domingo, 25 de septiembre de 2016

DOMINGO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932 (Sobre lo que sucedió en el Fortín Boquerón)



DOMINGO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932 (Sobre lo que sucedió en el Fortín Boquerón)
I
A CONTINUACIÓN: FRAGMENTOS DE ARTÍCULOS PUBLICADOS DE LOS HECHOS SUCEDIDOS EN BOQUERON EL DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932, POR LA PRENSA ARGENTINA DE LA CIUDAD DE SANTA FE: La Artillería Boliviana está reducida a silencio. Los Paraguayos esperan capturas material bélico con la toma de Boquerón.
Asunción, domingo Septiembre 25 de 1932.- Anunciase que la caída del Fortín Boquerón, la cual se cree inminente, reportará al Paraguay la conquista de gran cantidad de material bélico. Se sabe en efecto que en las fortificaciones actualmente sitiadas se encuentra concentrada gran cantidad de elementos de dicha clase, cuya caída en poder del Paraguay sería beneficiosa para su ejército.
Los reservistas.- La Paz, domingo septiembre 25 de 1932.- De acuerdo al decreto de ayer, gran cantidad de reservistas se han presentado hoy en los cuarteles. Como se sabe, estos reservistas son los de las clases de 1924, 1925, 1926 y 1927.
La artillería.- Asunción, Septiembre 25. Informaciones procedentes del frente de operaciones hacen saber que la artillería Boliviana apostada dentro del fortín Boquerón han enmudecido desde hace cuatro días. Se supone que se les han agotado las municiones. Hasta ahora sólo responden a los ataques paraguayos las ametralladoras y la fusilería, cuyas descargas son también cada vez más raleadas.
Bolivia desmiente la noticia. De que haya fiebre amarilla y viruela negra en sus fortines.
La Paz, 25 de septiembre 1932. El Estado Mayor Boliviano desmiente las reiteradas noticias paraguayas acerca de la existencia de viruela negra y fiebre amarilla en los fortines de nuestras tropas.
La Paz, 25 de septiembre de 1932. El Diario "La República" anuncia que por informes de referencia particular se sabe que lucha ya en Boquerón las tropas bolivianas de refuerzo y que han dejado al enemigo entre dos fuegos.
La Paz, 25 de septiembre de 1932. "ÚLTIMA HORA" ha lanzado la iniciativa de que las tropas paraguayas prisioneras que se hayan concentrado, sean utilizadas en la conservación de los caminos en el Chaco, previo pago de jornales por tratarse de soldados conocedores del terreno.
II
Septiembre 25 de 1932.
Nuestra situación de día en día se hace más angustiosa. Tanto los oficiales como la tropa han entrado  en un período de desfallecimiento. Muchos de ellos se desvanecen. El hambre apresura nuestra agonía y a esto hay que sumar la falta de agua. Los rostros de los soldados empiezan a tomar una coloración violácea por la deshidratación de sus cuerpos. La lengua en muchos se torna como una esfera que gira dentro  de la cavidad bucal y la garganta. La voz afónica de los soldados, indica que pronto nos veremos con el delirio que trae consigo la falta de agua... El estómago puede estar semanas enteras sin recibir bocado; pero, la sed no se puede resistir.
Esta noche el sargento sanitario ha hecho que el pozo sea habilitado; pero el agua que contiene, es en pequeña cantidad, apenas abastece para mojar un poco la lengua de los heridos y preparar un poco de solución de permanganato que sirve para lavar las heridas que empiezan a infectarse tan pronto como se las lava. Dos casos de gangrena entre los heridos y no hay medio de solución. La amputación de los miembros infectados es el único medio.
Los “pilas” ya no se atreven a atacar, se conservan a prudente distancia de nuestras posiciones. Disparan de vez en cuando como para dar a conocer que ellos siempre están en acecho. Los tiros de morteros y artillería han disminuido en intensidad.
Ahora es cada hora. Parece que todos los efectivos del ejército paraguayo se hubiesen concentrado en nuestra retaguardia para  así  evitar  cualquier  intento  de  ruptura  del  cerco  por  nuestras  tropas  de  Yucra.  Ante  la  resistencia  que  oponen  los paraguayos,  éstas  también  han  paralizado  sus  acciones;  mientras  tanto,  las  fuerzas  enemigas  van  acumulando  más refuerzos.  El  ruido  de  los  camiones  tras  las  líneas adversarias  sigue  sin  interrupción.  Las  líneas  paraguayas  siguen  sin interrupción.  La  máquina  de  guerra  de  los  paraguayos  continúa  su  curso  sin  contratiempos.  Cada  jefe,  oficial  y  soldado, conoce la responsabilidad que tiene y cada uno cumple lo mejor que puede. Mientras tanto en el frente  boliviano, se carece de todo. No hay gente ni para cubrir los claros dejados por los caídos. No hay víveres para los combatientes. Munición que escasea.  Armas  sin  repuestos.  En  fin...,  todo  un  desastre;  a  esto  hay  que  añadir  la  irresponsabilidad  de  los  generales  e incluso  del  Presidente  Salamanca  y  sus  famosos  ministros  que  se  dan  las  ínfulas  de  estrategas  militares,  por  esto  la tardanza de la llegada de refuerzos al campo de batalla...
Ahora veamos lo que dice el Coronel Aquiles Vergara, respecto a estos días que pasan en el trágico reducto de Boquerón: “Indispensable  es  referirnos  ya  a  la  etapa  agónica  de  Boquerón.  Prescindir  en  cualquier  análisis  que  hagamos  de  las ocurrencias  en  esos  días  aciagos  de  todo  lo  que  no  tenga  atingencia  absoluta  con  el  cuadro  militar,  proscribiendo condiciones de índole internacional, de política interna, o de aquellas simplemente líricas y declamatorias, pues la dramática realidad y precipitación de los sucesos, hacen que estas últimas, tengan escaso o ningún valor...“
Mientras un parte dirigido desde Muñoz, dice lo siguiente: “Transmitido de Muñoz.— Cif. Nº 627.- ESMAYORAL- La Paz.- Urgente—  Contraataque  que  realizóse  hoy,  no  tuvo  ningún  resultado.  Enorme  superioridad  numérica  potencia  enemigo paralizaron  toda  acción.  Sin  embargo  intentaremos  último  esfuerzo  contraatacando  día  28  o  al  amanecer  29.  Continúa incursión fuertes patrullas montadas alrededor de Tinfunqué. Demás sectores sin novedad. Hoy lanzamos  sobre Boquerón 2.000  cartuchos  y  algo  de  víveres.  Paneles  indican  agotóseles  víveres  y  municiones.  Por  mucho  esfuerzo que  realiza aviación, reaprovisionamiento es siempre deficientísimo. Fdo.- Gral. Quintanilla.”
Se  piensa  todavía  en  un  contraataque,  sabiendo  que  ya  es  difícil  romper  la  superioridad  enemiga.  ¿Por  qué  no  se  dio anteriormente  una  orden  para  evacuar  Boquerón?  Por  entonces,  nuestros  soldados  estaban  en  condiciones  de  hacer  un esfuerzo  para  salir;  pero,  ahora,  es  sumamente  imposible.  ¿Qué  haríamos  de  nuestros  enfermos  y  de  los  ciento  treinta heridos  que  no  pueden  tenerse  en  pie?  ¿Abandonarlos a  su  suerte  dentro  del  fortín?  No,  esto  sería  inhumano...  ¡Ah, generales  de  mi  Patria!  ¡Cuántos  desaciertos  se  ven en  nuestra  Historia  por  falta  de  visión  en  los  hechos  y  por  la incomprensión  de  nuestros  problemas...!  Vosotros  habéis  estimado  más  la  dignidad  personal  que  la  supervivencia  de nuestras  tropas;  el  egoísmo  político  de  vuestras  absurdas  ideas  y  de  aquellos  que  se  han  dado  el  título  de  “grandes estrategas”... de salón, fue primero antes que la situación de la Patria. Hoy Boquerón no se queja de  su suerte. Su martirio es un holocausto en aras de lo más grande: la Patria... Cada arruga de su frente, cada herida, cada mueca de dolor, es una maldición para los conductores de esta guerra…
Son  las  dos  de  la  tarde.  El  sol  canicular  derrama  sus  rayos,  cual  saetas,  sobre  las  esqueléticas  espaldas  de  nuestros soldados; abrasados por la sed devoradora, deambulan dentro del bosque, en busca de hojas o raíces que aplaquen en algo la desesperante sequedad de sus gargantas...
Máximo  Choquecallata,  del  Regimiento  14  de  Infantería,  busca  en  este  momento  dentro  del  tuscal  algo  para  llevar  a  su reseca boca. Su paso tambaleante indica a primera vista que de un momento a otro va a caer. ¡Es tanta  la debilidad de su cuerpo, que apenas se conserva! Se acerca a un árbol, arranca sus hojas espinosas, las lleva a su boca, siente su amargo sabor,  lo  arroja;  se  acerca  a  otro  y  hace  lo  propio.  Tampoco  le  es  agradable.  Ve  por  fin  unas  hojas  carnosas.  Son “carahuatas” (plantas espinosas con raíces carnosas); se arrodilla y empieza a devorarlas como un animal herbívoro; pero la fatalidad está también junto a él... En este momento se siente en el espacio el silbido característico de la aproximación de un proyectil  de  artillería  y,  de  pronto...  ¡un  estruendo!  Trozos  de  metal  fundido  se  esparcen  en  el  ámbito  y...  uno  de  ellos destroza toda la parte glútea del soldado. Lanza ungrito angustioso de dolor. Varios soldados van al  lugar y encuentran a Choquecallata que se debate entre dolores. Una pierna estaba a dos metros del lugar; mientras el cuerpo del infortunado muchacho, presentaba la disección de la otra pierna, desde la región del glúteo. ¡Macabro...! ¡Terrible...! ¡Espantoso...! Los ayes de dolor pronto fueron aplacándose en un suspiro, fue el final de la vida de aquél, que por aplacar su hambre, salió de sus trincheras y sólo encontró a la Parca que vino  en la “carcaza” (trozo de proyectil de artillería) de un proyectil... Buscaba mantener ese hálito que llamamos Vida y otra vino a impedírselo, la Muerte...
Las  dos  y  treinta  de  la  tarde.  Vuelan  los  aviones  paraguayos.  Se  dirigen  hacia  Arce,  parece  que  van  en misión  de reconocimiento; al cuarto de hora se escucha el ruido de sus motores; regresan. Revuelan las posiciones bolivianas y dejan caer cuatro bombas, las que explotan uno fuera de nuestras posiciones y las otras, dentro, sin causar víctimas. Después de rociarnos con el fuego de sus ametralladoras, toman la dirección de su base y se pierden en la lejanía del horizonte...
Los alrededores de Boquerón permanecen mudos. Sólo se escucha el sordo rumor de las ramas de los árboles tronchados que se baten al vaivén del viento. La atmósfera de Boquerón es insoportable por la hediondez que despiden los cadáveres insepultos que se encuentran en la pampa y dentro del monte.
A  las  seis  de  la  tarde  se  sienten  ráfagas  de  ametralladoras  y  disparos  de  fusil  en  las  proximidades  de Yucra;  es  que  el Comando  Superior  ha  ordenado  otra  carnicería.  Nuestros  soldados  irán  sin  fijarse  que  van  hacia  lo  imposible,  donde encontrarán la muerte inmisericorde; pero hay que cumplir, pues el soldado obedece, no discute...
En  tanto  que  los  soldados  de  Boquerón  morían  y  volaban  hecho  pedazos  por  la  metralla,  en  tanto  que  la  carnicería continuaba tronchando hogares, sembrando luto  y lágrimas, la diplomacia se consagraba a lanzar al mundo, documentos altisonantes impulsados por la vanidad insana de dos hombres: Ayala y Salamanca. Uno decía: “Deseamos la paz”, y el otro respondía:  “También  nosotros  deseamos  la  paz;  pero, habéis  ultrajado  el  honor  nacional”...  En  tanto,  la  metralla  seguía tronchando  vidas  en  el  reducto.  La  guerra  continúa  con  más  furor.  El  número  de  muertos  aumenta  de  día  en  día...
¡Salamanca,  Ayala  ¿no  os  dan  asco  vuestras  manos  ensangrentadas?  ¿No  veis  que  dos  pueblos  de  mejor  suerte  se desangran por vuestra estúpida vanidad? ¿No os roe la conciencia cómo se van cubriendo de luto y desesperación vuestros gobernados? ¡Caiga sobre vosotros el remordimiento  y las lágrimas de las que perdieron un hijo o un esposo! Vosotros os disculparéis diciendo: “Mi pueblo no buscó la guerra; ellos fueron los que nos atacaron”... ¿No existieron otros medios de conciliación fuera de las armas que hicisteis empuñar a vuestros gobernados para que se masacren y se  apuñalen? ¿No veis que se destripan, y se debaten entre la desesperación del hambre y la sed? Podían ser más útiles  a vuestras patrias.
¿Acaso sois dueños de las vidas que les concedió el Ser Supremo para que las arrojéis en la hoguera de la guerra? ¡Claro!, vosotros no conocéis la verdadera guerra con su secuela de calamidades. Vosotros estáis en vuestros palacios y no sentís el  estallido  de  las  bombas,  ni  las  ráfagas  de  ametralladoras.  No  sabéis  lo  que  es  la  sequedad  de  las  gargantas  al  tener necesidad  de  agua.  Vuestros  estómagos  repletos,  no  saben  de  los  dolores  agudos  del  hambre  devorador.  No  sentís  el aguijón  de  la  muerte  que  se  cola  por  una  herida  purulenta.  No  sentís  nada!  ¡Nada  que  pueda  mover  a  conmiseración vuestros renegridos y endurecidos corazones! ¡Salamanca... Ayala!!... ¿Cómo daréis cuenta al Supremo Juez de la causa de esta hecatombe que aflige a mi Patria y a la del enemigo? Estas reflexiones que oís son la voz de la desesperación al ver tanta miseria  y dolor;  aquí en el reducto de Boquerón  y  en sus inmediaciones... Ved, Salamanca  y Ayala, los cientos de cadáveres, que tienen los rostros hinchados y tendidos fuera de nuestras posiciones, como pidiendo a Dios el castigo que merecéis por vuestra maldad, por vuestra insanía de alma. Ahora es difícil detener... Todo irá hasta la consumación de los hechos, hasta la rotura de ese equilibrio que debía reinar entre Bolivia y el Paraguay. Aquí en Boquerón, tenéis la prueba de lo que será después. . . ¡Malditos hombres! ¡Malditos, Pilatos modernos!...

BIBLIOGRAFÍA.

ARZABE REQUE, Antonio. BOQUERÓN DIARIO DE CAMPAÑA. Mes del sitio del glorioso reducto chaqueño. EDITORIAL UNIVERSITARIA, ORURO – BOLIVIA 1961
EL ORDEN, SANTA FE, DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932
SANTA FE, de Santa Fe, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1932
SEIFERHELD, Alfredo. La Guerra del Chaco. 2007

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