jueves, 16 de julio de 2009

Mañana Amanecera (cuento)

Mañana Amanecerá

Por José Luis Claros López

Ambos se saludaron, como se saludarían dos amigos después de no haberse visto por treinta años.

Elizabeth aquella tarde acepto salir con él.

Desde aquí esta es una historia aburrida. La tormenta había decidido no detenerse, su ropa estaba mojada y él comenzó a sentir como si hubiera permanecido durante horas en una piscina. Sin embargo él es de esas personas que necesitaba creer que mañana amanecerá.

Pero estando con ella simplemente no conseguía articular las palabras necesarias para decirle cuanto deseaba ser en su vida algo más que un instante recordó entonces a su amigo Julio y lo encontró en un Café Internet, jugando como siempre en una computadora esta vez en single player esperando con paciencia una próxima partida en multijugador ambos se saludaron como dos amigos que no se habían visto en treinta años; en otras palabras solo hablaron de lo estrictamente necesario. Hasta aquí esta es una historia aburrida.

Entonces la luz parpadeo y una intensa oscuridad comenzó a invadir toda la ciudad al mismo tiempo que la tormenta comenzaba a tener características de un fragmento del Génesis, como caudal incontenible un río desciende por la ladera del cerro Juan Pablo II para bifurcarse posteriormente por las diversas calles de la ciudad desbordando como todos los años las calles del centro, la presión del agua que cae del cielo fue rompiendo el techo de calaminas en la sección de telas del mercado central creando un gran agujero por donde la lluvia comenzó a caer limpiando el interior del mercado, cuatro años después una tormenta de igual fuerza producirá similares daños en especial en el Barrio de San José de Pocitos donde la crecida de las aguas en la quebrada internacional se llevara la mitad de una casa de tres pisos. Pero en la noche de esta historia a lo largo del recorrido de la calle comercio se fue creando un rió de corriente impetuosa que arrastra a la zona norte el letrero de la “Casa Aguaragüe” que la potencia del viento arranco de su pared comenzando una travesía a merced de la corriente como si fuera un gran barco de papel y que terminara horas después en las proximidades de San Isidro, lugar en donde la fuerza de la tormenta obligara a que se retrase la entrega de su unidad educativa que deberá ser refaccionada nuevamente. Los múltiples ríos oscuros de agua con lodo en que se transformaron las calles alcanzaron los barrios al otro lado de las vías férreas y como todos los años varias casas acabaron con el agua hasta una altura de medio metro incluso inundando los almacenes de la antigua estación del ferrocarril a las diez de la noche un trueno estremeció la ciudad con una fuerza que pareció por un momento que la tierra misma tembló bajo el cielo como si se tratara de un terremoto minutos después un rayo caerá en el mismo lugar donde Juan y Eva Perón en 1941 eran recibidos por los trabajadores de la comisión mixta argentino-boliviana, las autoridades civiles y militares y por casi todo el pueblo reunidos con motivo de inaugurar las obras del trayecto férreo que todavía hoy une los dos países.

Julio consiguió refugiarse bajo el alero de una casa de dos pisos sobre la calle Martín Barroso. La tormenta continúa con mayor intensidad provocando que en la sala de emergencias de la caja petrolera el agua inunde todo el edificio asustando a los pacientes que despertaron cuando el agua sobrepaso el nivel de sus camas de sabanas blancas.

Julio decidió abandonar su refugio y continuar caminando rumbo a su casa en el preciso momento cuando el viento comenzó a soplar con una fuerza que no se había visto desde comienzos de la década del noventa cuando una tarde la simple brisa de la tarde se comenzó a transformar en un viento huracanado que fue arrasando con todo a su paso por el chaco igual que sucediera en noviembre de 1933.

Pero al otro extremo de la ciudad en la noche de esta historia los muebles, manteles, copas, vasos y arreglos de mesa junto con parte del techo de la conocida Cabaña Copacabana fueron arrancados de su sitio original mientras la tormenta organizaba un desorden de naufragio en el lugar contratado para la realización de la fiesta de promoción del colegio fiscal más antiguo de la ciudad a pesar de la desesperada lucha de los empleados del local por sacar en baldes toda el agua posible sin conseguir el propósito de por lo menos mantener seco el salón ya que la tormenta era incontenible. Alguien contaría tres años después que esa tormenta cumplía con una tradición que acompaño a ese colegio y a la despedida de sus graduados hasta la mañana cuando nuevamente la ceremonia de graduación fuera celebrada en su propio establecimiento.

Y la lluvia aquella noche de viernes continuaba refrescando la tierra, caminando él llego a su casa se quitó la ropa mojada y quedó sin nada más que un bóxer negro recostado sobre la cama en el cuarto a oscuras porque el suministro eléctrico no se reiniciaría totalmente hasta las siete y veinte de la mañana del sábado.

De esa forma diciembre llegaba acompañado de un surazo. Después de nueve horas la tormenta decidió también descansar, Julio sin embargo no consiguió dormir en toda la noche y cuando el sonido de la lluvia se terminó simplemente se levantó de la cama y al abrir la ventana de su cuarto respiro el aire fresco que sigue a la tormenta, encendió un cigarro pero por vez primera en su vida el humo del cigarrillo ni siquiera podía intoxicarlo, empezó a sentir asco y arrojo con frustración el cigarro al piso. Producto de una ansiedad que nunca más volverá a sentir empezó a reunir en una caja todos los poemas y cartas que había escrito durante los últimos tres años desde el momento cuando comprendió que estaba enamorado de Elizabeth y que jamás entregó porque su mejor amigo se adelantó y sin saberlo él escribió el primer poema que Rafael dedicó a ella. Precisamente el papel donde estaba escrito ese poema que Julio encendió y que después dejó caer al interior de la caja que ardió inmediatamente. Julio permaneció mirando un buen rato como las hojas se consumían por el fuego.

Desde aquí otra vez es una historia aburrida. Rafael se acerco a Elizabeth y le repitió palabra por palabra con la naturalidad de un actor profesional las románticas frases que su amigo Julio preparo para la ocasión. Elizabeth escucho a Rafael y esa misma tarde acepto salir con él, después paso el tiempo y llego la tarde de diciembre que precedió a la tormenta. Así de esta forma la historia se termina porque lo demás es quizás solo cuento.

Julio se detiene por un momento a que le regalen fuego en la esquina de la Cochabamba y Comercio, cuando los observó caminado abrasados por la otra calle, en aquel momento entendió que realmente el amor es solo un cuento, ingreso a un internet pero no encontró un solo contacto en línea con quien chatear el sol se escondió lentamente detrás de oscuras nubes y al salir Julio debió caminar tratando de ganarle a la tormenta para llegar lo más rápido posible a su casa pero sin querer paso por la calle donde ella también vive, entonces intento tomar fuerza para tocar el timbre su dedo prácticamente estaba a un milímetro del botón cuando la luz se fue y lo interpreto como una señal su ropa estaba mojada y comprendió después de un par de segundos que realmente no valía la pena, su piel comenzaba a sentir como si hubiera permanecido por horas en una piscina.

A escondidas ella desde la ventana de su cuarto, observó como él se fue acercando a la puerta en ese instante cuando esperaba escuchar el sonido del timbre la luz se fue y él desapareció.

Al amanecer Julio decidió quemar todo lo que había escrito en los últimos tres años, después se acercó a la computadora, mientras en el centro del patio el humo de incontables palabras de amor incondicional se levantaban como una ofrenda al sol que ya iluminaba la ciudad intentando convencer a todos que la tormenta de la noche anterior solamente se trato de un feo sueño, él reunió todas las carpetas que contenían su obra y con el dolor de su alma despacho todo sus versos a la papelera. Después apago la computadora, regresó a la cama para intentar dormir.

Lástima que no se atrevió a confesarle a Elizabeth que el poema no era de Rafael y lástima que Julio no se atrevió a tocar el timbre aquella noche porque Elizabeth ya sabía que el poema lo escribió él. Lo había confesado Rafael esa misma tarde en el momento cuando ella decidió terminar con la relación porque comprendió que ya lo único que los unía era la costumbre.

Julio intentaba dormir, cuando escucho que el celular sonaba pero no le interesaba contestar en aquella hora trágica, su único deseo era que el mundo simplemente le concediera el deseo de dormir y el celular se quedo en silencio el sintió un poco de calma, pero inoportunamente sus pensamientos fueron nuevamente interrumpidos, alguien tocaba el timbre de su casa. Julio se levantó dispuesto a mandar al diablo a la persona que se encontraba molestando a esa hora pero al abrir la puerta una intensa luz casi blanca del sol de las diez mañana de un cielo sin nubes lo dejó ciego por un segundo para después comprender que cada mañana amanecerá y que sin que vos lo esperes la vida te puede traer una sorpresa, al otro lado de la puerta estaba ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores