Fortin Boquerón, en la brava batalla de Setiembre de 1932, que duró 20
días.
Los paraguayos sitiaron al
Fortin; los bolivianos ofrecieron una tenaz resistencia sufriendo
atrozmente el hambre y la sed, recibiendo algunas provisiones lanzadas
desde los aviones. Los paraguayos sufrieron grandes pérdidas pero
llegaron a pocos metros de las trincheras enemigas; cuando se disponían
a pasar al asalto que definiría la lucha, los bolivianos se riendieron,
quienes se habian comido hasta las mulas. Si se observa la foto detenidamente, se
constatará que la mano izquierda con su antebrazo, que se hallan en el
sitio marcado con una cruz, han sido separados del brazo, como si
hubieran sido arrancados por un casco de granada. Foto tomada dos meses
después del combate, durante mi paso por dicho lugar, dirijiéndome (sic)
al frente de Saavedra. (Fotografía Archivo Carlos De Sanctis http://www.histarmar.com.ar/ArchivoFotosGral/ArchDiSanctis/Cap4-1.htm)En los campos de Boqueron: soldado boliviando del regimiento constituído por estudiantes al mando del Mayor Lairana que fué totalmente diezmado en el camino de Boqueron a Yucra, durante una sorpresa, en diez minutos de combate, pereciendo 250 estudiantes. Una ráfaga de ametralladora le ha levantada la calota creaneana, con tanta justeza como si fuera un trabajo de autopsia. Es un caso interesante y como tal, ésta foto es verdaderamente excepcional. Cadáveres como éste existen numerosos en estos cmapos, abandonados a merced de cuervos y caranchos. Estan bien uniformados y no fueron requisados por la tropa, tal vez por escasez de tiempo, porque debia seguirse adelante en persecucion del enemigo o por el peligro, pues cayeron en "campo de nadie" mientras se disputaba el terreno que tantos muertos y heridos costó a ambos combatientes. La flecha indica una de las balas que han herido al soldado y que con una lente se ve nitidamente. (Fotografía Archivo Carlos De Sanctis http://www.histarmar.com.ar/ArchivoFotosGral/ArchDiSanctis/Cap4-1.htm)
II
24 de septiembre-decimosexto día de batalla.
Patrullas avanzadas en el bosquecillo observan que
los fusileros paraguayos se hallan emboscados muy cerca de Boquerón con el
objeto de impedir el paso de nuestras tropas que vienen de Lara.
Frente a la tenacidad de la defensa boliviana de
Boquerón, los jefes paraguayos se sienten impacientes y para mantener la moral
de sus tropas, uno de ellos, el My. Carlos Fernández, arenga a los suyos: A mi
que pé kyjyyé pee mitá Boquerón co ya yagarrá potaité ñaina; cimé oyecuaama la
bandera yba, che ayu ajhechá güí jhiná (No tengo miedo muchachos. Estamos por
tomar Boquerón, ya se divisa el asta de la bandera; yo vengo a ver eso).
Boquerón debe ser abandonado este mismo día, se
dispone que la defensa se realice en el sector Ramírez - Yujra; esas son las
disposiciones que toman los oficiales bolivianos en vista a las circunstancias
apremiantes.
III
En fecha 24, a las dos semanas de iniciada la
batalla de Boquerón, Franco hizo llegar al Comando de Estigarribia, la
comunicación de que el agua de la laguna que surtía a todo el Ejército,
comenzaba a causar síntomas de descomposición.
No había agua sino en las colonias mennonitas o en el Río Paraguay, y,
traerlas de sitios tan lejanos era prácticamente imposible. Esto no hizo sino agudizar un problema que se
había presentado desde los primeros días de la batalla con caracteres
alarmantes. La sed era más temible y
peligrosa que el propio enemigo. Los
fuertes calores y la falta total de lluvias agravaron la situación, porque se
multiplicaron las escenas pavorosas de deshidratación y muertos por la sed. Sin embargo, pese a todas estas adversidades,
los combatientes de primera línea no abandonaron sus posiciones. Estos servicios de agua fueron prestados las
24 horas, inclusive aprovechando la oscuridad de la noche. Muchos de estos héroes perdieron la vida en
el cumplimiento de su humanitaria labor.
En el reducto boliviano el problema no se presentaba tan agudo, porque
disponían de una laguna y un pozo que les sirvió hasta que quedó bajo el fuego
directo de un Batallón del R. I. 2 “Ytororó”.
IV
Septiembre 24 de 1932.
Son las
nueve de la mañana. El enemigo ha
dejado de lanzar sus morterazos y
artillería; ahora los disparos pasan muy arriba de nuestras
trincheras. Ellos son dirigidos a los puestos de Yucra, Ramírez y Lara. El
traqueteo de las ametralladoras se oye a lo lejos, sin interrupción. Las
explosiones de los tiros de artillería son escuchadas en el reducto con cierta
amargura y decepción. Se
adelanta la idea
de que todo
esfuerzo que hagan
nuestros compañeros, allí
lejos, se estrellará
ante un enemigo numéricamente
superior, el mismo
que se encuentra
escalonado hasta dos
kilómetros de Boquerón, formando verdaderas murallas
de fuego y
plomo. ¡Ya no
hay esperanzas de
salvación! Debemos sucumbir;
para ese momento, venderemos caras nuestras vidas.
¡Momento terrible!... El enemigo ha rebasado
nuestras posiciones. Se encuentra dentro de las zanjas...La inminencia del peligro
ha hecho que los nuestros se concentren en
aquel lugar. El ataque sorpresivo de los pilas ha causado en nuestra defensa
un momento de ofuscación. Pero, pronto se da las órdenes necesarias. Dos
tenazas de hombres armados de fuego y acero, caen sobre aquel grupo audaz;
mientras, una sección contiene el refuerzo que quiere deslizarse desde el
monte. Es dura y tenaz la lucha, en la que se tiene que emplear el arma blanca
y los disparos a corta distancia; pero el enemigo no puede sostenerse por mucho
tiempo; porque recibe fuego de adelante, de la derecha y de la izquierda.
Desesperados ante este fuego graneado que cae sobre
ellos que los va diezmando rápidamente y viendo los cuchillos de los más próximos,
no tienen otra
alternativa que huir
hasta el monte;
pero en esta
huida dejan cantidad
de heridos en muy malas condiciones. Nosotros tenemos que
lamentar la pérdida de dos oficiales; pero, la posición ha sido retomada.
Otro montón de heridos que se debaten entre la vida
y la muerte. Muchos de éstos sucumbirán por falta de auxilios. No se atreverán los
camilleros a salir
a recogerlos, porque
en estos lugares
no priman las
leyes de guerra.
No hay quien
las controle. ¿La Cruz Roja Internacional? Bonito nombre que suena a
farsa y a algo que no tiene sentido ni forma. Entidad que sólo sirve para hacer
alarde de humanitarismo sin sentido; para que las señoras y los caballeros de
cuello duro busquen motivos de alharaca a sus triunfos baratos. Ellos son como
las gallinas que para poner un huevo tienen que alborotar el corral.
¿Cuándo se ha visto que la Cruz Roja sea respetada
en una guerra? Todo es farsa, ficción, mentira y simulación. Para decir que
tienen los dones de humanitarismo, se ven hospitales bombardeados, heridos
acuchillados o despojados de sus ojos, prisioneros torturados y cadáveres
vejados... y de todo esto ¿qué dice la famosa Cruz Roja Internacional?
¡Nada!... O bien, se pasa el tiempo en averiguaciones. ¿Quién dirá que es
evidente una denuncia? El hombre inventa nombres e instituciones rimbombantes;
pero, sin efecto en el campo de las realidades. ¿Qué ha hecho la Cruz Roja
Internacional ante las denuncias de
lo que hicieron
los paraguayos en
Laguna Chuquisaca? ¿Qué
actitud tomó cuando
tropas paraguayas amputaron
el miembro viril de los que tuvieron la desgracia de caer prisioneros en
poder del enemigo, el mismo que se los
pone como macabro cigarro en la boca para después colgarlos de los árboles?
¿Qué hicieron los paraguayos en Yucra con los soldados bolivianos? Nada
¡Nada...! Pero sí, aparecieron combatientes amputados, con los ojos extraídos,
cadáveres con la lengua mutilada, prisioneros con los pies quemados. Todo esto
¡no es nada...! ¿La Cruz Roja Internacional no sabía? Ellos están en La Paz y
Asurción. La guerra no es allí. Los estragos están en el corazón del Chaco. Por
lo tanto, ellos no pueden constatar dónde se estrujan, donde se destripan dos
pueblos... Está herido el
teniente Enrique Barriga;
una esquirla ha
penetrado en uno
de los pulmones.
Es trasladado al puesto
sanitario. Se teme que muera. Su estado es muy delicado por lo que es atendido
con mucho cuidado; como no hay drogas, se
hace todo lo
posible para evitarle
una infección luego es
llevado hasta un
buraco, donde permanece
en estado inconsciente. Allí
estará hasta el final.
Ya da asco matar y matar. Dan náuseas ver tantas
heridas sanguinolentas, putrefactas, hediondas. Todo es mugre, barro, sudor, piojos,
gangrena. Los sentidos
se atrofian, se
hacen anormales y
los soldados del
reducto de Boquerón
ya han muerto antes
de morir. La
resurrección a la
vida, les será
muy lenta... Esto,
si no encuentran
la paz de
la fosa. De los
seiscientos cuarenta soldados
que en un
principio iniciaron la
lucha, tan sólo
quedan trescientos sesenta.
¿Los demás?
Están muertos o heridos... ¡Y los que aún
caerán...! Son las tres de la tarde. Se escucha el ruido de un avión boliviano.
Da algunas vueltas y arroja tres bolsas... Ninguna cayó en nuestras posiciones;
todas para los paraguayos. Parece que la
mala suerte estaría pisándonos los pies en la marcha hacia el final.
Un tiro de mortero ha derrumbado el único pozo que
nos surtía de un poco de agua. Ahora estamos en el trance de morir de sed. Mientras,
allí en Yucra sigue la batalla; suena para nosotros como una pesadilla,
sentimos por nuestros camaradas que van cayendo día a día, sin un resultado
positivo. Ya la muerte se acerca para
los defensores de Boquerón. Los cuerpos escuálidos de los muchachos,
se doblan ante
los dolores que
les causa la
disentería. Hay hambre,
sed, miseria, podredumbre, desaliento...
Da ganas de
pegarse un tiro
y dar por terminado todo.
Varios ya lo han hecho
en su desesperación.
El Comando
sigue en la testarudez de que no debemos abandonar Boquerón; mientras
tanto va
disminuyendo en forma rápida
el número de
sus defensores y
los medios de
defensa... ¡Boquerón sucumbirá
muy pronto! ¡La
desgracia se ha cernido sobre los muchachos que la
defienden! ¡Terrible es la tragedia que confrontan...! Sus espíritus decaídos
son sólo espectros de gloria, todavía se conservan de pie. Tal es la debilidad
que les atormenta, que no pueden estar parados... Veamos qué ocurre en las
trincheras. Una escuadra ocupa la parte sudeste de Boquerón. Las posiciones
semi destruidas por los morterazos han sido apuntaladas con troncos de árboles. Seis soldados están sentados con las
espaldas apoyadas en uno de los taludes. Tienen el fusil entre las rodillas.
Sus morrales casi vacíos, sin munición. Uno de ellos tiene a su lado un hueso
totalmente pelado. En la tronera, un pedazo de cuero de mulo que había sido
retostado y masticado ¡cuántas veces!
Dos
soldados vigilan el
descanso de sus
compañeros que fusil
al brazo van
observando el pajonal
y el monte
próximo, donde se encuentra agazapado el enemigo... Silencio absoluto...
Nada turba la quietud del monte. Sólo en
lontananza se escucha el tableteo de una
ametralladora o la explosión de un tiro
de artillería. Después... silencio... El
respirar de estos muchachos es
regular. La brisa
de la mañana
va desparramando el
tenue aroma de
las flores. Mientras
el espacio va poblándose de seres alados,
cientos de mariposas
amarillas, verdes como
las hojas, se
dirigen hacia el pozo
de agua destruido, donde aún
existe algo de humedad y allí se posarán, alargando sus trompas para succionar
la poca humedad que queda.
Uno de los combatientes se levanta tambaleante.
Parece que va a caerse, se sostiene de una de las paredes del talud, toma el
pedazo de cuero cocido, lo lleva a la boca y empieza a morder, como queriendo
destrozarlo. Tarea inútil. Es duro. Lo lame y le vuelve a colocar en el lugar
donde estuvo. Se saca la camisa. Se toca despacio el hombro. Es una verdadera
matadura. La herida producida por los continuos retrocesos del fusil, ha
formado una úlcera sanguinolenta. Tiene el pecho y el hombro derecho hinchados.
Orina en un trozo de colchoneta, lo dobla en cuatro y se lo coloca en el
hombro; luego se pone la camisa y después la blusa. Ha hecho la curación de su
hombro...
Hay
otro soldado que
taciturno y meditabundo,
se encuentra también
sentado. Levanta la cabeza. Lanza
un suspiro profundo. Mira el
cielo límpido y nuevamente se sume en su abatimiento. Un hilo de sangre
coagulada surca por la cara.
Este soldado tiene el tímpano destrozado, no oye;
pero, todavía puede causar estragos entre las filas enemigas que intenten asaltar
las trincheras bolivianas. Su morral está vacío, apenas tiene diez cartuchos de
guerra para su defensa...
Ha pasado el día sin que las tropas paraguayas
intenten nuevos ataques, parece que hubiesen tomado la decisión de no atacar más las posiciones de
las defensas de Boquerón. Se han concretado a reforzar sus trincheras. ¡Mala
señal! De esta manera, harán durar el sitio hasta conseguir rendirnos de hambre
y sed, o “nos tostarán” con el fuego de sus armas...
Disparos de artillería caen en el fortín, con un
intervalo de media hora de disparo a disparo.
Un avión boliviano se cierne sobre nuestras
posiciones. Deja caer tres bolsas de las cuales dos caen al lado del enemigo y una
sola dentro del reducto. ¡Poca cosa para los defensores de Boquerón...! La
situación no ha variado. El avión boliviano ha regresado a su base, seguido de
ráfagas y disparos
de fusilería enemiga. Toda esperanza
de vida para los del fortín ha desaparecido.
Hay soldados que derraman lágrimas amargas al
considerar su triste situación. ¿Cuándo podremos colmar la prueba a que se nos
ha sometido? El agotamiento de los nuestros
ha llegado a su punto culminante. No se vislumbra ni un destello de esperanza
hacia el porvenir. Es el camino a la muerte por inanición... Boquerón perecerá
porque no hay fuerza humana que reanime nuestros caros deseos, y allí en el
Comando no se dan cuenta de la gran tragedia que va formándose dentro de las defensas
de Boquerón...
Un
muchacho universitario que
vino desde California;
dejando sus estudios,
ha caído herido
en la cabeza.
Es Alberto Lavayén, de
Cochabamba. Tiene el
cráneo destapado por
una carcaza de
artillería. Ha perdido
el conocimiento.
Transportado al puesto de socorro, se le ha hecho
la curación; pero no tiene salvación. Le han puesto un pedazo de gasa sobre la herida y lo dejan
fuera del puesto, esperando que termine de un momento a otro el estertor de agonía.
Pasadas varias horas, el
estertor continúa, sin
que la respiración
se apague. Un
momento de éstos,
a Lavayén se
le oye hablar palabras incoherentes.
Es el delirio
de la muerte.
Nos acercamos. Habla
de sus estudios,
llama a su
madre y a sus hermanos.
Cada media hora vamos a ver si ha fallecido, pero el delirio continúa...
Mientras, allí en Yucra nuevamente se han trabado en
lucha encarnizada. Por
fin, al anochecer el
muchacho ha expirado.
Se le descubre
el rostro y
se ve que la
hínchazón ha convertido la cara en una pelota. Los ojos están abiertos; pero tienen la
inmovilidad de la muerte. ¡Otra fosa para
este universitario patriota que vino desde lejanas tierras a defender su
Patria!... ¡Una vida y una ilusión perdidas y un hogar tronchado por la
guerra... ¡Veinte años de sacrificio paterno se tragó una fosa en
Boquerón...! Mientras tanto, dentro de
este reducto, trescientos cincuenta muchachos, unos estudiantes, otros
universitarios, dejan o dejarán sus huesos dentro las fosas. Así se cumple la
ley que nos tiene señalada la Fatalidad...
BIBLIOGRAFÍA.
ARZABE REQUE, Antonio. BOQUERÓN DIARIO DE CAMPAÑA. Mes
del sitio del glorioso reducto chaqueño. EDITORIAL UNIVERSITARIA, ORURO –
BOLIVIA 1961
EL ORDEN, SANTA FE, DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE DE
1932
SANTA FE, de Santa Fe, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932
SEIFERHELD, Alfredo.
La Guerra del Chaco. 2007
WEBGRAFÍA.
http://alcatraz715.blogspot.com/2010/09/boqueron-extractos-del-diario-de_29.html
http://www.histarmar.com.ar/ArchivoFotosGral/ArchDiSanctis/Cap4-1.htm
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