La
batalla
(Primer cuento del libro El Pirata del Pilcomayo)
Por José Luis
Claros López
Recorriendo
la zona enemiga, ellos encontraron una feroz resistencia y el jefe de la
patrulla dispuso entonces ordenadamente sus tropas sobre una dilatada planicie.
Los adversarios están casi frente a ellos a tan corta distancia que comienzan
un enfrentamiento inevitable, gritos de furia y de dolor inundan el lugar
escogido para la batalla, lanzas vuelan de aquí y de allá oscureciendo el
cielo. Después, al agotarse las armas arrojadizas, empuñan todos las espadas y
se tranzan en combate de honor, escudos delante, golpeteo constante, gritos de
nuevo y las afiladas armas que cortan y cercenan, el jefe de la patrulla les
pide más valor a sus hombres, matando con su propia espada a los cobardes y a
los enemigos por igual, sus ojos están rojos color sangre y su voz es la voz de
la muerte misma y todos huían de él, se arrojan sobre los cadáveres y por orden
suya los siguen torturando sin piedad los despojan por entero de toda
pertenencia. Finalmente la victoria es conseguida y los combatientes aclaman al
jefe valiente.
Los
pocos prisioneros sobrevivientes a la matanza tiemblan, tienen sudores fríos,
otros lloran en silencio o incluso son incapaces de retener la orina que corre
tibia por sus piernas hasta mojar el terreno. Conocen los terribles que son sus
adversarios y ya solo esperan ser ellos también torturados sin piedad o pasados
con espadas, la muerte será el descanso y la paz. El jefe de los vencedores se
acerca hasta ellos, sintiendo el peso de su mirada quedaban estremecidos por el
pánico. Entonces, levantando su espada escoge a uno de los infortunados
derrotados, para que sus leales guerreros lo arrastren hasta sus pies
colocándolo de rodillas para que así él pueda cortarle la cabeza.
Levanta
su espada y entonces sucede… Una voz de mujer desde un lugar lejano les grita,
que ya está la comida.
Los
niños dejan entonces sus cascos de vikingos, como también sus espadas de
cartón, mientras que los otros niños que simulaban estar muertos envueltos en
sus propias capas se levantan del suelo y todos juntos corren alegremente hasta
la mesa familiar.
Así
terminan los juegos de los niños, pero cuando los hombres juegan a la guerra el
final del cuento es muy distinto.
Para descargar la versión digital (.pdf) El Pirata del Pilcomayo (2013): https://bit.ly/2XWIYs7 |
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